La Jornada 28 de noviembre de 1996

Abraham Nuncio
Nuevo León

Alguien se equivocó de acto y llegó al lugar cuando finalizaba la sesión inaugural del V Congreso de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos. Preguntó si allí era la reunión. Uno de los asistentes le contestó: sí, pero ya se terminó. Casi con susto, el despistado circunstante exclamó: ¿la de Nati? Intuí, sin atreverme a ir más lejos, que acaso el largamente esperado destape de Natividad González Parás se había producido. No fue según la ortodoxia, pues simplemente convocó a una rueda de prensa y dio a conocer sus aspiraciones a la gubernatura de Nuevo León. En la mañana se había sabido de su renuncia a la subsecretaría de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación.

Cuarenta y ocho horas más tarde, el PAN postulaba candidato a gobernador de Nuevo León al industrial Fernando Canales Clariond, ya derrotado en 1985 para el mismo puesto en unas cuestionadas elecciones. Ahora resultó triunfador en la elección interna de Acción Nacional frente a Mauricio Fernández, senador de la República; Jesús Hinojosa, presidente municipal de Monterrey, y Ricardo Garrés Valdez.

La patria está en todas partes, subrayó enfático Emilio Krieger al dar inicio el V Congreso de Abogados Democráticos. La frase del combativo jurista dotaba de sentido a la decisión de que Monterrey fuera sede del evento. Días atrás, la prensa difundió uno de esos hechos reiterados que navegan con insignia de insólitos: en internet había aparecido la home page de la República de Nuevo León y Valles de Santa Lucía con todo y su bandera e información adicional. En El Norte, que otorgó mayor espacio a la nota informativa, se podía apreciar, ante todo, el curioso símbolo: en fondo de dos bandas horizontales --una azul y la otra blanca-- aparece el actual escudo de Nuevo León; una minúscula cenefa tricolor, como para designar el antiguo origen, luce en el lado del asta.

Lo azaroso tiene en su reverso lo causal. La Jornada publicó hace semanas el croquis de un simulacro bélico cuyo objetivo sería la invasión militar de Estados Unidos a México. Caspar Weinberger no omitió detalles. Ni siquiera los que lógica y diplomacia harían suponer. Los movimientos y ataques que imaginó estarían dirigidos a blancos estratégicos que desarticularían en un tris la vida de México y su posible defensa. Entre esos blancos no se hallan Monterrey y su zona metropolitana, corazón de Nuevo León.

La revista norteamericana Command de corte neonazi, especializada en temas bélicos y patrocinada por empresas que venden desde armas hasta soldaditos de juguete, dedica su número de noviembre a la guerra norteamericana de 1846-48 con México. El titular de la portada es llamativo y da la impresión de algo actual: WAR WITH (en letras azul y blanco) MEXICO! (en tricolores). Entre las ilustraciones más destacadas se halla la litografía de Monterrey realizada por Frederick Swinton. En el primer plano aparece el Palacio del Obispado construido en la loma de Chepe Vera. La bandera de Estados Unidos ondea en la parte más alta del edificio.

Las fuerzas estadunidenses ocuparon la capital de Nuevo León casi dos años. Del episodio nada se dijo en las celebraciones del cuarto centenario de su fundación. Pero se dirá, así sea por la vía de la ficción literaria. Cris Villarreal, escritora regiomontana radicada en Austin, trabaja una novela (Monterrey USA) donde se refiere a esa parte triste de nuestra historia.

Vieja historia. Pero más vale tenerla presente, ante signos tan ominosos, para que no se repita. A causa del expansionismo norteamericano, de un federalismo inviable y una nefasta dictadura sufrimos la mutilación de nuestro territorio. Hoy perdemos ya soberanía merced al régimen sostenido por el bipartidismo PRI-PAN; pero podemos perder mucho más. El pronunciamiento separatista del presidente del Centro Patronal de Nuevo León en septiembre de este año no puede soslayarse. Se trata de un chantaje: aprovechando la coyuntura electoral y teniendo el PAN a Nuevo León como su carta más fuerte, la amenaza de poner Estado aparte puede redituarles no sólo en lo económico a quienes animan ese tipo de provocaciones. Sólo hay que recordar los daños que pudo causar a la República el cacicazgo de Santiago Vidaurri, cuando aquélla le hacía frente a otra invasión, la francesa. Vidaurri quiso escamotear al gobierno de Juárez los recursos provenientes de los impuestos fronterizos, no lo consiguió y se pasó a las filas del enemigo.

La disputa por recursos de ese mismo tipo forma parte de las tensiones del momento entre los patrones regiomontanos y el gobierno federal.

La campaña electoral que culminará con las elecciones de 1997 permitirá ver con mayor claridad, en la figura de los candidatos del PRI y el PAN, hasta dónde el envés de lo azaroso puede estar determinado por el revés de lo causal.