José Cueli
Sueños en llamas

Fue una noche oscura, sucia, que no se tocaba con nada. Para escarbar las cenizas había que apartar el fuego. El silencio de las llamas hacia maridaje con la muerte. Temblaba la tierra salitrosa cada minuto que pasaba. Se esperaba un grito, una imprecación profunda debajo de cada ceniza. Las lenguas de fuego, las hebras amarillas, las lágrimas largas de las llamas corrían por el paisaje espeso. A lo lejos se veía un hondo y lóbrego hueco.

Después un humito ceniciento, negro, oscurecía el espacio lleno de sombras. Los huecos estaban repletos de negras tinieblas. La negrura aun más grande, más honda, en su voluptuosidad abismal. Lentamente lo negro y lo silencioso se tornaron terrorífico amasiato. El miedo-pánico a la muerte aumentaban desde los ángulos de la negrura. Las cenizas seguían cayendo incesantes y se desparramaban en silencios negros. Los que sólo se escuchaban en las entrañas.

Nadie sabía si era de día o de noche, dónde principiaba el ensueño y dónde la realidad. Todo estaba invadido por un sopor vago. La angustia de separación de la vida, impedía ubicarse. La atención se centraba en algo que podía ser muy doloroso. De repente un estallido iracundo resonó en la negrura. Nada podía verse, los ojos estaban negramente apagados. El frío del invierno adelantado era intenso y el sueño profundamenta negro.

Entre las cenizas estaban incluidas las cenizas del sueño, los sueños que murieron y mueren a diario, torturados sus múltiples hilos, sin que nadie sepa de qué murieron ni le importe. Los sueños que mueren cada segundo, enterrados para siempre. Pero que siguen apareciendo, monótonos, sobre la tierra calcinada en que quedaron sepultados. Con ellos, el ombligo, de ellos mismos, de los que parten miles de deseos insaciables.

Freudiano ombligo donde los hilos del sentido se enmarañan, haciendo imposible desenredarlos. Ombligo que es el no sentido y determina que los hilos del sentido se enreden en el no sentido. Sueños que presentan fisuras por donde lo irracional hizo su aparición. Irracional presente en nuestra vida y en la noche de San Juan Ixhuatepec y en otras noches de forma dramática, recordándonos que cenizas somos. Noche de martes, incendiada carnavaleramente, que terminó en miércoles de ceniza sin cuaresma.

Sueño en el margen, al margen, en las fronteras, en el exilio, en el silencio, en la exclusión, en la tierra de nadie, en el desarraigo, en la no pertenencia, en la fragmentación, en las cenizas. Sueño que se confunde con la realidad, en el margen, al margen, en el exilio.