La Jornada 1 de diciembre de 1996

México rechaza a pesimistas: Zedillo

David Carrizales, corresponsal, Monterrey, 30 de noviembre En un discurso que, además de clausurar el vigésimo Congreso Nacional de Tribunales Superiores de Justicia, sirvió para hacer un balance de los dos primeros años de su gobierno y sentar pautas para los que restan del sexenio, el presidente Ernesto Zedillo dijo en esta capital neoleonesa que ``la decisión, el esfuerzo y la fe en México de millones de hombres y mujeres disipa el pesimismo de los muy pocos, aunque irremediablemente protagónicos, que desde la frustración, pero también desde el privilegio y la comodidad, sólo alcanzan a pronosticar desastres siempre fallidos''.

Al regreso de su gira por Asia, el titular del Ejecutivo insistió en que ``el esfuerzo de los millones de hombres y mujeres que creen en nuestra gran nación disipa el derrotismo incurable de algunos que añoran el fracaso de todo y de todos, más que el triunfo de México''.

Zedillo aseguró que este primero de diciembre se inicia ``una nueva etapa de cuatro años de trabajo para labrar el futuro que merecen México y los mexicanos''.

Sobre sus dos primeros años de gobierno, el Presidente sostuvo que una de las grandes satisfacciones que le deparó la gira de trabajo por Asia estriba en ``haber constatado el reconocimiento que se hace en todo el mundo al gran esfuerzo realizado por los mexicanos''.

Según Zedillo, ``en los dos primeros años de gobierno ese esfuerzo ha significado enfrentar y superar circunstancias muy difíciles, vencer la emergencia económica e iniciar una firme recuperación económica como un paso hacia el crecimiento con empleos, mejores salarios y equidad de oportunidades''.

En lo político, agregó, ``hemos sabido sumar esfuerzos para fincar las bases definitivas de una nueva democracia fundada en la garantía constitucional de los derechos políticos de la ciudadanía, en el fortalecimiento y la autonomía de las instituciones electorales, en condiciones de equidad y transparencia para la competencia por el poder''.

La suma de esos esfuerzos, precisó Zedillo, ``nos da enorme confianza para iniciar mañana, primero de diciembre, los próximos cuatro años de este gobierno con convicción, aliento y fortaleza (...) que aplicaremos para imprimir vigor y extender el crecimiento económico, para seguir impulsando la reforma política del Estado, para mantener el ímpetu en la transformación de nuestro sistema de justicia y trazarnos metas cada vez más ambiciosas en educación, salud, capacitación, vivienda y todos los servicios básicos que son requeridos para apoyar el bienestar de las personas y las familias''.

A continuación el texto íntegro del discurso pronunciado por el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, en ocasión de la clausura del XX Congreso Nacional de Tribunales Superiores de Justicia, en Monterrey.

Monterrey, N.L., 30 de noviembre de 1996.

Ciudadano Benjamín Clariond Reyes Retana, gobernador del estado de Nuevo León;

Ciudadano José Vicente Aguinaco Alemán, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;

Ciudadanos presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia de los estados de la República;

Señoras y señores:

Es una alegría muy especial que la celebración de este importante congreso nos dé la oportunidad, a mi esposa y a mí, de regresar a México llegando por esta querida y admirada tierra de Monterrey.

Así también, es profundamente satisfactorio que la sede de este congreso sea el estado de Nuevo León, donde sus hombres y mujeres están trabajando intensamente con el ejemplo de mi amigo, el gobernador Benjamín Clariond.

La agenda y las deliberaciones de este congreso ratifican la voluntad y el esmero con que todos ustedes están trabajando para que México sea un país de leyes y justicia.

Esa voluntad de ustedes corresponde cabalmente con el profundo anhelo y la sentida demanda de los mexicanos.

Los mexicanos queremos y debemos vivir en un pleno Estado de Derecho en el que la ley rija nuestra convivencia social, nuestras actividades productivas, nuestra vida política.

Los mexicanos queremos y debemos vivir con la certidumbre de que nuestras garantías están protegidas, de que nuestros derechos son respetados, de que nuestras responsabilidades y deberes son cumplidos.

Los mexicanos queremos y debemos vivir con la confianza de que todos tenemos igual acceso a tribunales imparciales, profesionales y expeditos, y que en toda controversia lo que impera es exclusivamente la ley, nunca el poder o las influencias.

Por eso realizamos una profunda reforma constitucional que sentó las bases para avanzar en la construcción de un sistema de justicia fundado en la autonomía del Poder Judicial, en su creciente profesionalismo y en el respeto y aprecio de la sociedad.

Gracias a esa reforma, ahora contamos con bases constitucionales sólidas y modernas para fortalecer nuestro Estado de Derecho.

En esa tarea, ustedes están cumpliendo su parte en los tribunales de cada entidad federativa.

De ahí que aprovechando su convicción y su compromiso con el fortalecimiento del Estado de Derecho, y en el marco de este Congreso Nacional, hago un respetuoso exhorto para que desde la esfera de sus atribuciones, cada uno de ustedes continúe impulsando la asimilación de las reformas del Poder Judicial de la Federación a los poderes judiciales de los estados.

Ello contribuirá a que, en el marco de nuestro Federalismo y preservando la diversidad de nuestras regiones, tengan indiscutible vigencia en todo México los mismos principios constitucionales en la impartición de justicia.

Recordemos, por ejemplo, que una elevada proporción de los delitos que se cometen son del fuero común. La aplicación de las mismas normas constitucionales redundará en el mejoramiento de los sistemas judiciales estatales y en una mayor fortaleza y claridad del Estado de Derecho en toda la República.

De igual modo, sé que la mayor autonomía que conforme a la reforma constitucional ha ganado el Poder Judicial, será correspondida y ejercida por cada uno de ustedes para vigorizar el combate a la corrupción.

El castigo justo y oportuno, fundado y estricto de todo acto de corrupción, da confianza a la ciudadanía en su Estado de Derecho y reafirma su credibilidad en la función pública.

Además de sólidas bases constitucionales y de buenas prácticas institucionales, para consolidar el Estado de Derecho en México es preciso extender, permear y observar una nueva cultura de apego a la legalidad.

Una cultura de apego a la legalidad que sea el mejor sustento social al Estado de Derecho en la familia y en la escuela, en la empresa y en la comunidad, en la representación y el servicio público.

Otro aspecto de especial importancia es el de sumar y destinar recursos suficientes a la impartición y procuración de justicia, y a la seguridad pública.

Como lo he señalado en otros foros, este problema no puede resolverse con la simple reasignación de recursos hoy disponibles para otros propósitos, ya que se dejarían de atender otras importantes funciones del Estado. Se requiere ahondar el esfuerzo de corresponsabilidad ya convenido en principio con los C. gobernadores de los estados y generar fuentes adicionales de recursos que se destinen a justicia y seguridad.

Por lo pronto, para 1997 ya se perfila un peso importante, de los muchos que habremos de dar hacia ese propósito.

El proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, ahora bajo consideración de la H. Cámara de Diputados, ha propuesto un total de 9,130 millones de pesos para impartición y procuración de justicia, y seguridad pública.

Esa propuesta comprende un proyecto de presupuesto presentado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de 3,830.2 millones de pesos, que es un monto mayor en 22 por ciento en términos reales, al del presente año.

También incluye recursos por 1,905 millones de pesos, que se destinarán tanto al gasto del Gobierno Federal asociado al Sistema Nacional de Seguridad Pública, como el apoyo que se otorgará a los gobiernos estatales y municipales en esa materia. Ese monto es casi 13 veces el que se tuvo para el mismo propósito en 1996.

Esta suma representa un gran esfuerzo del gobierno federal y de la ciudadanía. Pero nuestros rezagos y nuestras nuevas necesidades son enormes.

Es indispensable dar un impulso firme y sostenido a la corresponsabilidad de todos en la obtención de recursos para atender satisfactoriamente planteamientos como los que aquí se han formulado.

Señoras y señores:

Una de las grandes satisfacciones de la gira de trabajo que acabo de realizar, estriba en haber constatado el reconocimiento que se hace en todo el mundo al gran esfuerzo realizado por los mexicanos.

En los dos primeros años de gobierno, ese esfuerzo ha significado enfrentar y superar circunstancias muy difíciles, vencer la emergencia económica e iniciar una firme recuperación económica como un paso hacia el crecimiento con empleos, mejores salarios y equidad de oportunidades.

En dos años el esfuerzo de los mexicanos se ha traducido en la aplicación de programas sociales realistas y a la vez ambiciosos, orientados por una concepción federalista, incluyente y participativa para atender las carencias y demandas de las personas, las familias y las comunidades, particularmente de aquellas que fueron más afectadas por las difíciles circunstancias que se desataron a finales de 1994.

En estos dos años, con el esfuerzo de todos, muy señaladamente de ustedes, se ha avanzado en fincar los cimientos para construir un Estado de Derecho a la altura de la tradición jurídica de México y de nuestra aspiración de convivir confiando en la ley y la justicia.

En dos años hemos sabido sumar esfuerzos para fincar las bases definitivas de una nueva democracia fundada en la garantía constitucional de los derechos políticos de la ciudadanía, en el fortalecimiento y la autonomía de las instituciones electorales, en condiciones de equidad y transparencia para la competencia por el poder.

Ese esfuerzo realizado por los mexicanos en este primer tercio de gobierno es ampliamente reconocido en todas partes.

Ese esfuerzo nos da enorme confianza para iniciar mañana, 1o. de diciembre, los próximos cuatro años de este gobierno, con convicción, aliento y fortaleza.

Convicción, aliento y fortaleza que aplicaremos para imprimir vigor y extender el crecimiento económico, para seguir impulsando la reforma política del Estado, para mantener el ímpetu en la transformación de nuestro sistema de justicia y trazarnos metas cada vez más ambiciosas en educación, salud, capacitación, vivienda y todos los servicios básicos que son requeridos para apoyar el bienestar de las personas y las familias.

Sé que la inmensa mayoría de los mexicanos está enteramente dispuesta a cumplir la tarea que tenemos por delante.

Sé que esa inmensa mayoría está nutrida por hombres y mujeres decididos y constructivos; por hombres y mujeres que verdaderamente creen en México y están preparados para hacer su parte.

La decisión, el esfuerzo y la fe en México de esos millones de hombres y mujeres disipa el pesimismo de los muy pocos aunque irremediablemente protagónicos, que desde la frustración, pero también desde el privilegio y la comodidad, sólo alcanzan a pronosticar desastres siempre fallidos.

La decisión y el esfuerzo de los millones de hombres y mujeres que creen en nuestra gran Nación disipa el derrotismo incurable de algunos que añoran el fracaso de todo y de todos, más que el triunfo de México.

Con la participación y la tenacidad de la inmensa mayoría, unidos sin menoscabo de nuestra valiosa pluralidad, iniciaremos mañana 1o. de diciembre una nueva etapa de cuatro años de trabajo para labrar el futuro que merecen México y los mexicanos.

Sé que en esa etapa y en esa tarea, el país seguirá contando con los miembros de los Tribunales Superiores de Justicia de los estados.

Por eso, me es muy grato, hoy 30 de noviembre de 1996, declarar clausuradas las labores de este XX Congreso Nacional, aquí en Monterrey