Hasta ahora el Ejecutivo ha minimizado la cuestión, señala
Hermann Bellinghausen, enviado /I, La Realidad, Chis., 24 de noviembre La aprobación de las reformas constitucionales en materia indígena, siguiendo los acuerdos de San Andrés, sería una ``oportunidad histórica'' para el Poder Legislativo, de anotarse ``un éxito político sin ningún costo significativo'', después de acumular numerosas derrotas y contradicciones, afirma el subcomandante Marcos.
Entrevistado horas antes de su salida rumbo a San Cristóbal de las Casas para participar, junto con la delegación zapatista, en las negociaciones con la Cocopa y la Conai para destrabar el diálogo de San Andrés, el dirigente rebelde evalúa las posibilidades de avance ``radical'' y ``revolucionario'' en la relación de México con sus pueblos indígenas, en caso de que los acuerdos de San Andrés se concretaran en reformas constitucionales.
Valorando las consecuencias favorables que esto tendría para la transformación del EZLN en una fuerza política, el subcomandante Marcos hace un profundo reconocimiento de la madurez y la fuerza del movimiento indígena independiente. Gracias a él, los zapatistas verían el cumplimiento de uno de sus sueños: que los acuerdos de la negociación de paz tengan alcance nacional y beneficien, en primera instancia, a los pueblos indígenas de la nación mexicana.
Reconoce la existencia de sectores dentro del gobierno, ``entre ellos el Ejército Federal'', sensibles a esta deuda de la nación, aunque no lo planteen ``en términos muy radicales''.
Cuando la suerte está echada, el subcomandante Marcos, antes de analizar en entrevista el actual contexto político nacional, pondera apasionadamente las posibilidades de avance a partir de la piedra de toque fundamental del alzamiento armado de 1994: la solución justa de las demandas indígenas.
--Una de las condiciones para reanudar el diálogo de San Andrés es que se avance en la reforma en materia indígena, producto de los acuerdos. ¿Cuáles son las perspectivas?
--Una cuestión de principio fundamental para el EZLN es que el objetivo de una negociación no es llegar a acuerdos solamente, sino que esos acuerdos se cumplan, y eso debe ser recíproco, porque llegado el momento de que el EZLN adquiera compromisos, es de esperar que se le exija cumplimiento. El EZLN está dejando claro que no va a seguir en el proceso de negociación si sólo produce acuerdos que no se cumplen.
En el caso de la mesa de derechos y cultura indígena, el primer paquete de acuerdos no se ha cumplido. Otro aspecto fundamental es que el EZLN es un movimiento indígena. No me refiero sólo a su composición sino a que su propuesta y buena parte de su legitimidad se construye sobre la crítica de las condiciones de vida de los indígenas a nivel nacional y concretamente en Chiapas.
Ahora, esto participa en un movimiento mucho más amplio que supera San Andrés y que engloba al EZLN, no lo absorbe; todo el movimiento indígena nacional adquiere un nuevo impulso a partir de enero del 94.
En torno al EZLN aparecen o reaparecen otras fuerzas indígenas, pero marcando continuamente la diferencia no sólo respecto a los métodos de lucha, sino también en torno a las problemáticas y a su tradición histórica. Cuando la agenda del diálogo de San Andrés se destraba y se pacta hablar sobre el tema indígena, el EZLN asume una actitud consecuente, cuando los compañeros dicen: ``En esta mesa se tienen que sentar todos los que tienen que hablar sobre el tema y no nada más nosotros''.
El problema indígena en México no es un problema entre el EZLN y el gobierno sino entre el movimiento indígena y la Nación, y todos deben participar.
Entonces se abre la mesa de San Andrés, a través de los invitados y los asesores. Los compañeros consiguen convocar a un buen número de líderes y de organizciones indígenas, y de estudiosos de la vida indígena nacional, que acuden a San Andrés, y ante una delegación gubernamental titubeante, torpe, ignorante, construyen juntos una forma de salida de esta relación, que hizo crisis en 94, entre la Nación y sus habitantes originarios. Y producen los acuerdos de San Andrés.
Prácticamente, los acuerdos de San Andrés le son impuestos al gobierno, y éste simplemente se suma a ellos, puesto que no aporta nada en la construcción de esos acuerdos. Como impulso final, el EZLN convoca al Foro Nacional Indígena, que vuelve a tener éxito en cuanto a representatividad y horizontalidad. El movimiento indígena plantea desde ese momento otro tipo de relación. No apunta a una estructura piramidal, sino que apuesta a construir una red y un movimiento: red cuando están separados, congreso cuando están juntos. Ese movimiento indígena llega a su punto más alto en octubre de este año, con el Congreso Nacional Indígena (CNI), que se deriva del Foro Nacional Indígena.
Este crecimiento estimula un debate nacional inmenso en torno a la cuestión indígena, sobre todo en cuanto a la autonomía y la cultura, que también provoca pronunciamientos lamentables de algunos intelectuales, que lo único que consiguen es hacer alarde de su ignorancia. Pero también provoca polémicas interesantes que obligan al movimiento a definirse más a sí mismo en ese combate ideológico.
En todo este ascenso del planteamiento de la cuestión indígena nacional, San Andrés se convierte, sin proponérselo, en un referente para el movimiento indígena, en una especie de ancla donde se pueden alcanzar acuerdos concretos, que no limiten, sino que sirvan para avanzar en otros rubros. El CNI y los movimientos que lo integran a nivel nacional se pronuncian por apoyar el cumplimiento de esos acuerdos.
Paradójicamente, el EZLN, a la hora que demanda el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, no lo hace sólo con el respaldo del EZLN o de la opinión pública; de pronto se ve respaldado por el movimiento indígena nacional organizado. Eso no ocurría antes. Así, nos encontramos con que detrás de los acuerdos de San Andrés hay muchas fuerzas que quieren que los mismos se cumplan, no sólo el EZLN.
Ahora, en los hechos nos encontramos ante la oportunidad de que los acuerdos se conviertan en compromisos a nivel nacional, aunque se suponía que en San Andrés no habría acuerdos nacionales. Se abre la posibilidad de que esos compromisos se lleven a la Carta Magna, la máxima ley del país. Esto no es mérito del EZLN, es del movimiento indígena nacional. El papel del EZLN es sencillamente plantearlo en la mesa como uno de los acuerdos.
Si estas leyes llegan al Congreso de la Unión y consiguen elevarse a categoría de ley constitucional, y por tanto obligar a la Nación a su cumplimiento, será mérito de estas gentes, más que de los zapatistas. Este es el modelo que nosotros hubiéramos querido que siguiera San Andrés también en las otras mesas.
--¿Y eso ya no puede ser?
--Lo que pasa es que el movimiento indígena nacional tiene otras perspectivas, otra experiencia histórica. Nosotros lo sentimos con más capacidad que otros sectores para entender cuál es la propuesta política que se necesita para transformar el país, en lo referente a la cuestión indígena y a la cuestión nacional. Cuando lanza la consigna ``Nunca más un México sin nosotros'', sí entiende realmente lo que nosotros llamamos la necesidad de una nueva política.
--¿Es porque los movimientos indígenas tienen una visita más práctica?
--Sí, y con otra tradición histórica. Tienen más qué aportar, son más sanos políticamente, más decididos, más combativos, como para llevar adelante las demandas. A partir de 1994 el movimiento nacional indígena consiguió el reconocimiento unánime nacional e internacional de la situación de los indígenas, y a nivel interno consiguió unanimidad, en cuanto a que, como alguien decía, para los indígenas es ahora o nunca. Si alguien cumple con el sueño zapatista de ``aquí está San Andrés, agárrenlo y hagan con él lo que quieran'', es el movimiento nacional indígena. Y está a punto de lograr algo que pasará a la historia.
--¿Cuáles son las perspectivas de la nueva ronda en San Cristóbal para lograr que se materialicen los acuerdos de San Andrés?
--Depende mucho de la movilización indígena, porque la tendencia gubernamental es a repetir San Andrés, como si la discusión no se hubiera dado y la negociación volviera a empezar. El gobierno tienen mucho temor de que esos acuerdos, al concretarse, signifiquen no un punto final para el movimiento indígena nacional, sino un punto y seguido, y que de ahí se sigan nuevas demandas que obliguen al gobierno y al poder en general (porque también los partidos políticos están recelosos de este avance) a reconocer que hay ahí hay una fuerza política diferente: son ciudadanos pero no son ciudadanos como los otros; tienen los mismos derechos pero tienen su propio funcionamiento específico. La nación debe reconocer que se encuentra formada por diferentes y no por iguales. El sueño ese de todos iguales y todos parejos no se puede cumplir ni siquiera teóricamente; en la realidad y en la teoría, México está formado por diferentes.
Tenemos la esperanza de que la Cocopa, en tanto Poder Legislativo, reivindique para sí lo que es derecho y legalidad para ellos: hacer leyes, no nada más aprobarlas. Esperamos que sepa saldar ese deber que tiene la Nación con los pueblos indios.
El Poder Legislativo es el que tiene la oportunidad histórica. El Ejecutivo se ha desentendido, delegando todo a la Secretaría de Gobernación, y ésta se apoya en funcionarios menores que tienen otras apuestas políticas y electorales en el reacomodo del 97.
--¿Entonces el movimiento indígena está brindando al gobierno y al Congreso de la Unión la oportunidad histórica de anotarse un tanto?
--Les está dando la oportunidad de un éxito político sin ningún costo, contra lo que puedan suponer algunos sectores de los más reaccionarios e ignorantes. Un régimen que ha cargado derrota tras derrota, contradicción tras contradicción, de repente se encuentra con una oportunidad de oro para tener un éxito político de resonancias importantes. Falta ver si tiene la estatura moral para asumirlo.
--¿Qué significa para el EZLN que se apruebe la reforma constitucional sobre derechos indígenas en los términos en que están planteados los acuerdos de San Andrés?
--Significaría saldar una cuenta, una de las causas fundamentales de nuestro alzamiento: la situación de los indígenas a nivel nacional. Además, significaría la ratificación del apellido del EZLN en cuanto al carácter nacional de su lucha y de sus demandas, que el gobierno ha querido achicar a cuestiones locales.
El hecho de conseguirlo a través del diálogo y la negociación sería también recibido por los miembros del EZLN como una señal muy fuerte respecto a que es posible obtener resultados en las demandas propiamente zapatistas por otros medios que no sean la clandestinidad y la lucha armada.
Lo que le da impacto, éxito político y gran presencia en los medios al EZLN, e incluso éxito militar -porque el conocimiento del terreno es fundamental- es que está formado en todos sus niveles de dirección, de combate y de organización política por indígenas mexicanos.
Yo pienso que un buen resultado sería valorado por los combatientes como lo que es: un triunfo muy importante conseguido de esta forma. Además, muchos otros actores se verían identificados con este logro, sobre todo el movimiento que nosotros llamamos de la sociedad civil, el cual vería aquí el éxito más grande de cuantos ha tenido, aparte de haber impedido la guerra y haber conseguido que la solución del problema indígena nacional avance por vías no militares. Se trataría del fin del principio de una revolución en el trato de la Nación con sus pueblos indios.
--¿La revolución pacífica de un movimiento armado?
--Sería la parte final de la batalla que se inicia el 1¼ de enero de 1994. Digamos que el EZLN se alza en un momento de desesperación, cuando el escenario político le resulta totalmente adverso. Consigue, con esta percepción de los medios y de la sociedad civil, voltear esa correlación de fuerzas y hacer percibir lo indispensable de estos cambios. Y digamos que la campaña del 1¼ de enero del 94, que inicia militarmente, terminaría en forma de movilización civil y pacífica.
--¿Pueden no aprobarse las reformas constitucionales en materia indígena?
--Hay tendencias de parte de ciertos sectores gubernamentales y algunos sectores despistados del medio intelectual que apuestan a que la reforma sea intrascendente. Pero creo que es el Poder Legislativo el que asumirá el costo o el éxito político. Sería una señal muy fuerte para los zapatistas que esto se lograra. Lo contrario equivaldría a ir contra la historia, la opinión pública y de esta lógica, que apunta a resolver los problemas fundamentales con reformas fundamentales o radicales. Iría incluso en contra de sectores dentro del gobierno, entre ellos el Ejército Federal, que reconocen que la relación del gobierno y la sociedad con los indígenas no ha sido justa ni equitativa como debiera, sin plantearlo en términos muy radicales. Y esas cosas las entiende muy bien el Ejército, porque su base social es también indígena.
--Si no se aprueban las reformas, ¿de quién sería la derrota?
--Del gobierno. Sería prácticamente su liquidación como Estado, como forma de gobierno. Delataría su incapacidad para resolver los problemas sin el uso de la fuerza.