Ernesto Zedillo está doblegado ante Carlos Salinas al iniciar el tercer año de su sexenio, y esta insólita situación entraña graves consecuencias en todos los ámbitos de la vida pública. México tiene por vez primera en su historia reciente un gobierno con la soberanía nacional competida y además sin plena autoridad al interior del país, lo que le impide enfrentar los desafíos de la crisis.
1. La tradición priísta de que cada nueva administración buscaba distanciarse de la anterior se ha quebrado en este fin de siglo, pues el gobierno de Ernesto Zedillo está cada vez más subordinado al salinismo. Los últimos acontecimientos no hacen sino confirmar que hay un operativo de Estado dirigido por Joseph-Marie Cordoba y Emilio Chuayffet, y aceptado por Zedillo, destinado a ``lavar la imagen'' de Carlos Salinas. Desde la carta pública de éste con motivo de su supuesta comparecencia (28 de noviembre), hasta la remoción de Antonio Lozano como procurador general (2 de diciembre), todo se ha manejado como una puesta de escena teatral en la que sólo se repite el falaz argumento de que Salinas es inocente porque no se le puede probar nada (aunque las evidencias de sus crímenes sean abrumadoras).
2. La pregunta que se hacen todos es por lo tanto la misma de los dos últimos años: ¿por qué motivo la burocracia gobernante por encubrir a un hombre y proteger sus intereses sigue llevando al país por la pendiente del desastre?
3. La clave del porqué de su impunidad la recordó el propio Carlos Salinas en la ``entrevista'' (como la llamó Zabludovsky) que sostuvo en Dublín con el ``fiscal especial'' de la Procuraduría Gneral de la República (PGR) en torno al homicidio de Colosio, y que no tuvo más objetivo que el de aprovechar la exigencia popular de que compareciese ante las autoridades para darle la oportunidad de autoexculparse de todo, como lo había hecho días antes su cómplice Joseph-Marie. Para Salinas, las cosas son muy claras: no pueden arrestarlo porque ello hundiría al ``sistema'' y a sus hombres, le advirtió a Zedillo en su ya característico lenguaje cifrado de amenazas.
4. Los intereses de Salinas se confunden con los de la nación, según sugiere él mismo y así deberían todos entender que el solo hecho de ``sugerir'' que desde Los Pinos pudiera haberse concebido el asesinato de Colosio, atenta ``contra la legitimidad de nuestras instituciones'' y ``la estabilidad'' del país. O, lo que es lo mismo, que él se asume como el Estado. De arrestársele, Zedillo sería por lo tanto ilegítimo, por estar involucrado en el caso. Los analistas no remarcaron sin embargo la nueva advertencia a Zedillo, que no la necesita por estar bien alineado.
5. El relevo en la PGR no constituye así más que otro paso en la campaña oficial tendiente a exculpar a Carlos Salinas. Lo más relevante no es que el salinista Jorge Madrazo sustituya al también salinista Antonio Lozano, lo que garantiza que va a seguir el encubrimiento, sino que se reitere la mentira. Lozano, se dice, fracasó porque no descubrió nada, cuando la realidad es otra: Lozano tuvo éxito porque durante dos años logró encubrir a Salinas.
6. Antonio Lozano Gracia no cumplió con la que constituía su principal responsabilidad histórica: solicitar una orden de aprehensión contra Carlos Salinas de Gortari por los innumerables crímenes que cometió contra la nación, y traducirlo ante los tribunales, y es evidente que Madrazo no lo va a hacer tampoco.
7. El Estado de derecho no podrá establecerse en México si subsiste la impunidad y no se resarcen los derechos de la nación, y las expectativas de que ello acontezca como una acción tomada desde el poder son casi nulas. ``No sirvo ni protejo al salinismo'', afirmó Madrazo en su primera entrevista de prensa, al señalársele que toda su carrera política se la debe a Salinas (4 de diciembre), pero el caso es que está trabajando en un gobierno salinista y no se le ven arrestos para desmantelar el narco sistema financiero del salinismo y proceder en contra de su antiguo jefe, con quien tiene múltiples compromisos. ¿Cómo podría Jorge Madrazo, por otra parte, investigar el crimen del cardenal Posadas si aparece involucrado en él y en su encubrimiento su otro antiguo jefe Jorge Carpizo?
8. El otro obstáculo para que se aclaren los crímenes del sexenio salinista es, sin duda, mucho mayor. El gobierno actual cedió sus atribuciones para determinar las políticas económicas y financieras del país, y no parece ya tener tampoco la libertad de proceder contra Salinas, quien disfruta todavía de la protección del gobierno norteamericano. A pesar de sus crímenes, éste sigue viendo en él y en su grupo (Zedillo incluido) a los mejores garantes de que proseguirán aplicándose las actuales políticas económicas.
9. Actuar penalmente contra Carlos Salinas y aquéllos de sus colaboradores y amigos que delinquieron sería, como se sabe, un proceso no sólo para sancionar a un grupo de peligrosos criminales de Estado y poner un alto a la impunidad, sino también iniciar un proceso para recuperar bienes fundamentales de la nación, y reordenar las finanzas y la economía de México: transitar hacia otra forma de régimen político.
10. Carlos Salinas tiene en algo razón: ir contra él sería terminar con el ``sistema''.