AN y PRD: las deudas ``inmovilizarán'' al DF
Encontrará el nuevo gobierno un débito 4,500% mayor que en 94 El endeudamiento todavía es ``manejable'', asegura la regencia Subsanan los préstamos corrupción y fracaso fiscal: Abascal Los recursos han sido usados con fines electorales, señala Peñaloza No se ha financiado el déficit, sino ``grandes obras'', dicen priístas
Alonso Urrutia y Víctor Ballinas La herencia financiera que la gestión del regente Oscar Espinosa Villarreal dejará al primer gobierno electo de la ciudad será una deuda que en tres años creció en 4 mil 500 por ciento, al pasar de 300 millones en 1994 a 13 mil 500 millones en 1997, virtualmente en el límite de la capacidad de endeudamiento del gobierno.
La deuda del DDF pasó en tres años de representar el 1.8 por ciento del total del presupuesto anual en 1994 al 35 por ciento en 1997, lo que implicará pagar por servicio de la deuda 2 mil 389 millones de pesos, el 6.7 por ciento del presupuesto, el más elevado desde que el DDF entró en crisis financiera en 1985, que obligó al gobierno federal a asumir la deuda local.
En los últimos dos años previos a la primera elección del jefe de gobierno en la ciudad, el DDF dejó atrás el discurso de las finanzas sanas para cubrir con deudas el déficit presupuestal. Por primera vez en la última década se justificó el endeudamiento para incrementar el financiamiento para la nueva orientación en la política económica.
``Todavía es una deuda manejable'', afirma el gobierno capitalino. Es un manejo ``perverso'' del endeudamiento que inmoviliza al próximo gobierno y le reduce su capacidad de respuesta a las demandas, coinciden el PAN y el PRD.
Salvador Abascal, representante del PAN en la Comisión de Presupuesto de la ARDF, sostiene: ``De acuerdo con la programación del endeudamiento en la ciudad, el DDF podrá volver a contratar deuda el año 2001''.
En los últimos dos años, ``la corrupción, la ineficiencia en el gobierno, el dispendio y el fracaso de la política fiscal se han subsanado con una deuda que en 1997 representará el 17 por ciento del gasto programable. ¿Qué va a pasar en 1998, cuando ya no se pueda volver a endeudar el gobierno para sustituir casi la quinta parte de su presupuesto?''
Para el perredista Pedro Peñaloza el manejo de la deuda en los últimos dos años ha sido con fines electorales y con ``perversidad política''. En 1998, el primer gobierno electo de la ciudad estará al límite de su endeudamiento y la lógica es clara: ``Con menores recursos se reduce la capacidad de respuesta de un eventual gobierno de oposición y se genera inconformidad''.
En tanto, para el priísta Javier Garduño, presidente de la Comisión de Presupuesto de la ARDF, ``la adquisición de la deuda se ha efectuado con responsabilidad y siempre para financiar los grandes proyectos que requiere la ciudad para su sustentabilidad y no para un manejo político''. Lo más importante, subraya, ``es que la deuda adquirida no fue para financiar el déficit fiscal, sino para obras''.
Acelerado crecimiento de la deuda
Las experiencias recientes en el manejo presupuestal del DDF van de una crisis financiera en los ochenta al discurso de saneamiento financiero, a costa de un desmedido incremento en las principales contribuciones.
Pedro Peñaloza refiere que en 1982 el gobierno capitalino llegó a pagar más del 21 por ciento de su gasto total, lo que obligó a la intervención del gobierno federal. Mediante el denominado Convenio para la Rehabilitación Financiera del DDF asumió, ``por única vez'', el 96 por ciento de la deuda, transfiriendo la carga financiera asumida al ramo 24, Erogaciones para el Saneamiento Financiero.
En 1986, la asunción de los pasivos por parte del gobierno federal benefició a las finanzas públicas capitalinas, ya que redujo el servicio de su deuda a la quinta parte de lo que pagaba en 1985 y la amortización a una dieciseisava parte. En ese año, los ingresos propios de la ciudad crecieron 17 por ciento con respecto a 1985, lo que no ocurría desde hace 11 años. A partir de ese año, los intereses y la amortización de capital que enfrentó la ciudad tuvieron que cubrirse con recursos propios y, a pesar de que la deuda continuó, se redujo, ya que pasó del 20 por ciento del ingreso total en 1986 a 0.3 por ciento en 1989; incluso hubo un desendeudamiento de 6 mil 42 millones, refiere el perredista.
Con la gestión de Manuel Camacho Solís la deuda se mantuvo estable a un alto costo para la población. Incrementos hasta de mil por ciento en los impuestos soportaron las finanzas sanas de la ciudad; 300 millones de pesos fue el endeudamiento que asumió la nueva gestión de Espinosa Villarreal.
En diciembre de 1995, la política financiera del DDF cambió radicalmente. El Congreso de la Unión autorizó un techo de endeudamiento de 5 mil 100 millones de pesos para 1996 y en 97 se contratarán 5 mil 900 más para ubicar la deuda en 13 mil 500 millones.
Deuda manejable: DDF; el financiamiento, a grandes obras
Para la Secretaría de Finanzas del DDF, los niveles de endeudamiento alcanzados no ponen en riesgo la viabilidad financiera de la ciudad, que justifica, en el fortalecimiento de la inversión del gobierno capitalino, la necesidad de endeudarse.
Las condiciones del endeudamiento son ``bastante ventajosas'': créditos del Banco Mundial, Japón y de Europa destinados a proyectos ambientales y de transporte, lo que permite una amortización a largo plazo y con bajas tasas de interés. Asimismo, el Departamento del Distrito Federal adelantó que para 1997 se destinará al pago de la deuda el 6.17 por ciento del presupuesto de la ciudad.
Los 5 mil 900 millones de pesos se destinarán en un 62 por ciento para financiar proyectos de transporte --Metro y trolebuses--; 22 por ciento para el programa de sustentabilidad del Valle de México, que evite inundanciones y recicle el agua pluvial; 12 por ciento destinado a adquirir equipo de seguridad, y 4 por ciento dirigido a los programas de reforestación.
La deuda cubre ineficiencias y corrupción: PAN
Para el Partido Acción Nacional, el acelerado crecimiento de la deuda ha tenido fines políticos, para financiar obras en tiempos preelectorales, al tiempo que maniata al próximo gobierno en la capacidad del endeudamiento y en las obligaciones por el servicio de la deuda; además de reducirle la disponibilidad de recursos.
Salvador Abascal sostiene que el gobierno capitalino ha acudido al endeudamiento para financiar sus ineficiencias. Da cifras: en 1994 el gasto corriente representaba el 60 por ciento y para 1996 ya alcanzaba el 71 por ciento.
El manejo financiero evidencia que el sacrificio fiscal impuesto a la población no se traduce en mejores servicios y, en contrapartida, surgen escándalos de corrupción y dispendio, además de provocar que fracase la política fiscal, precisa Abascal.
Al abundar en este último punto, señala que la carga financiera se ha mantenido en los contribuyentes cautivos, mientras que hay nulos avances al enfrentar la economía informal. El gobierno, dice, se rehúsa a gravar a ambulantes y a los microbuseros porque son sectores donde se tienen que conceder prevendas políticas.
Abascal señala que con la nueva deuda autorizada por el Congreso, el Distrito Federal llegó al límite de su capacidad de endeudamiento. La programación de créditos señala que la ciudad no podrá volver a endeudarse sino hasta el año 2000.
Subraya que anteriormente el gobierno financiaba los megaproyectos con recursos propios y en la actualidad se recurre a la deuda como parte del presupuesto anual.
Para el perredista Pedro Peñaloza el sobreendeudamiento acentuado en los últimos años enfrenta a la ciudad al problema de su sustentabilidad, porque esa política casi ha llegado a su límite y en 1998 se enfrentará el problema del financiamiento de los principales programas.
En los últimos dos años la deuda ha sido parte del presupuesto, por lo que para el próximo gobierno se abre la disyuntiva de tener que financiar la parte que se ha cubierto con deuda o con mayor incremento de impuestos.
En tanto, para el dirigente priísta capitalino Roberto Campa Cifrián, la deuda ``aún es muy manejable, pero tiene que entenderse que en algún momento la federación va a tener que apoyar a las finanzas de la ciudad con su deuda, porque hoy la urbe es un ejemplo fiscal al pasar de un esquema de dependencia casi total a vivir con sus propios recursos.
Hay que considerar que la deuda se contrata para grandes obras, como son transporte y la viabilidad hidráulica capitalina.
En este sentido, Javier Garduño apuntó que la deuda no pone en riesgo la viabilidad financiera de la ciudad. Da cifras: la deuda de Nueva York es el 120 por ciento de su presupuesto, mientras que a Madrid le representa 80 por ciento y en Santiago el 50 por ciento.
Garduño subrayó que ``sería más irresponsable no financiar ahora los grandes proyectos que requiere la ciudad para alcanzar su sustentabilidad''.
La deuda no financia déficit, sino necesidades elementales; ``sólo que la oposición tiene una visión aldeana del manejo financiero; piensan en una aldea, no en un country, una ciudad, un país'', afirmó