Estamos en presencia de cambios importantes en política. En estas dos últimas semanas, fuimos testigos de cómo se integró el nuevo consejo del Instituto Federal Electoral (IFE), cómo se aprobó el altísimo presupuesto para las futuras campañas, cómo el sistema dio marcha atrás a los acuerdos convenidos ante la negativa de la oposición a darle su aval en las cuestiones del dinero.
Nos percatamos, asimismo, de importantes avances de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática en la vía electoral y de los intentos de reanudación de las pláticas de paz en Chiapas; vimos un panismo eufórico, del cual los medios de comunicación destacan más las balandronadas de película de charritos de sus dos peculiares precandidatos a la Presidencia, que el discurso de su dirigente.
En estos días vimos también que un juez federal resolvió al Partido Foro Democrático un asunto de carácter político, no electoral.
Todo se agolpa y todo tiene que ver con todo, cada uno de los hechos políticos es causa y efecto de otros, y entre todos tejen una red de acontecimientos difíciles de seguir y de interpretar.
Destacan en mi opinión dos. Uno es el éxito en las urnas de los partidos que compitieron con el PRI que habla de un avance; los triunfos casi no fueron discutidos y sí rápidamente reconocidos, ello indica un cambio.
El otro asunto importante es el amparo concedido por el juez Jean Claud Tron Petit al Foro Democrático, en cuya sentencia se retoma la añeja discusión de Vallarta y José María Iglesias, en la que el primero pretendía y logró por muchos años sacar a los tribunales de las cuestiones políticas, mientras que el segundo sostuvo, y perdió en su tiempo, la tesis de que la Corte debe vigilar la constitucionalidad en todos los ámbitos, incluido el político.
El paso que dio el juez federal Primero de Distrito en Materia Administrativa es trascendente; no se trata, sostuvo, de una cuestión electoral: se trata de preservar para un grupo de ciudadanos su derecho a reunirse en un partido político para participar en la vida pública del país. Los puntos técnicos, de si se cumplió o no con los requisitos del Consejo del IFE o si éstos excedieron sus funciones, son lo de menos; lo importante, lo trascendente es que el Poder Judicial dio muestras de autonomía, de independencia de criterio y de que en ese mundo de los jueces, ya se está revisando firmemente la Doctrina Vallarta, tan cara para don Porfirio Díaz y sus sucesores.