La Jornada 2 de diciembre de 1996

Ana María Cetto
Abdus Salam y la ciencia del sur

``Cuando el profesor Salam habla de Física Teórica, recordemos que ésta es el Rolls Royce de la Ciencia. Lo que los países en desarrollo requieren son carretas de mulas''.

Tal respuesta recibió Abdus Salam al plantear por vez primera la creación de un Centro Internacional para Posgraduados en Física Teórica bajo los auspicios de la Agencia Internacional de Energía Atómica, en septiembre de 1960. Lejos de dejarse llevar por la descalificación y el escepticismo de los representantes de la ciencia del norte, logró que varios países, en su mayoría del sur, apoyaran la creación de un centro de esta naturaleza, con el propósito de contribuir a resolver uno de los problemas más frustrantes para muchos físicos de los países en desarrollo: el de su aislamiento de otros colegas y de la generación de nuevas ideas.

El Centro Internacional de Física Teórica, establecido finalmente en 1964 en Trieste con el apoyo de la AIEA y del gobierno de Italia, ha hecho mucho más que combatir el aislamiento, recibiendo a cerca de 5 mil físicos de todas latitudes cada año para estancias cortas o cursos avanzados. Salam personalmente dirigió las actividades del centro durante casi 30 años hasta lograr que se convierta en una institución del más alto nivel y en un foro permanente de contactos y colaboraciones entre físicos de norte y sur, de este y occidente.

Bajo el mismo principio de unificación de los débiles con los fuertes, Salam se propuso crear una Academia de Ciencias que acogiera en su seno a científicos eminentes y reconocidos de los países en desarrollo, con el propósito de ayudar a promover la capacidad científica en dichos países y de abrir un foro de diálogo con la comunidad científica internacional. Así se formó en 1983 la Academia de Ciencias del Tercer Mundo (TWAS), organismo reconocido hoy en día no sólo por el prestigio de sus miembros, sino por los valiosos apoyos que brinda de manera sistemática a científicos de los países más pobres para estimular su participación en la ciencia internacional.

El siguiente paso en la organización de la ciencia de los países en desarrollo lo dio Abdus Salam pocos años después con la creación en 1988 de la Red de Organizaciones Científicas del Tercer Mundo (TWNSO), que aglutina academias nacionales, consejos y ministerios de ciencia y tecnología, con el objetivo de delinear políticas unificadas de desarrollo de la ciencia en los países del sur.

No satisfecho con lo anterior, se dio a la tarea de promover la creación de una asociación que promoviera la incorporación y la presencia de la mujer en la ciencia y que apoyara a las científicas en su esfuerzo por contribuir al desarrollo nacional en los países del sur. Así surgió, en 1989, el germen de la Organización del Tercer Mundo para la Mujer en la Ciencia (TWOWS), que a partir de su creación formal en 1992 ha crecido hasta reunir a más de mil 500 científicas de todos los rincones del planeta.

Abdus Salam actuó siempre con la firme convicción de que la construcción de una capacidad propia en lo científico y lo tecnológico es un requisito indispensable para que los países del sur logren desarrollarse y así participar en la definición del destino de la humanidad entera. Conocía también la necesidad de persuadir de esto a los líderes políticos, a las instituciones internacionales, y a los propios miembros de la comunidad científica. Al igual que a través de sus obras, y consecuente con ellas, en sus escritos, conferencias, alocuciones, inclusive en las conversaciones personales siempre muy gratas y con un alto contenido humano, se mostró como un abanderado activo de las causas de la ciencia para los países del sur. Además de crear las instituciones mencionadas, elaboró un discurso novedoso de política científica, que ha ejercido una influencia importante en diversas esferas de la ciencia internacional.

Difícilmente podría pensarse que un hombre con la fuerza de acción y de convicción de Salam, no proviniera de un país del sur cuyas condiciones para hacer ciencia fueran de lo más precarias. Paquistaní de origen, se doctoró a los 26 años en la Universidad de Cambridge; al cabo de tres años de trabajar como profesor en su tierra natal, decidió retornar a Inglaterra. Vivió desde joven los contrastes y tensiones entre norte y sur, y optó en un principio por seguir una carrera científica que resultaría singularmente fructífera. Entre sus numerosas contribuciones a la física de las partículas elementales, destaca el trabajo de unificación de las interacciones débiles y electromagnéticas, dos de las interacciones fundamentales que se encuentran en la naturaleza, dando lugar a la fuerza por él llamada ``electrodébil''. Por este trabajo de enorme trascendencia y capacidad predictiva recibió, junto con Steven Weinberg y Sheldon Glashow, el premio Nobel de Física en 1979. Más allá, trabajó en la unificación de la fuerza electrodébil con la fuerte (o nuclear), hacia la llamada Gran Unificación.

Al cabo de una enfermedad neurológica que lo incapacitó los últimos años de su vida, Abdus Salam murió el pasado 20 de noviembre, a los 70 años de edad. Los científicos de todo el mundo, y muy en especial los que desde el sur trabajamos convencidos de que sólo construyendo nuestra propia capacidad científica podemos contribuir al desarrollo de nuestros países e integramos a la ciencia internacional, estamos en gran deuda con Abdus Salam.