La Jornada 2 de diciembre de 1996

Héctor Aguilar Camín
La libertad y los juzgados

Uno de los poderes sin acotamiento efectivo que tienden a crecer en México es el de la prensa y la opinión pública. Las libertades de opinión empiezan a ejercerse sin otra cortapisa que la autocontención, pero no ha sido esa la virtud mayor que podría celebrarse en la prensa de los últimos años. Hay leyes que regulan el ejercicio de esas libertades y acotan los poderes respectivos. Pero son por su mayor parte letra muerta que nadie invoca y, por lo mismo, a nadie protegen. Las recientes demandas por daño moral de Televisión Azteca y José Córdoba contra periodistas y políticos de renombre, así como las contrademandas de éstos, podrían revivir esas leyes que nadie usa. Los jueces se verán obligados a pronunciarse en un sentido u otro, porque ambas partes tienen visibilidad y recursos para exigirlo, y para anularse mutuamente en la influencia extralegal que pudieran tener sobre los jueces. La imparcialidad del juicio puede así garantizarse y las leyes respectivas tener un uso de efectos públicos.

La legislación vigente en materia de daño moral, lo mismo que la relativa a la calumnia y la difamación, tiene defectos convergentes: exige pruebas excesivas e impone penas excesivas. Si alguien demuestra haber sido afectado por otro en su fama pública, puede meterlo a la cárcel o exigir una cuantiosa reparación pecuniaria. Pero tiene que probar en ambos casos la lesión que se le ha causado, cosa muy difícil de probar o cuantificar. Aun si la parte acusadora tiene razón, el juez duda, razonablemente, en imponer penas tan extremas. Creo que penas leves pero efectivas tendrían un efecto mayor. En muchos casos, bastaría imponer al ofensor una retractación pública cuando no pueda sustanciar sus afirmaciones ofensivas sobre la parte agraviada.

No parece haber, universalmente, legislación adecuada para acotar los excesos del poder de los medios. El poder de la prensa comparte terrenos con la entraña misma de la libertad política y con su principio esencial, que es la libertad de expresión. La queja por los libertinajes de la prensa es consustancial a su historia, forma parte de su naturaleza. En La democracia en América, Alexis de Tocqueville hizo algunos de los más lúcidos comentarios a propósito de la índole, los riesgos y las bendiciones de la libertad de prensa. Siglo y medio después de haber sido escritos, algo fresco y directo parecen decirnos;

* ``No siento por la libertad de prensa ese amor rotundo e instantáneo * que se concede a las cosas soberanamente buenas por naturaleza. La * amo por la consideración de los males que impide, mucho más que por * la consideración de los bienes que aporta''.

* ``En algunas naciones que se tienen por libres, todo agente del * poder puede violar la ley impunemente sin que la Constitución del * país otorgue a los oprimidos el derecho de quejarse ante la * justicia. En estos pueblos, la independencia de la prensa no debe * ser considerada como una garantía más, sino como la única garantía * que queda de la libertad y de la seguridad de los ciudadanos''.

* ``La prensa periódica me parece tener instintos y pasiones propios, * independientemente de las circunstancias en que actúa [...]. En * América, como en Francia, la prensa es esa potencia extraordinaria, * tan extrañamente compuesta de bienes y males que sin ella la * libertad no podría vivir, y con ella apenas puede mantenerse el * orden''.

* ``En materia de prensa no hay término medio entre la servidumbre y * la licencia. Para cosechar los bienes inestimables que asegura la * libertad de prensa, hay que saber someterse a los inevitables males * que origina''.

* ``La libertad de prensa, como todas las demás, es tanto más temible * cuanto más nueva; un pueblo ante quien jamás se han tratado los * asuntos de Estado, cree al primer tribuno que se presente''.

* ``Constituido en el medio de una nación escéptica, el poder de la * prensa es casi ilimitado. Es un enemigo con quien un gobierno puede * acordar treguas más o menos largas, pero frente al cual es difícil * mantenerse mucho tiempo''.

* ``Es un axioma de la ciencia política en los Estados Unidos la * creencia de que el único medio de neutralizar los efectos de los * periódicos es multiplicar su número''.

Por lo que hace a las demandas pendientes de daño moral, y a la proliferación de querellas legales que tienden a convertir al país en un inmenso juzgado, puede haber en ellas un síntoma de salud pública y no sólo de iras y agravios sin cuento. ``El gobierno siempre ha mostrado gran repugnancia a dejar las cuestiones que le interesan directamente en manos de tribunales ordinarios'', escribió también Tocqueville. ``Esta repugnancia es tanto mayor cuanto más absoluto es el gobierno. Y al contrario, a medida que la libertad aumenta, el círculo de atribuciones de los tribunales se va ensanchando''.