La nueva situación mundial: los cambios en el equilibrio geopolítico; el reacomodo y la formación de bloques comerciales; el influjo de información económico-financiera, así como la nueva revolución científico-tecnológica, nos ha orientado a revisar críticamente la realidad para disponer de un diagnóstico que comprenda objetivamente las transformaciones en curso, sus consecuencias y tendencias, obligándonos, al mismo tiempo, a replantear supuestos que orientaron en el pasado la acción de las naciones. De manera fundamental nos ha llevado al convencimiento de la necesidad de promover una verdadera revolución educativa que mejore la calidad de la educación para el desarrollo democrático y el bienestar social de las presentes y futuras generaciones.
Esto no implica asumir concepciones subordinadas a los vaivenes del mercado y a las imposiciones de los intereses dominantes y mucho menos la aceptación de una integración forzada que violente la soberanía nacional y vulnere los derechos y aspiraciones de los pueblos.
Por el contrario entendemos que la educación vuelve a aparecer como un medio privilegiado para impulsar la superación intelectual y material de individuos y sociedades, para extender una moral pública que favorezca una convivencia, que reconozca y aproveche la diversidad, que promueva la discusión razonada y constructiva de las diferentes opiniones, que genere un crecimiento económico para el beneficio social con respeto al medio ambiente y a los recursos naturales, y defienda la independencia y la identidad nacionales, abriéndose, al mismo tiempo, a un mundo cada vez más interrelacionado.
Sobre estas consideraciones, maestros y sindicalistas procedentes de América, Francia y Portugal nos dimos cita --del 20 al 22 de noviembre-- en Montevideo, Uruguay, para intercambiar preocupaciones, inquietudes y opiniones; para compartir análisis y pensar colectivamente respuestas a los problemas y desafíos que enfrenta la educación y el papel que las organizaciones de los trabajadores de la educación asumen frente a ellos. Esa fue la razón de ser del Primer Foro Latino de la Educación a que convocó la Confederación de Educadores Americanos.
El diagnóstico de los sistemas educativos latinoamericanos que se expuso con datos estadísticos, a partir de fuentes internacionales y contando con argumentos sociológicos, pedagógicos y humanos nos habla de: un bajo rendimiento académicos; índices de eficiencia terminal deficientes y tendencialmente decrecientes; desarticulación entre los diferentes niveles y modalidades educativas (primaria, secundaria, media superior); desvinculación entre el proceso de enseñanza y el ámbito sociocomunitario, lo mismo entre los conocimientos adquiridos en el aula y las necesidades de la vida social y productiva.
La tensión entre la enseñanza que queremos construir y la que tenemos; entre los requerimientos de la escuela de fin de siglo --dotada de bibliotecas, fax, computadora e Internet-- y las carencias más elementales de muchos de nuestros planteles; entre las necesidades de llevar la educación a la población y las persistentes carencias en la cobertura educativa.
En este Primer Foro Latino --encuentro preparatorio para la Cumbre Internacional de Educación-- se discutió sobre la calidad educativa, en torno a las relaciones que hay entre educación, trabajo y ciudadanía, sobre los vínculos que la ética establece entre educación y democracia, y sobre las políticas públicas en la materia.
En las ponencias se reconoció la necesidad de impulsar una mejor formación para los docentes que contribuya a preparar mejor a los individuos, para el mundo que nos toca vivir y el que heredaremos a nuestros hijos. También se argumento con fuerza que esto implica no sólo conocimientos técnicos, sino sobre todo de una clara visión, que la educación es una política de Estado, la cual debe sustentarse en valores definidamente humanistas, que deben ser en beneficio de la sociedad y que no pueden estar separados ni mucho menos opuestos, la elevación de la calidad de la educación y el mejoramiento de las condiciones de vida, salariales y profesionales de los maestros.
De la misma manera, se rechazó enfáticamente responsabilizar al magisterio y sus organizaciones de las deficiencias de la calidad de la educación, no comprendiendo que su mejoramiento sustantivo exige invertir en los maestros. Al mismo tiempo se enfatizó que no podrá haber mejoría educativa, efectiva y duradera mientras persistan carencias nutricionales, familiares y del entorno social de niños y jóvenes.
Escuchamos y reflexionamos sobre las experiencias en las que la educación está llamada por un lado, con más fuerza a desempeñar un papel estratégico y aun vital para los países, y, por el otro, en que las decisiones que se tomen en materia educativa nos alejan de las posibilidades reales de que se cumpla esa función trascendental para la superación integral de las sociedades. En Montevideo, hicimos una revisión profunda de algunos temas que integran la agenda educativa, hacia la Cumbre Internacional de Educación que, bajo el auspicio de la Unesco, realizará la Confederación de Educadores Americanos del 10 al 14 de febrero del año próximo en la ciudad de México.