Al hacer un llamado a los próximos presidentes municipales de filiación perredista, López Obrador los exhortó a que ``cuiden y unan sus familias, base de la sociedad'' (La Jornada, 17 de noviembre. p. 7). Me parece importante que el dirigente nacional del PRD aborde --¡por fin!-- temas de la vida cotidiana. Me preocupa que lo haga con un discurso similar al de los panistas.
``Defender'', ``proteger'' y ``cuidar'' a la familia son temas recurrentes en la política, que tocan cuerdas vulnerables en muchísimas personas. Pero hay claramente dos perspectivas, de derecha y de izquierda, respecto a lo que significa ``cuidar'' a la familia. Para la primera, ``cuidar'' a la familia es ``protegerla'' del ``desmoronamiento'' de los valores cristianos tradicionales (¡oh las épocas en que las mujeres sí eran madres abnegadas!). Para esta postura conservadora ``cuidar'' a la familia supone sostener su estructura patriarcal: los hijos son propiedad de los padres, la mujer es la responsable de la armonía y funcionamiento familiares y sólo un matrimonio tiene derecho a fundar una familia.
La postura de izquierda plantea la protección a la familia como una cuestión central, pero reconoce los cambios culturales que conllevan la democratización y la desigual modernización del país. Eso quiere decir que prevé y planea la adecuación de leyes y servicios sociales que apoyen a los diversos tipos de familias. Además, la atención de la izquierda sobre la familia se centra en los requerimientos infantiles, y no en las conductas sexuales de quienes se ocupan de las criaturas.
Si nuestro líder ``de izquierda'' piensa abordar esta problemática, creo que debe abandonar la mistificación sentimental, alejarse de exhortaciones moralizantes y repensar su discurso sobre la familia. Sabemos que la posibilidad de vivir de manera distinta se basa en la forma en que criemos a nuestras hijas e hijos. La calidad de vida no es sólo un asunto de indicadores económicos o de mayor consumo, sino de valores éticos y de uso del tiempo. Dar otro valor social al proceso de tener y criar hijos supone construir relaciones sociales poniendo por delante valores alternativos a la propiedad privada de los hijos y defendiendo la primacía de la construcción de los seres humanos, con respecto a sus diferencias.
La tarea de quienes todavía nos consideramos de izquierda se perfila triple: 1. denunciar la ``trampa'' de la familia conservadora (lugar por excelencia de sujeción de las mujeres); 2. reconocer la compleja realidad de la vida familiar, aceptando que la familia no sólo es un remanso de amor y cuidado, sino que con frecuencia está cruzada por autoritarismo, abandono, maltrato, abuso psicológico, incesto, golpes y alcoholismo; 3. construir apoyos sociales para una nueva forma de tener y criar hijos, que sea gozosa, compartida y responsable, orientada a la calidad de vida de las criaturas. ``Cuidar'' a la familia debería ser cuidar con apoyos concretos el conjunto de acciones que una persona, una pareja o un grupo asume cotidianamente en la crianza de unas criaturas, sean o no, de su carne.
En nuestro país, en donde muchas familias, especialmente las más afectadas por la política económica, funcionan como redes de solidaridad, la realidad familiar interna es bastante nefasta. Debatir políticamente el tema de la familia que deseamos y la sociedad que queremos construir es un primer paso para alcanzar el objetivo de que las familias dejen de ser espacios de poder y violencia y empiecen a ser realmente las unidades solidarias y afectuosas que deseamos que sean. Ojalá y que el PRD trabaje una propuesta de izquierda en ese sentido. Mientras tanto, que haga explícitas sus diferencias con el PAN, para saber por quién vamos a votar.