La Jornada 19 de noviembre de 1996

Festejan en La Realidad los 13 años del EZLN

Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 18 de noviembre ``Todo Iguala está de fiesta'', según el corrido que canta el grupo juvenil Los sin rostro de San Pedro, conformado sólo por insurgentes zapatistas sin rostro que en una mano portan un rifle y en la otra una guitarra. Sí, ya sé que suena raro; empero, es literal.

Un medio centenar de ellos celebra, junto con cientos de habitantes de la región, de la Cañada a la fontera y la reserva de la biosfera, el 13 aniversario de la fundación del EZLN. Dos días de fiesta, ayer con baile y hoy, 17 de noviembre, todo un día de concursos y recitales y pequeños espectáculos artísticos para culminar en un acto militar en la noche y baile con marimba hasta más tarde.

La concurrencia es eminentemente civil: gente tojolabal, familias, un montonal de muchachas casaderas con ropajes de muchos colores y hombres jóvenes civiles; muchas y muchos de ellos miembros de algún grupo juvenil que canta o baila o declama en algún momento del día, para celebrar a los insurgentes que ahí andan, son como 50 y son los del cumpleaños.

Una voz femenina de rostro cubierto con paliacate, en el turno del grupo juvenil Primero de enero, dice que las comunidades celebran el 13 aniversario de su ``querido Ejército Zapatista''.

Toda la concurrencia coincide en que los más inspirados son los del cumpleaños. Los sin rostro de San Pedro ya ganaron en la mañana el concurso de baile, cosa que es notable porque durante las fiestas de 1994 (después ya no se les volvió a ver, hasta hoy), los y las insurgentes bailaban algo de los civiles, con mayor rudeza, algo que hacía parecer el Jarabe tapatío un ejercicio marcial.

También ponen poesía coral, mezcla de coplas y corridos, y el capitán Pantalones anuncia que, como el tejón solitario, no le teme a la muerte, y la voz que hace de coro dice, de un modo muy indígena: ``Acepta señor Zapata/ el corazón de esta gente/ que ve el surco de frente/ para sembrar la simiente''.

En lo que se siguen los ``números'' transcurre una fiesta familiar, desbalagada, como muchas fiestas en una, en la cual convergen continuamente. Hacia el atardecer del domingo, a los niños les entra la locura de la hora del lobo y en grupos de cinco o diez corren, gritan, patean latas o cascarones de morro (un guaje redondo que se da por acá), sin ton ni son, mientras los grupos 8 de septiembre, 9 de febrero y otros presentan sus composiciones sobre el 17 de noviembre, hasta sumar ocho canciones distintas.

Un declamador solitario y fugaz toma el micrófono del Aguascalientes y dice: ``Voy a casar mi gallina/ con un gallo copetón/ pá que salgan mis gallitos/ con chaleco y pantalón''. Es todo y desciende del escenario.

Se dice que hay fiestas similares en otras partes de Chiapas. El Ejército federal se muestra muy al tanto, enviando un patrullaje terrestre hoy domingo, que no es usual, y un avión silencioso, pájaro azul capaz de echar paracaidistas, que sobrevoló muy bajo esta mañana sobre el Aguascalientes de La Realidad, sin interrumpir la celebración.

En el acto nocturno, el mayor Moisés aseguró ante los insurgentes en larga fila y las familias campesinas atrás de ellos, como buscando cubrirlos: ``Estamos juntos, el pueblo y el Ejército Zapatista''. A tres años de guerra, es una fiesta que hable de paz, y también de guerra. ``Sí hay ganas de esperar al enemigo'' dice Moisés, y también: ``Ya no estamos disparando plomo, estamos disparando nuestra palabra''.

La madrugada del mismo día 17 había ocurrido una lluvia de estrellas inusual, como si los elementos participaran con sus fuegos de artificio.

La noche resbala bajo una leve llovizna en una interminable sucesión de sones de marimba que bailan civiles e insurgentes hasta que se acaba el diesel de la planta.

La utopía de la capitán

Los ojos de la capitán Maribel sonríen bajo el pasamontañas mientras muestra los carteles y mantas que elaboraron los y las insurgentes, para adornar la base del escenario. En un extremo, una historieta sobre cómo vivía antes la mujer, y en el otro, una historieta similar sobre cómo vive, o puede vivir hoy, la mujer. El primer cuadro de la primera historieta es una copia rudimentaria de la Venus de Boticcelli, sin boca. ``Antes, las mujeres no teníamos voz'', dice abajo. Siguen escenas de humillación, trabajo agotador, enfermedad.

Tras varios metros de carteles y mantas, alusivas al aniversario zapatista, con escenas guerrilleras, efigies de don Emiliano y representaciones gráficas de la selva Lacandona, la última historieta ilustra mujeres sonrientes y dignas, en el estudio, la participación, el trabajo especializado en condiciones de igualdad. Una utopía que parece gustarle mucho a Maribel.

En otra cartulina, un abigarrado dibujo colectivo (participaron más de 10 manos) representa la fundación del primer campamento guerrillero, el 17 de noviembre de 1983. Tejones, saraguatos, ríos, árboles, toda clase de serpientes y pájaros y uno más, oculto bajo una lona, muestra sus pies. Se aproximan insurgentes de rostro abierto y proponen el acertijo, como el juego de Wally: encontrar en el cartel al quinto personaje de quien asoman, en algún recoveco, los 10 dedos desnudos de sus pies