Eduardo Loría
Los costos de la política monetaria

Durante mucho tiempo ha habido una gran discusión en la política económica de los países en cuanto a los beneficios y los costos de la política monetaria.

En general los bancos centrales y los partidarios de las políticas monetarias restrictivas han defendido el argumento de que la política monetaria expansiva no debe utilizarse como instrumento del crecimiento, debido a que sólo genera efectos positivos efímeros y costos muy altos por sus consecuencias negativas sobre otras variables económicas. En consecuencia, defienden la posición de que esta política debe definir tasas de interés elevadas que controlen en niveles bajos los agregados monetarios, con lo cual se logra la estabilidad de precios. Según esta posición al corregir este objetivo, los demás propósitos de la política económica (crecimiento económico, generación de empleos y balanza externa equilibrada) se obtendrán casi en forma automática e inevitable. Al mismo tiempo considera que prácticamente no existen costos, sino tan sólo beneficios de esta postura.

Sin embargo, la evidencia empírica reporta que esta posición es esencialmente incorrecta, incluso para los países desarrollados, en los cuales los mecanismos institucionales y de mercado tienden a funcionar mucho mejor que en los países atrasados.

En efecto, diversas experiencias han demostrado que utilizar la política monetaria para reducir la inflación a tasas muy bajas trae consigo costos muy altos, que incluso tienen consecuencias sociales y económicas permanentes. Por ejemplo, la gran desinflación de los años 80 en Estados Unidos que redujo el crecimiento de los precios de poco más de 10 por ciento a casi 4 por ciento, generó gran desempleo y desutilización de capacidad productiva. De acuerdo con datos del economista norteamericano Paul Krugman (The Economist, 31 de agosto de 1996), el costo acumulado en términos de producción de esa desinflación superó los mil trillones de dólares. Pero hay otro costo aún más importante, y que tiene que ver con la pérdida o el deterioro irrecuperables de capital humano que originan esas recesiones, debido a que el desempleo coyuntural que se genera fácilmente puede volverse permanente.

Nunca me ha quedado claro en qué se sustenta el argumento de las enormes bondades de obtener tasas inflacionarias bajas, ni mucho menos supeditar todo el esfuerzo económico de un gobierno a conseguir ese objetivo cuando los costos humanos son tan altos y cuando hay muchos otros aspectos que merecen mayor prioridad.

Lamentablemente la mayoría de los bancos centrales cree en las bondades extremas de la estabilidad de precios. Los países de la Unión Europea han definido estrictas políticas de contención monetaria para mantener a toda costa inflaciones muy bajas. El problema es que al mismo tiempo enfrentan las tasas de desempleo más altas de las últimas décadas. ¿Cuál de los dos objetivos será entonces más importante y por qué?

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