Pedir explicaciones sobre los motivos de la destitución de Antonio Lozano Gracia no deja de ser una actitud cínica de sus correligionarios. Lo que la opinión pública se pregunta es por qué tardó tanto tiempo el presidente Zedillo para cesarlo.
Durante los dos años de su desempeño, la acumulación de errores cometidos por el ex procurador y su equipo de abogados panistas en un área de las funciones públicas donde los desaciertos ponen en riesgo valores fundamentales de la convivencia, llegó al extremo de generar versiones acerca de que su permanencia en la PGR obedecía a arreglos secretos de tal peso y magnitud que ni el propio Presidente de la República disponía del poder suficiente para desembarazarse de ese lastre.
No puede ignorarse que fueron numerosos los periodistas que señalaron sus fallas con oportunidad, aunque sin resultados. Yo mismo asumí en diez ocasiones distintas la por entonces estéril tarea de comentar la ineptitud profesional, la negligencia burocrática o las desviaciones partidistas en la actuación de Lozano. De ahí que el recuento de sus pifias no corresponda a la actitud oportunista de hacer leña del árbol caído, porque fui de los que demandé reiteradamente que ese árbol torcido fuese arrancado de raíz, cuando más vigoroso parecía.
Mis críticas a Lozano Gracia tuvieron cabida en estas páginas, la primera vez, el 27 de agosto de 1995, por su participación sesgada y aberrante en el caso Tabasco. El 17 de septiembre del mismo año me preguntaba alarmado si estábamos ante un abogado de la nación o frente a un litigante en favor de su partido. El 1o. de octubre siguiente puse de relieve la reiterada incapacidad con que se tramitó la fallida extradición de Mario Ruiz Massieu.
Copio un párrafo publicado hace doce meses: ``La PGR ha cumplido un año de ejercer sus importantes y delicadas funciones y el balance es absolutamente desfavorable. El problema de origen no es que su titular sea panista, sino su notoria inexperiencia y sus pocas luces como abogado''.
En mayo del presente año, a propósito de una descabellada sentencia que coyunturalmente reactivó el conflicto chiapaneco, escribí lo siguiente: ``Cuando la PGR insistió en acusar a Elorriaga y Entzin por terrorismo, no sólo fue omisa en demostrar su presunta responsabilidad, sino también dejó sin comprobar el cuerpo del delito''.
Ahora que Lozano ha sido removido de su cargo se menciona insistentemente el estancamiento en l as investigaciones sobre los homicidios de Colosio y Ruiz Massieu como uno de sus principales fracasos. Los dirigentes del PAN reproducen en su favor argumentos que tiempo atrás quisieron hacer valer, ya que el señalamiento de los nulos avances en dichas indagaciones ha sido recurrente. En febrero Felipe Calderón hizo declaraciones que, de alguna manera, hoy pretenden revivirse como alegato exculpatorio: que los expedientes habían sido previamente manipulados por los antecesores de Lozano, razón por la que éste, aunque quiso, no pudo establecer la verdad legal en esos casos. Fue entonces cuando comenté en estas páginas:
``Si esta fuera la situación, ¿por qué no asume el procurador la responsabilidad de hacerla pública? Muchas y muy graves razones debe tener Lozano Gracia para no deslindar su actuación personal de las desviaciones en que supuestamente incurrieron quienes, antes que él tuvieron la atribución de llevar adelante las indagaciones del caso. Se me ocurre pensar que una declaración de tal fuerza y magnitud tendría que ser acompañada con su renuncia. Pero su partido no está dispuesto a desprenderse del instrumento politico en que, hoy por hoy, se ha convertido la PGR''.
Esa y no otra es la causa de la histeria con que ha reaccionado el primer círculo dirigente del panismo. Las encayaduras y continuos bandazos que dio en su torpe navegar el ex procurador y el desenlace que ha tenido para su partido esta primera incursión en un cargo de verdadera relevancia, constituyen un doble fracaso: la pérdida de un insustituible instrumento de penetración en los pasadizos del poder y la manifiesta e irrefutable comprobación de la incapacidad de sus cuadros más selectos para cumplir funciones públicas de elevada responsabilidad y dimensión nacional. ¿Hay algo más que explicar?.