La Jornada 4 de diciembre de 1996

Marco Rascón
El cinismo como posicionamiento

``...Y eso es lo que hemos hecho nosotros, nos hemos puesto la cachucha mental de que podemos progresar, de que somos mejores, de que podemos tener un pastel más grande a costa de otros; aunque no crezca el pastel.''

¿Son personas finas los Salinas? La lucha de Carlos, Raúl y Ricardo por la defensa ``del buen nombre'' constituye una guerra por establecer los límites éticos del país: su salvación es la condena a vivir en el cinismo. En este batallar y en espera del juicio histórico, los Salinas se han vuelto acusadores, haciendo de la soberbia su defensa y del cinismo un ``posicionamiento'' legítimo.

Ahora Carlos usó a Camacho, como hace unos meses a Echeverría, para desviar los juicios sobre él y poner al país en una falsa disyuntiva entre el populismo estatista y el neoliberalismo salvaje.

La técnica en algunos medios, pese a no ser novedosa, causó los mismos efectos y ahora Carlos Salinas sustituye con esta maniobra al acusado en el banquillo, pretendiendo no sólo exculparse sino sembrar sospechas contra otros. Con ello, reclama a Camacho cambiar el despecho por agradecimiento, pues si bien no fue presidente le debe agradecer estar vivo.

En su carta dirigida al fiscal especial, Carlos Salinas miente en muchas cosas y una obvia, muy importante, fue porque no conoció o no leyó el libro de Domiro García Reyes. Según Salinas, Colosio le pidió después del destape que Domiro fuera su jefe de seguridad; según el testimonio de Domiro, Salinas lo designó en el cargo en presencia del general Cardona a las 8:30 am del 28 de noviembre de 1993, horas antes de que Colosio fuera designado por Salinas.

La importancia de esta contradicción tiene que ver con que la seguridad de Colosio estaba en manos de Salinas, al igual que la coordinación de su campaña, siendo éstos los primeros hechos inusitados en un proceso de sucesión presidencial en México.

En su declaración hay un asunto de matiz fundamental: el objetivo principal de Salinas en la sucesión era la continuidad del proyecto; de ahí la ``esmerada preparación de su candidato''. ¿Fue Colosio un señuelo de Salinas para neutralizar a sus enemigos? ¿Era Colosio el verdadero delfín? Un presidente surgido de un sexenio fuerte ¿no pondría en peligro la continuidad del proyecto? ¿Era contradictoria la continuidad con el presidencialismo fuerte?

Desde esa hipótesis, Colosio no fue sentenciado a muerte el 6 de marzo, sino el 28 de noviembre, y su muerte (23 de marzo) no fue accidental sino que se dio antes de que se designaran los candidatos a diputados y senadores; de lo contrario, hoy el Congreso sería mayoritariamente colosista.

El otro Salinas, Ricardo, vela por su buen nombre ante sus espectadores y clientes. Su ``buen nombre'', según él, está ligado a las fluctuaciones de sus acciones en la bolsa y bajo este argumento ha demandado penalmente a varios periodistas por daño moral.

Ricardo Salinas no sólo es pésimo comunicador sino usurero y agiotista. El éxito de sus negocios y la gran rebanada del pastel que ha obtenido la debe agradecer a la influencia y proteccionismo del gobierno salinista y zedillista. Las ganancias de Elektra son resultado de ventas en abonos usureros que encarecen los productos en más del 45 por ciento y son 115 superiores a la tasa de interés interbancaria de equilibrio (La Jornada, Juan Antonio Zúñiga y Víctor Cardoso 28/11/96). Goza también de otra concesión exclusiva: transferir fondos dentro de México y de Estados Unidos a México a través de Western Union para compras de electrodomésticos y ropa pagadas en Estados Unidos y entregadas por Elektra, es decir, puede vender productos mexicanos en dólares a mexicanos en territorio nacional. Las ganancias de Elektra no sólo salen del tráfico (sinónimo de negocio, negociante) de electródomésticos vendidos en abonos usureros, sino que son como un derecho ``al pastel (...) a costa de otros'' que le reportó ganancias de 400 millones de dólares en este año, obtenidos a través del cobro de comisiones por transferencias al haber podido cobrar en dólares y pagar en pesos a un valor 15 por ciento inferior al tipo de cambio establecido en el día.

La ``cachucha mental'' de Salinas Pliego en sus negocios no tiene nada de moderno ni novedoso; es simplemente la oportunidad de un negociante inescrupuloso, protegido en un principio por los otros Salinas, de los cuales niega parentezco pero al que están unidos por lazos más fuertes que la sangre: el cinismo.

PD: El pasado martes publiqué un artículo a fin de medir la reacción de la bolsa. Parece ser que no son mis artículos la causa de la mala fama de Ricardo Salinas Pliego. Pese a mis elogios, sus acciones siguieron cayendo de 61.00 a 60.70 en los tres días siguientes, lo cual demuestra el daño inmoral que él me ha causado, pues mis artículos han dejado de influir de manera directa en la Bolsa Mexicana de Valores... como yo suponía