Un prólogo, cinco capítulos, un epílogo. La narración de Los ladrones (Les voleurs), la película más reciente de André Téchiné, se presenta de manera fragmentada, con episodios que son vasos comunicantes, con desplazamientos temporales que esclarecen situaciones y plantean de paso enigmas nuevos, con una estructura de precisión apabullante. Los personajes narran ellos mismos la trama policiaca, o el papel (ingrato) que juegan en ella. Cuatro voces que son cuatro puntos de vista. La voz de un niño, la de una joven ladrona, la de su amante policía y la de una maestra enamorada de ella.
Un traficante de autos ha muerto durante un robo. Alex (Daniel Auteuil), el policía encargado de resolver el caso, es su hermano; Juliette (Laurence Cote), antigua amante del ladrón y sospechosa de participación en el robo, es hoy amante suya. Marie (Catherine Deneuve), profesora de filosofía, ama a Juliette, quien a su vez se deja sodomizar por el policía Alex en hoteles de paso. A la trama policiaca se yuxtapone un discurso de la pasión amorosa, y de su negativo fotográfico: el escepticismo afectivo que se resuelve en el coito fugaz. ``¿No estás harta de que nos veamos como ladrones?'' (Alex a Juliette).
Al tráfico de autos, pretexto de la trama policiaca, Téchiné añade los dilemas de la pasión amorosa presentados como elementos de una transacción casi comercial --un tráfico sentimental oscuro, clandestino. Alex y Marie, rivales, deciden una tregua cuando Juliette, el objeto del deseo, parece estar en peligro; Juliette seduce y busca dominar al policía, quien jamás pierde de vista el objetivo de su búsqueda: ``Ningún crimen debe permanecer impune. Es una cuestión de principios''. Hay una confrontación sorda entre el Bien y el Mal, y un principio de reconciliación en la pasión amorosa. El esquema es, sin embargo, frágil y el desenlace sólo puede ser trágico.
En Los ladrones, Téchiné logra una obra de madurez, de perfección estilística, que muestra vínculos temáticos con cintas anteriores suyas de pareja importancia, Los inocentes y El lugar del crimen. Catherine Deneuve, actriz predilecta del cineasta, accede sin dificultades a la desglamurización total de su personaje y se presenta, sin artificios, a la luz cruda que exige su interpretación de profesora madura enamorada de una joven delincuente. En una escena estupenda, Marie-Deneuve habla con un joven ratero de origen árabe acerca de Freud y del valor simbólico del dinero, a bordo de un auto, en un recorrido nocturno por Lyon; en otra escena, Marie se abandona a la confidencia sentimental en una tina de baño, y susurra a Juliette: ``Todo lo que buscaba en los hombres lo encontré en ti''. Como oposición a este personaje enamorado, Téchiné presenta a un Alex cínico, maniático en su higiene personal (tres duchas diarias, cinco cuando hace el amor) y en el rigor con que intenta cumplir su deber. Un hombre escéptico, de sexualidad brutal y melancólica. Laurence Cote aparece formidable en su personaje andrógino de ladrona ansiosa de sometimiento a la autoridad patriarcal (hermano, amante) como vía para un ingreso definitivo a la vida ordinaria (trabajo en una librería). El robo, la relación lésbica, la sodomización consentida, todo es trámite obligado para una futura existencia apacible, donde el recuerdo haya domesticado todo; detrás suyo queda la devastación afectiva. Dice Marie: ``En la vida uno no renuncia jamás a nada, sólo remplazamos; y yo no quiero remplazar a Juliette''.
El primer narrador es un niño. Su mirada al mundo es prólogo y epílogo de la cinta. Téchiné concentra en este personaje --hijo del jefe de una banda de rateros-- no un juicio moral ni un determinismo social, sino la actitud desapasionada de quien comienza, con precocidad, un rudo aprendizaje. Hay quienes lo empiezan tardíamente, como Marie, perfeccionista de la entrega amorosa, o confusamente, como Juliette, tan proclive al suicidio y a la dispersión amorosa. En el universo de traiciones y trueques afectivos que presenta la cina de Téchiné, la inocencia es siempre el valor más apreciado por los ladrones.
Posdata: Al finalizar la proyección de esta cinta en el antiguo cine Estadio, Catherine Deneuve accedió a responder a algunas preguntas del público. Su respuesta a las dos primeras confirma elocuentemente su inteligencia y el vigor de su ironía:
--¿Qué opina de la vida sexual de su personaje?
--No acostumbro emitir juicios morales sobre la vida sexual de nadie y mucho menos de la de los personajes que interpreto.
--¿Qué fue lo que más le interesó de su personaje?
--Su vida sexual.