El Primer festival de cine francés se proyectará del 27 de noviembre al 1o. de diciembre en la ciudad de México y en Acapulco. Organizado por Unifrance Films e Imcine, con el apoyo de la Embajada de Francia, este evento es extensión del festival de cine francés celebrado anualmente en Sarasota, Florida, y su primer propósito es promover una exhibición más vigorosa y constante del cine francés actual en México y el resto de América Latina.
Durante largo tiempo, dos décadas por lo menos, si tomamos como referencia simbólica y arbitraria la exitosa exhibición de Les valseuses (Blier, 74), el cine francés se proyectó en los circuitos comerciales de manera muy esporádica. Lo poco que se conocía del llamado cine francés de calidad lo exhibían el IFAL o las Alianzas Francesas; el resto (Louis de Funes o Los charlots, si acaso) no resistía la competencia en cartelera del cine estadunidense, de presencia apabullante, entonces como ahora. El cine de Godard, Resnais, Rivette, Pialat, Rohmer era cine de arte y ensayo, cine sin gran público, cine-club. Incluso en las muestras internacionales de cine, las peliculas francesas tuvieron una representación insuficiente, cuando no desafortunada.
El propósito de revitalizar la exhibición en México del cine francés contemporáneo es una iniciativa excelente, que de paso propicia la exhibición en la Cineteca, durante el mes de diciembre, del ciclo Gaumont, un siglo de cine (1913-1993).
En lo que respecta a esta primera edición del festival de cine francés cabe preguntarse cuáles fueron los criterios que determinaron la selección del material presentado. Esto es importante, pues de ello depende la credibilidad del evento a corto y largo plazo. Según un criterio de representatividad, todo tendría aquí cabida: la senilidad de un cine francés oficial ``de calidad'' y las propuestas originales y arriesgadas de un cine joven; los productos más comerciales --la taquilla, horizonte luminoso-- y el cine de autor, polémico y necesario. Lo mejor y lo peor, para satisfacer a todo el público, dividido de idéntica manera. Un criterio en el que la calidad fuera una exigencia no negociable propondría un festival nunca visto en México; lo contrario de los absurdos altibajos de muestras y foros. Se propondría formar un gusto nuevo y no reconfortar las rutinas existentes.
¿Qué propone este Primer festival de cine francés? A juzgar por las primeras cinco películas exhibidas a la prensa, una pequeña radiografía de lo que es hoy la industria fílmica francesa, con su estupenda capacidad de impulsar proyectos originales, como Un héroe muy discreto (Un héros trés discret), de Jacques Audiard, o Los ladrones (Les voleurs), de André Techiné, o cintas arriesgadas, como la de Cédric Klapisch, Un aire de familia (Un air de famille) que, a partir de una obra teatral, propone un retrato inclemente de cierta pequeña burguesía francesa en el espacio claustrofóbico de un restaurante de barriada. Esta industria fílmica, fiel a sus tradiciones más inamovibles, también produce una cinta académica, desvitalizada y sin sorpresas: Capitán Conan, de Bertrand Tavernier, uno de los nombres más imprescindibles del cine o ficial francés. Por último, el Festival propone la variación más banal y ociosa de una ficción de Cortázar o de Kieslowski, un juego entre la realidad y el sueño que para muchos espectadores fue pesadilla del tedio: Anna Oz, de Eric Rochant, memorable por sus diálogos y su humor involuntario: ``Vamos a pudrir juntos la existencia, como una legra'' o ``C'est bon, c'est beau, c'est Baudelaire''.
A la actuación formidable de Mathieu Kassovitz en la cinta de Audiard, o a la perfección de Catherine Deneuve en la película de Techiné, se oponen, lamentablemente, la sobreactuación de Philippe Torrenton en Capitán Conan o la indolencia histriónica, el desánimo absoluto, de Gérard Lanvin en Anna Oz. Jean Louis Trintignant y Daniel Auteuil son dirigidos por maestros en Un héroe muy discreto y en Los ladrones, respectivamente, y Klapisch consigue retratos estupendos con los actores Agnes Jaoui y Jean-Pierre Bacri, autores de la obra de teatro en que se inspira Un aire de familia. (Jaoui fue también guionista de Smoking/NO smoking, de Alain Resnais).
El resto de las cintas de este Festival incluye: No debiste (Fallait pas), de Gérard Jugnot, El jaguar, de Francis Weber, Máscaras chinas (Portraits chinois), de Martine Dugowson, Love, etc.., de Marion Vernoux, y entre lo más promisorio, Bernie, de Albert Dupontel, cintas de las que se hablará posteriormente. En términos generales, el Primer festival de cine francés ofrece buenas sorpresas: una de ellas es, naturalmente, la posibilidad de ver un buen número de películas francesas recientes que de otra manera difícilmente habrían llegado con oportunidad a México; otra --hasta el momento, la mejor-- el placer de disfrutar Los ladrones, probablemente el momento más afortunado de este Festival