BALANCE INTERNACIONAL Gerardo Fujii Gambero
Falsos dilemas

En los últimos años se ha estado insistiendo en que los problemas que enfrenta la economía de nuestros países tienen como causas los excesos de la intervención estatal y haber promovido una industrialización orientada hacia la sustitución de importaciones. Con base en este diagnóstico se emprendieron las reformas estructurales que tuvieron dos ingredientes básicos: la reducción del papel del Estado y la promoción del crecimiento orientado hacia las exportaciones.

Este planteamiento se sustenta en dos premisas incorrectas: que a menos Estado más mercado y que el abandono de la sustitución de importaciones por el crecimiento dirigido por las exportaciones permitirán emprender el camino del crecimiento.

Con respecto a lo primero, todos los estudios serios que tratan los procesos de industrialización rápida del presente siglo señalan que un ingrediente básico ha sido el papel activo del Estado. Sin embargo, este hecho, por sí mismo, no garantiza un proceso exitoso de desarrollo económico. En unos países, esta intervención estatal ha generado las bases del crecimiento dinámico, mientras en otros ha contribuido a distorsionar este proceso.

La diferencia entre los resultados diversos que puede tener la intervención estatal en la economía radica en la naturaleza de ésta. El tipo de accion estatal de los países del sudeste de Asia constituyó uno de los pilares del crecimiento dinámico de esos países, mientras que la naturaleza de la intervención gubernamental en la economía en nuestra región contribuyó a bloquear este proceso. Entonces, la reforma que en este plano debe emprenderse es modificar los principios y mecanismos a través de los cuales el Estado actúa sobre la economia con el propósito de dinamizarla. Dos de los principios que deben estar presentes en esta reforma son los siguientes: que el apoyo estatal a determinados sectores y empresas no puede otorgarse por tiempo indefinido y sin condiciones, y que debe orientarse a promover al sector empresarial en conjunto.

Con respecto a estos dos aspectos, la naturaleza de la intervención estatal en la economía de nuestros países ha sido distorsionadora. La protección ante la competencia externa, que es una fase necesaria en las industrias nacientes, se extendió medio siglo, lo cual determinó que nunca estuviese en condiciones de ingresar a los mercados mundiales. Por otra parte, los apoyos estatales se han caracterizado por ir en beneficio de unos sectores en detrimento de otros (por ejemplo, en favor de la industria y en contra de la agricultura) o por sustituir la empresa privada por la pública.

Con respecto al segundo planteamiento, el que opone sustitución de importaciones a promocion de exportaciones, es importante recordar que todo proceso de industrialización va transcurriendo a través de determinadas fases: primero surge la industria productora de bienes de consumo no duradero, notablemente la alimentaria y la textil; posteriormente, la de bienes de consumo duradero y de insumos básicos y, por último, la de bienes de capital e insumos más complejos. En cada una de estas fases se sustituye por producción interna los bienes que antes se importaban, por lo que todo proceso de industrialización transcurre a través de la sustitución de importaciones.

La oposición real es la que se da entre una industrialización orientada básicamente hacia el mercado interno y otra que, de esta fase, pasa a incorporar rápidamente los bienes industriales a las exportaciones. El paradigma del primer tipo de industrialización está constituido por nuestros países, mientras que los del sudeste de Asia constituyen casos destacados de la segunda orientación. Estos diferentes cursos que siguió el proceso de industrialización están estrechamente conectados con el problema antes expuesto: la naturaleza de la intervención en nuestros países, como antes se señaló, condenaba a la industria a no alcanzar los niveles de eficiencia que le permitiesen introducirse en el mercado mundial, mientras que la protección por tiempo limitado le obligaba a ir mejorando sus niveles de eficiencia para constituirse en una industria competitiva.