Marcos: en 97, tianguis de ofertas políticas
Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 25 de noviembre II y último Aunque el EZLN aún no está listo para salir a la vida civil y pública, pues ``ninguna de las tres grandes expectativas de los zapatistas respecto al diálogo se ha resuelto'', según el subcomandante Marcos, si la negociación avanza, ``podríamos estar hablando de semanas'' para el tránsito de algunos zapatistas a la vida civil.
Mientras se dispone a viajar rumbo a San Cristóbal para probar la vía alterna de negociación, que podría servir de modelo para cuando se reanuden los diálogos directos con el gobierno, el vocero y jefe militar del EZLN habla de los escenarios políticos posibles para la participación civil del zapatismo. Se refiere a quienes esperan su salida pública, quienes la temen y quienes la menosprecian. De ahí deriva una radiografía del sistema político mexicano en vísperas del año electoral.
--En caso de que se resuelva la reforma en materia indígena, ¿qué sigue para los zapatistas?
--Un aspecto fundamental que guía al zapatismo armado y clandestino es la falta de espacios para la participación política. Eso lo conforma entretejiendo demandas indígenas con demandas sociales, de justicia y democracia, sobre las cuales el EZLN arma la agenda de diálogo y negociación con el gobierno, y su diálogo con la sociedad civil.
La primera cuenta que debe saldar el EZLN es con sus propias bases de apoyo. Esas comunidades se alzan en armas en una situación desesperada, y ahora podrían encontrarse con la oportunidad de resolver sus condiciones de vida, cuando menos elevarlos del nivel de sobrevivencia en que se encuentran.
La otra cuenta saldada sería la creación de un espacio digno de lucha política para que los miembros del EZLN pudieran seguir siendo rebeldes, de otra forma que no sea clandestina, detrás de un pasamontañas o con armas.
Por su parte, el Estado tiene que saldar su deber con las comunidades indígenas rebeldes que, a riesgo de su vida y su bienestar, le hicieron ver lo que estaba pasando a nivel nacional, y han resistido durante casi tres años. Lo haría con un acuerdo digno que garantizara el tránsito a la vida civil y a la lucha política, legal y pacífica de los miembros del EZLN, que también trajera aparejadas condiciones militares de distensión en la medida en que el conflicto quedara desactivado. Es lo que se plantea en la agenda pactada en San Andrés como la mesa de reconciliación, de distensión y cese de hostilidades.
--En caso de que todo esto fuera favorable, ¿está listo el EZLN para salir a la vida civil y pública?
--No, porque la moneda sigue en el aire; ninguna de las tres grandes expectativas de los zapatistas respecto al diálogo se ha resuelto. Y en las crisis que estamos viviendo reaccionamos como un ejército: nuestras tropas no analizan la situación política nacional para salir, sino para tomar posiciones; porque esperan un ataque, algún movimiento militar, alguna traición como la del 9 de febrero.
Se necesitaría que conforme se fueran cumpliendo las condiciones viniera una distensión militar y política. Es muy importante la liberación de los presuntos zapatistas presos, de tal forma que el EZLN pudiera acompañar el cumplimiento de sus expectativas con un trabajo interno de transformación. Porque la conversión de un ejército rebelde en una fuerza política no es sólo problema de una ley o de algunas declaraciones, sino que implica modificar la relación con el trabajo político. Obliga a los zapatistas a pensarse en otro escenario para llegar al momento final, ya fuera con el tratado de paz o al menos con señales favorables para la transformación del EZLN en fuerza política.
Lo que queda de noviembre y diciembre serán momentos de definición respecto a la negociación y al diálogo. Si el EZLN recibiera una señal fuerte tendría que considerar su transformación interior, incluso plantearse la cuestión de la identidad. El problema no son las armas sino la identidad, porque los zapatistas saldrían a un escenario inestable, de criminalidad política y golpes dentro del propio gobierno. Sin condiciones de seguridad para los compañeros sería como entregar a la gente que saliera.
Pensamos que sí podemos transformarnos, si hay condiciones que permitan a los pueblos y a los combatientes no vivir pendientes de algún choque, debido al gran volumen de tropas federales, para que puedan dedicarse a trabajar realmente en el proceso de paz.
--¿Está planeada en el corto plazo la revelación de algunas identidades de miembros del EZLN?
--De julio a la fecha hemos sido claros, desde el Foro Especial para la Reforma del Estado: los tiempos los pone el Estado mexicano. Si quieren rápido a los zapatistas afuera, haciendo política en los términos que se pacten, los van a tener. Si quieren alargar los plazos, buscarán la forma de poner en crisis y abortar lo conseguido haciéndonos perder no meses, sino años. Pero si los tiempos se resuelven y plantean en buenos términos políticos, podríamos estar hablando de semanas para este tránsito de algunos zapatistas.
--¿En qué afecta el surgimiento de nuevos grupos armados al proceso de incorporación a la vida política del EZLN?
--Por supuesto, incide en los procesos de transformación, negociación y distensión militar. Lo estamos valorando a nivel del Comité; juntamos la información y vemos sus impactos. Pero no tenemos todavía el panorama completo.
--Ante la posible aparición de los zapatistas en la vida civil, ¿quién los espera, quién los teme, quién los ningunea?
--El gobierno nos menosprecia; calcula que el impacto del zapatismo en la vida política y civil sería mínimo, y con un poco de suerte quedaríamos como fuerza regional. A lo más, tendríamos impacto nacional en el movimiento indígena. El gobierno apuesta a que dentro del estómago del sistema político mexicano seríamos digeridos al menor costo, como si fuéramos una fuerza política a la que ni siquiera hay que hacerle concesiones, sino que el mismo quehacer político, abierto y legal nos pondría en nuestro ``tamaño justo''. De lado del gobierno y en ciertos grupos intelectuales se apuesta a que, fuera de lo romántico que significa la montaña y dentro del gris de la política mexicana actual, el EZLN entraría al juego de las tonalidades grises.
Entre quienes nos temen están los partidos políticos con y sin registro. Los primeros de alguna manera ya hicieron con la reforma electoral un acuerdo entre los cuatro para decidir la vida política de la nación y la sociedad sólo podrá participar a través de ellos o frente a ellos. La aparición de una nueva fuerza política, aunque no sea el zapatismo, metería ruido en sus acuerdos internos y los obligaría a replantear el juego político, sobre todo para el próximo año electoral.
Con el EZLN podrían simpatizar ciertos sectores de empresarios, de la clase media, de trabajadores; además, por supuesto, de los campesinos e indígenas. En la política mexicana, el terreno se supone ya ocupado. Cada partido tiene su parcela de poder, incluso geográficamente.
La aparición de una nueva fuerza provocaría una recomposición de ese espacio. Los partidos le apuestan a que el EZLN sea absorbido por alguno de ellos y, así, mediatizado. En esa perspectiva, esta parte de la sociedad civil que ha caminado con el EZLN desde 1994, gente que aspira al tránsito a la democracia, gente progresista, sectores intelectuales y de la clase política de los distintos partidos, que llegado el momento de definición electoral, parecen desprenderse del resto de la sociedad y entrar en el juego de la política profesional, la política-política, y no para o con la sociedad civil.
A nosotros nos llama la atención que en los recientes procesos electorales, que tanto entusiasmo han despertado entre los partidos de oposición, el abstensionismo haya sido alto, como en los mejores o peores momentos del sistema político. Eso significa que el Estado ha jalado a la clase política mexicana para llegar al proceso electoral de 1997 como a un tianguis de ofertas políticas, con postores frente al público, pero separados uno del otro. Mercadotecnia electoral. La sociedad participa como espectadora.
El sistema político ya no da para más. Un sistema que concibe a la población como espectadora es el principal promotor de la aparición del EZLN como organización armada y clandestina. Ciudadanos que no quieren ser espectadores ni parte de los perdedores en el mercado de los partidos. Necesitan otras formas de hacer política, y si no las hay, tendrá que ser a tiros.
Así habría que entender también el surgimiento de otras organizaciones armadas, revolucionarias, cuyos planteamientos no son indígenas, ni respecto a las demandas económicas, como las plantea el EZLN, pero sí tienen muy arraigado el problema de la falta de espacios para la participación política.
El EZLN tiene que decidir de qué lado del escenario va a estar; por ejemplo, en 1997, ante el clásico templete donde se suben los partidos en su campaña, y abajo, donde la gente se junta. Nosotros pensamos en la gente que quedó atrás, fuera del espacio político, después de las grandes jornadas políticas de la sociedad no política en 1985, 1988, 1994.
Pensamos que en ese sector nos esperan para hacer trabajo político.
Otro sector que nos teme afuera prefiere al zapatismo en la montaña, pues ya se creó un espacio como correa de transmisión del zapatismo y, al salir nosotros, se le modificaría el escenario.
Entre la gente que nos espera hay sectores importantes de la izquierda mexicana que no tienen registro, organizaciones sociales a las que la salida del EZLN les plantearía una plataforma común.
Debemos decidir si vamos con la clase política a hacernos políticos profesionales o damos la media vuelta hacia toda la gente que nos espera con una propuesta nueva.
--Si avanza el proceso de paz, ¿qué harán los zapatistas en el 97?
--A diferencia de lo que es para los partidos, para los zapatistas el año próximo empieza en enero de 1997. Entonces diremos qué vamos a hacer.
--Si ya has hablado antes sobre la posible participación del EZLN en el 97, ¿por qué ahora eludes el tema?
--Lo que pasa es que los compañeros del comité me pidieron que ya no hablara del tema porque no ha llegado su hora. Cuando sea el momento, lo volveremos a tocar