La Jornada 3 de diciembre de 1996

Marco Rascón
Dureza

Gobierno que termina devaluando comienza mal, pero gobierno que empieza devaluando no termina. ¿Hacia dónde va el gobierno de Zedillo? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden con los cambios? Por los antecedentes de estos cambios --paradójicamente-- pese a ser las decisiones un acto presidencialista, reflejan una gran debilidad del Presidente.

La XVII Asamblea del PRI, el ascenso opositor en el Edomex, el rompimiento del consenso en la reforma electoral y la declaración extraterritorial de Salinas, constituyen indudablemente el posicionamiento del endurecimiento político y la confirmación de que Zedillo ha competido con las peores fuerzas a ganar el espacio del endurecimiento. A la demanda de autoritarismo y más cerrazón, el Presidente opone más endurecimiento y más cerrazón. Es éste el último y único recurso de un mandatario débil, sin proyecto propio, que se mueve con gran torpeza entre el intervencionismo económico y el autoritarismo político.

Los cambios en puerta en el gabinete y particularmente la salida de Lozano, hacen pensar en la controversia que protege al salinato; en ello, su salida más que buenas noticias, pareciera reforzar un cierre de filas más acentuado en contra de la ciudadanía que demanda por necesidad vital de la República, el esclarecimiento de los crímenes.

Ya desde la XVII Asamblea Nacional del PRI, sus resultados fueron un golpe de mano al control político de Zedillo. En su insensibilidad prefirió montarse sobre el golpe en vez de resistirlo y marcar la diferencia programática, que significaba el enlodado sincretismo entre el viejo nacionalismo revolucionario y el neoliberalismo que profesa radicalmente el Ejecutivo. La asamblea priísta fue un deslinde de fuerzas políticas.

A partir de ese momento, Zedillo pareciera un dócil rehén de su propia doctrina. Una dosis de ingenuidad e impericia se vienen profundizando y cada viaje suyo al exterior se ha convertido en nuevos avances de quienes desde el 23 de marzo de 1994 han tomado las riendas del país.

En ausencia de Zedillo, se decidió el rompimiento del consenso y en ausencia de Zedillo se tramó la ruptura dentro del gabinete, en el cual los más duros salen ganando y toman trincheras contra el cambio.

Continuismo, salinismo y entrega de la soberanía se han hecho acompañar por el endurecimiento de la política interna. Los malos son sustituidos por los peores y en cada paso en vez de descansar el país y abrir canales contra la incertidumbre, la crisis política se profundiza.

Hace poco más de un año, al sustituir a Esteban Moctezuma como secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet dijo a nombre de Zedillo que ``no habría golpes de timón''. ¿Qué significado tendrán los nuevos cambios?

La salida de Lozano Gracia libera al PAN y lo confronta políticamente. El PRI apuesta a avanzar solo, sin compartir con nadie su alternativa y para ello decide romper tácticamente la alianza con el PAN, pues ahora es otra la estrategia que se impone en lo político por encima de lo programático que ambos comparten en favor del neoliberalismo.

Para el conjunto de la sociedad, la posición del PRI y el gobierno se ha convertido en una sola y al entrar el año ambos constituirán un solo frente.

Todas las frases de Zedillo sobre cambios, consensos y aperturas quedarán como cenizas al fragor del reto que se le ha impuesto al país y que perfila, más que una perspectiva de cambios profundos, un futuro de ruptura.