El presente año el Conacyt dio sorpresas en su convocatoria dados los cambios en algunos de los programas de apoyo. Y creemos que la comunidad científica nacional se sintió gratamente sorprendida. Sin embargo, también ha sido sorprendente, cómo algunos programas de apoyo se están comercializando. Y así vamos de sorpresa en sorpresa.
Ya todos estamos enterados de la reciente y enérgica reacción de algunos grupos de estudiantes del posgrado, ante sus becas y la angustia de sus pagarés. Las famosas becas-crédito, o cumples o pagas. Lo que no sabemos, y ojalá que el Conacyt lo diera a conocer, es cuál ha sido el resultado de este anacrónico sistema de ejercer el presupuesto otorgando no becas, sino préstamos. Y así, surgen algunas preguntas: ¿Qué porcentaje de estudiantes no cumplieron los requisitos? ¿Realmente el Conacyt ha recuperado los montos invertidos en apoyos de aquellos estudiantes que no cumplieron? Recordamos que por los años sesentas, éste era un sistema puesto en práctica por el Banco de México. Otorgaba préstamos a estudiantes, les daba un plazo y luego, a pagar. Pero esto se entiende y se acepta mejor, cuando viene de una institución creditica dedicada a administrar préstamos.
Pero es difícil comprenderlo cuando viene de una institución de apoyo al desarrollo científico en donde el avalúo no es comercial, sino que el solicitante es evaluado con criterios académicos y científicos, que deberían ser suficientes para apoyarlo sin someterlo a esquemas crediticios.
En reciente reunión (citada por el Conacyt, el 8 de noviembre de 1996) no sólo nos sorprendimos sino que, como en el telegrama del ranchero: ``extrañeza y no poca causado nos hubo'' otra novedad: los apoyos económicos para estancias sabáticas, también son préstamos. A pesar de que los recipiendiarios son profesores investigadores, cuyo crédito científico y académico es continuamente evaluado por los consabidos comités internos y externos. Y nada, de entrada, a firmar el pagaré.
Las políticas crediticias del Conacyt para sabáticos tienen otros efectos de impacto general en la comunidad científica. Citaremos solamente un ejemplo en el caso de los sabáticos al extranjero: si se va extendiendo la idea de que los investigadores mexicanos que salen de sabático deben tramitar un préstamo al Conacyt (beca sabática) aceptando la deuda personal inherente, resultaría que se estaría subsidiando a las instituciones extranjeras del primer mundo, eximiéndolas del pago y compromiso de apoyar a buenos investigadores cuyo trabajo, muy calificado, les saldría gratuito. Si, como se mencionó en la reunión, el propósito de estos préstamos es el de cuidar nuestro escaso dinero, no se ve claro cómo se concilia una cosa con la otra ya que en los países desarrollados existen organizaciones que apoyan y han apoyado económicamente a numerosos científicos mexicanos en sabático en el curso de los años: British Council, Fundación Humboldt, etcétera, y por otro lado el mismo Conacyt ha suscrito numerosos acuerdos de colaboración científica con innumerables países, los que podrían invocarse en estos casos para ``cuidar nuestro escaso presupuesto''.
La misma filosofía de ``recuperar el dinero'' parece estar detrás de la observación, por lo demás muy reiterada, de que la obligación de regresar por dos años a trabajar al país al término del préstamo sabático (so pena de pagar si no se hace) es el de evitar ``fuga de cerebros'', cuya educación pagamos todos los mexicanos vía impuestos.
Sobre esto, es evidente que hay científicos nacionles (también profesionistas, trabajadores y campesinos) que emigran fuera del país. Sin embargo, tratándose de científicos nadie menciona, y menos cuantifica, los numerosos ``cerebros'' bien preparados que nos han llegado y llegan del exterior para vivir y trabajar entre nosotros.
Tampoco los que han permanecido, a pesar de todo, en el país.
Claro, para la mentalidad de los banqueros, el problema no es serio.
Se firma el pagaré y al terminar el sabático el convenio amarra al investigador dos años en el país para que recupere su solvencia como sujeto de crédito, no científico, sino mercantil. Pero si acaso no se pudiera cumplir el requerimiento porque se genere otro compromiso en el extranjero, por ejemplo, se tendrá que pagar el equivalente de la cantidad otorgada, en salarios mínimos ¿y cuánto será de aquí a tres años? Siguiendo el símil del ranchero, pero ahora el del barzón: ``ahora vete a trabajar pa' que sigas abonando...''
Independientemente de que las técnicas economistas del Conacyt puedan ser muy eficientes para la ``recuperación de fondos'', creemos que en estos cambios de programas, que hasta ahora han sido eminentemente académicos, debe prevalecer eso, el crédito académico y científico del solicitante. Por tanto, parece que las nuevas políticas crediticias del Conacyt no pueden fácilmente entenderse como producto de una preocupación de ahorro pero, en el inter, poco a poco, van erosionando los ``usos y costumbres'' de nuestra incipiente comunidad científica.