En la abigarrada crónica de la administración de Zedillo, el mes de noviembre de 1996 habrá de ser recordado por la derrota del Partido Revolucionario Institucional en el estado de México, por la enésima explosión de San Juanico, por el fracaso de los partidos políticos ante la reforma electoral, por la ``comparecencia'' de Carlos Salinas de Gortari ante la Procuraduría General de la República en Irlanda, por las demandas penales y civiles del sórdido abonero Ricardo Salinas Pliego contra diversos periodistas, pero sobre todo, sin duda alguna, por las revelaciones que demostraron la inexistencia jurídica de los 15 principales bancos del país.
Hay, empero, otro tema que debe ser agregado a la memoria del segundo noviembre de Zedillo: la política de los mexicanos en el exterior. La Jornada reseñó, en forma casi exclusiva, la visita de una delegación oficial del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a tres ciudades de Francia: París, Brest y Estrasburgo. Toda la prensa, visual y escrita, consignó de manera exhaustiva la gira del doctor Ernesto Zedillo por tres naciones de Asia: Singapur, Corea del Sur y la República Popular China (esa abominable dictadura, que, a pesar de ser China, no es tan antigua como la del PRI).
Nadie, sin embargo, concedió espacio en los medios al viaje que al mismo tiempo realizaba por varias de las más importantes oficinas de Washington una embajada de El Barzón, encabezada por José María Imaz. Conviene registrar aquí los datos más notables de esa experiencia.
Así como los zapatistas en Francia fueron recibidos por todas las fuerzas políticas de centroizquierda -el Partido Comunista, el Partido Socialista, la Liga Comunista Revolucionaria (trotskista), las mayores agrupaciones sindicales, las principales oenegés y algunas personalidades tan distinguidas como impugnadas por los grupos anarquistas que también apoyan a los rebeldes del sureste-, El Barzón, en la persona de Imaz, estableció contactos directos con la minoría del Partido Demócrata en el Congreso de Estados Unidos, con funcionarios de alto rango del Fondo Monetario Internacional y con el vicepresidente de la casa Salomon Brothers, entre otros.
A nombre de decenas de miles de víctimas de los inexistentes pero implacables bancos mexicanos, José María Imaz relató el origen de este peculiar movimiento social que, en 1995, el subcomandante Marcos distinguió como ``el fenómeno más importante del año''. Ante sus diversos interlocutores, Imaz recordó que, según la Asociación de Industriales de Tlanepantla, el rezago fiscal del llamado ``gobierno'' de México es de 7.5 billones de pesos, es decir, casi un billón de dólares al cambio actual, un dato que explica la desesperación de la Secretaría de Hacienda por subir los impuestos no sólo en relación inversamente proporcional a la miseria de los contribuyentes sino, peor todavía, en medio de las elecciones del 97.
Durante su entrevista con Charles Langalis, vicepresidente de Salomon Brothers, Imaz habló respecto de los 350 mil millones de pesos que integran la cartera vencida de los bancos mexicanos, de los 10 mil millones de pesos que desde 1994 éstos han incautado, mediante despojo legal de bienes muebles e inmuebles, a sus indefensos deudores, así como de los 18 mil millones de dólares que la administración de Zedillo ha entregado a los barones de la usura para que mantengan a flote sus deleznables negocios.
En su respuesta, Charles Langalis confesó que para Salomon Brothers el ``gobierno'' de México ha dejado de ser una fuente de información confiable, porque en el desastre financiero de diciembre de 1994, a causa del disimulo de Jaime Serra Puche, los clientes de aquella firma perdieron 10 mil millones de dólares, como quien dice, en un parpadeo.
Pero el momento más ``intenso'' de su periplo a través de las oficinas de Washington, recuerda Imaz, se produjo durante su encuentro con los representantes de los diputados del Partido Demócrata, Marcy Kaptur y David Bonior, quien circula por el Capitolio como el segundo de a bordo de Richard Ge-phardt, líder de la minoría en la Cámara de Representantes. Con ellos, el delegado barzonista habló de los increíbles atropellos en contra del Congreso de la Unión que cometieron Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe Armella, en el curso de la ilícita reprivatización de los bancos.
Desde la mentalidad norteamericana -que profesa un respeto ciego a las leyes de Estados Unidos en la medida que desprecia las leyes de cualquier otro país-, a la gente de Bonior le resultó inverosímil que Salinas hubiese violado, como lo hizo en reiteradas ocasiones, la Ley de Instituciones de Crédito que fijó un mecanismo y un calendario, tan rigurosos el uno como el otro, para convertir a los bancos de la nación en sociedades anónimas.
A raíz de esta conversación, dice Imaz, los representantes se comprometieron a escribir una carta al doctor Ernesto Zedillo para aconsejarle que respalde la propuesta que El Barzón entregó, el 5 de noviembre, al presidente de la Asociación de Banqueros de México, José Madariaga Lomelín. ¿De qué se trata la idea barzonista?
Toda vez que ``México no puede funcionar sin bancos, pero tampoco se pueden realizar operaciones financieras rompiendo (sic) el Estado de derecho'', El Barzón propone seis medidas para alcanzar un acuerdo que permita ``restablecer la legalidad del sistema bancario mexicano''.
1) Que el Congreso de la Unión revise el proceso de privatización de los bancos, que Aspe Armella y Salinas de Gortari llevaron a cabo al margen de la ley; 2) que el propio Congreso defina el nuevo marco legal para las instituciones de crédito; 3) que el Ejecutivo federal restituya de inmediato los bienes que los bancos arrebataron indebidamente y sin personalidad jurídica, tanto a familias como a empresas tocadas por la desgracia financiera; 4) que el poder Judicial suspenda de inmediato los juicios mercantiles -y también los hipotecarios, ¿por qué no?, dice el tonto del pueblo- que fueron promovidos sin derecho por los bancos, a fin de pactar ``una verdadera tregua judicial entre todos los involucrados''.
A este respecto, El Barzón sugiere, en cada caso, ``la firma de una carta de intención entre las partes, en la cual se reconozcan explícitamente las deudas y la plena disposición para cubrirlas sobre la base de condiciones y calendario'' convenidos por los deudores y los bancos.
5) Establecer un Programa Nacional de Restructuración de Adeudos, definido por el Congreso de la Unión, el Ejecutivo federal, la Asociación Nacional de Banqueros y El Barzón, desde luego, para resolver el problema de las carteras vencidas mediante un plan que distribuya equitativamente los sacrificios y fortalezca la economía de las familias y de las empresas.
6) Reformar y sanear el sistema bancario y financiero para ``readecuar los controles gubernamentales en materia de tasas de interés'', ``convertir la banca de fomento en banca de primer piso'' y revisar las leyes que favorecen la participación de la banca extranjera, para ``garantizar la competencia y la presencia de mexicanos en la propiedad de los bancos''.
¿Qué significa todo esto en pocas palabras? 1) Que Salinas de Gortari y su gabinete económico repartieron los bancos de la nación entre diversas pandillas de aventureros, en un acto que constituye claramente una conducta delictiva y que debe, por ello, ser castigada con el máximo rigor de la ley. 2) y 3) Que una vez restablecida la legalidad del sistema bancario mexicano, las familias y empresas que fueron despojadas de sus bienes por esta cáfila depredadora, recuperen su patrimonio conforme al nuevo marco jurídico que apruebe el Congreso. 4) y 5) Que termine, pero ya, el saqueo judicial impulsado por los bancos por medio de los tribunales y que los deudores paguen lo que sea justo y razonable para que los bancos funcionen como bancos y no como feudos que se adueñan de vidas y haciendas, tratando a sus clientes como siervos y como esclavos.
Pero nada de lo anterior será posible si no se atiende la segunda exigencia del punto 6), mismo que después de pedir una nueva política de tasas de interés, demanda que ``la banca de fomento se convierta en banca de primer piso'', esto es, una banca que preste dinero en la ventanilla para que la gente pueda iniciar actividades productivas, lo cual, si se mira con detenimiento, supone reformar drásticamente el ``modelo'' neoliberal, tan defendido por Zedillo, en el cual el dinero sólo sirve para hacer más dinero a costa incluso de la desaparición de la vida humana sobre la Tierra. (Aunque, claro, como ya encontraron hielo en la Luna...)
A finales del sexenio anterior, José Angel Gurría era subsecretario de Hacienda cuando dijo, ante un grupo de inversionistas extranjeros, que el salinismo se mantendría en el poder, al menos, los próximos 24 años. De acuerdo con las leyes mexicanas, una buena parte de los delitos que prevé el Código Penal Federal dejan de ser perseguidos cuando cumplen 25 años de haber sido perpetrados por sus autores.
De todos los estropicios que Antonio Lozano Gracia cometió al frente de la Procuraduría General de la República, no figurará entre los menores la falta de interés que mostró ante la denuncia hecha por El Barzón contra Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe Armella en torno de la sucia reprivatización de los bancos. Hace 15 días, el tonto del pueblo anunció que la Subprocuraduría a cargo del señor Manuel Galán daría a conocer, el jueves 28 de noviembre, si llamaría o no a declarar a los presuntos delincuentes. Sin embargo, como de costumbre, llegó la fecha y la única respuesta fue la renovada complicidad del silencio.
Pero el encubrimiento de los encubridores no ayudará a subsanar el profundo desorden legal en que viven las llamadas ``instituciones'', así como nada matizará la inexplicable indiferencia que otras fuerzas políticas han mantenido ante el escándalo de los bancos. Después de todo, la nueva cultura política mexicana no se está gestando en los partidos, sino en los movimientos sociales como el Ejército Zapatista Liberación Nacional y El Barzón, que llaman la atención del mundo como síntomas, atípicos y extravagantes, que proclaman la desaparición del más atípico y extravagante sistema político de nuestro siglo.