Teresa del Conde
Luciano Spanó en el Museo del Chopo

Dieciocho pinturas casi formando una ambientación de cuerpos humanos pintados al óleo, pueden observarse en el Museo Universitario del Chopo, recinto adecuado para una exposición de esta índole, pues todos los formatos son grandes y se necesita buen tiro visual para apreciarlos desde distintos ángulos.

Al mismo pintor debe haberle resultado difícil imaginar el aspecto que ofrecerían sus obras ya museografiadas cuando las miraba en el ámbito recoleto de su taller. Su proyecto para la muestra que comento es ambicioso, lleva varios años de estarse pergeñando y tuvo una primera fase de exhibición en el Centro Cultural San Angel, hace más de cuatro años. La serie comprende este conjunto de pinturas exhibidas en el Chopo más otras, de tamaños diversos, que han tomado vías de exhibición en muestras colectivas y en la individual presentada en la Galería Oscar Román.

La exposición es conclusiva. Cierra (o abre otras posibilidades) una etapa en la trayectoria de este pintor, durante la cual se ha dedicado a explorar la morfología y el movimiento de los cuerpos humanos: femeninos y masculinos. Es un trabajo que se ha realizado pintando ante modelos. Se adivina que el autor dicta las poses y que éstas tienen su retórica en momentos clave en la historia del arte, partiendo de Andrea Mantegna, pasando por Miguel Angel y culminando con Rodin.

Asimismo está presente, tal vez de manera subliminal, José Clemente Orozco; hay un cuadro en el que las figuras hacen un friso que en posición invertida recuerda la peregrinación de Las dos Américas en la Biblioteca Baker de Dartmouth College. Sin embargo tengo por cierto que Spanó, nacido en Italia en 1959 y radicado en México desde 1974, año en que inició --en La Esmeralda-- su formación como grabador y pintor, no conoce estos murales, aunque sí conoce y admira profundamente un conjunto considerable de obras del gran jalisciense a quien los pintores jóvenes de hoy no han dejado de admirar ni un ápice, tal vez porque avanza en muchos aspectos las modalidades de la nueva figuración y aun las de la transvanguardia. Otro resabio que puede encontrarse en fragmentos de ciertas pinturas está referido a Francisco Corzas, si bien la configuración de los cuerpos difiere radicalmente en uno y otro. En Spanó hay un ímpetu que mucho tiene de gestual (de aquí su predilección por los formatos grandes), como si los recursos propios de modalidades más abstractas, que él ha cultivado, se impusieran sobre su figuración de ahora.

La idea de ejercitarse, de realizar ejercicios en aras de apoderarse de la representación del cuerpo humano, es patente en varios de los cuadros exhibidos. El espectador que se enfrenta a este conjunto aprecia en primer término su totalidad, el esfuerzo pictórico realizado y la manera como las masas, el color, la luces y las sombras han sido manejadas. Después, obervando obra por obra, empiezan a aparecer rasgos, zonas, trazos que dan cuenta de dos cosas: por un lado existe una retórica (en el buen sentido del término), que persuade en unas obras más que en otras, y por otro, existen también ciertas arbitrariedades --no referidas al manejo de escalas-- que desde mi punto de vista son producto del carácter de ``ejercicio'' que privó en una serie mucho más amplia que el conjunto exhibido.

Luciano Spanó declaró lo siguiente a Alberto Híjar, quien escribió el texto de presentación para su exposición El cuerpo de otra manera en el Centro Cultural San Angel: ``Hace tiempo que mi investigación en la pintura se ha dirigido hacia la comprensión del espacio tridimensional en el plano. Profundidad, perspectiva y atmósfera han sido la preocupación en mi trabajo''.

Si bien la muestra actual puede, en un sentido, considerarse como secuela de la antes realizada, en otro aspecto presupone un modo distinto de encarar la pintura de los cuerpos. Hoy día la duplicación, los ejes en contrapposto, los escorzos y cambios de escala, las agrupaciones, el modo de tratar la piel de los cuerpos (la piel es el límite que tenemos con lo otro, con lo que nos rodea) parece más bien encaminarse a reflexionar, a filosofar se diría, sobre las metamorfosis radicales a las que los cuerpos están sometidos. Cuando yo vi algunos de estos cuadros en el estudio del artista, no conocía los títulos y sin embargo les encontraba algo que iba más allá de sus puras morfologías. Ahora conozco los títulos, veo que son connotativos, es decir, que dictan una posible lectura de las composiciones, comenzando por el que arma la muestra: Per fare un uomo.