La Jornada 28 de noviembre de 1996

La violencia no llegó al Centro Histórico

Miriam Posada García La expectación invadió el Centro Histórico. Los comerciantes establecidos levantaron tarde sus cortinas y por lo menos 600 granaderos se mantuvieron alerta, pero la batalla nunca llegó.

Horas después de que el hijo de la dirigente Alejandra Barrios fuera detenido por elementos de la Procuraduría General de Justicia del DF, los ambulantes respetaron las calles y su única manifestación de protesta fueron varias vueltas al Zócalo, y después marcharon tomados de las manos a la sede del PRI capitalino.


Protesta de comerciantes ambulantes.
Foto: José Antonio López

Alrededor de las 9:00 horas de ayer elementos del agrupamiento de Granaderos y de la Unidad Especial llegaron al Zócalo capitalino, algunos equipados con escudos, chalecos, toletes y cascos, y otros sólo con sus cascos y toletes.

La distribución de elementos abarcó sólo calles aledañas al Centro, como 20 de Noviembre y 5 de Febrero, hasta República de El Salvador, Moneda, El Carmen, Pino Suárez, Palma, Motolinia, Tacuba y Madero.

En comparación con los dos días anteriores, la presencia policiaca disminuyó, ya que sólo participaron 600 elementos que estuvieron coordinados por el director de Agrupamientos, Enrique Tello, quien acompañó al secretario Enrique Salgado Cordero en un recorrido por la zona.

Al respecto, el general Salgado dijo que los elementos de la SSP prestarán apoyo a las autoridades de la delegación Cuauhtémoc cuantas veces se lo soliciten, porque forma parte de sus labores de prevención y de resguardo de la seguridad ciudadana.

La orden de los superiores fue muy clara: ``respeto ante todo'', y en caso de que algún vendedor se estableciera ``solicitar apoyo a Vía Pública''.

Durante la mañana, el delegado Alejandro Carrillo Castro supervisó la zona de conflicto y a su paso por las calles del Centro pidió a los vendedores de periódicos que quitaran los dulces y refrescos de sus puestos porque su permiso no comprende esos productos.

También le pidió a un grupo de yerberos y a un ambuante furtivo que se retirara de la vía pública, y advirtió que toda persona que transgreda las disposiciones oficiales o que incurra en actos de provocación será acreedora a las sanciones correspondientes.

El delegado manifestó su satisfacción al ver las calles limpias de ambulantes, ``porque funcionó la concertación, funcionó el convencimiento con los dirigentes, y así se pueden cumplir las disposiciones legales''.

La esperada aparición de los ambulantes se produjo casi a las 12:00 horas. Aproximadamente cien personas se acercaron al edificio del Departamento del Distrito Federal y desde abajo de la banqueta exigieron que los dejaran trabajar en la calle.

Después marcharon alrededor del Zócalo; el contingente creció y se volvieron a instalar frente a las oficinas del DDF. Esta fue la mecánica por lo menos durante dos horas, tiempo durante el que ninguno de los dirigentes de ambulantes se presentó para apoyar a sus agremiados.

Mientras los ambulantes le daban la vuelta a la Plaza de la Constitución, un grupo de danzantes, a quienes tampoco los dejaron trabajar frente al museo del Templo Mayor, bailaron y tocaron sus tambores frente a la regencia, a modo de protesta.

Después de gritarle al secretario general de Gobierno: ``Toledano, fascista, te tenemos en la lista'', y de pedir que ``los funcionarios se mochen con parte de su salario'', el contingente, que para las 14:00 horas llegaba a casi mil vendedores, decidió iniciar una marcha con destino a la sede del Partido Revolucionario Institucional del DF.

Tomados de la mano, sin armas, sin obstruir la circulación y al grito de ``Campa, amigo, estamos contigo'', los comerciantes avanzaron por las calles del Centro escoltados por elementos de la SSP, a quienes les agradecieron el ``apoyo'', al igual que al delegado en Cuauhtémoc