El problema de las carteras vencidas es general y afecta por igual a vastos sectores de las otrora prósperas clases medias latinoamericanas, que hoy no pueden pagar los préstamos bancarios que adquirieron con intereses mucho menores. Venezuela, Costa Rica, Brasil, Bolivia, Argentina conocen así movimientos y organizaciones similares al Barzón mexicano. En algunos casos, como en el de las Mujeres Agricultoras de Argentina, vastos sectores de pequeños propietarios rurales empobrecidos han realizado importantes movilizaciones, con el apoyo de las poblaciones que, a su vez, resisten en los pueblos los desalojos de los artesanos o pequeños industriales que no pueden pagar a los bancos que tratan de rematarles sus bienes.
El aumento de la desocupación y la inseguridad golpea a las clases medias del campo y de la ciudad y el incremento de los intereses que deben pagar por los créditos contraídos les impide cumplir con sus compromisos, por más que los bancos, que superan en mucho el margen internacional consentido para las carteras vencidas, busquen medidas que faciliten el cobro de cuentas que tienden a ser impagables. En la microeconomía se reproduce así el fenómeno que afecta duramente a la macroeconomía de la región, es decir, la insoportabilidad del pago de la deuda para cumplir con el capital financiero a costa incluso del nivel de vida y de la producción nacionales.
El Barzón, en México, se encuentra, por ejemplo, con que, según estimaciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, cerca del diez por ciento de los propietarios de casas hipotecadas podrían pasar a rentarlas al banco acreedor, por un máximo de seis años, y si en ese plazo no pagan la hipoteca podrían perderlas. Este es otro motivo que lo lleva a tratar de unir fuerzas con otras organizaciones sociales afectadas por la crisis y con agrupaciones de deudores de otros países latinoamericanos para crear un frente unitario a escala continental..
Al nivel de los pequeños y medios propietarios, comerciantes e industriales se llega de este modo a medidas semejantes a las que, primero, adoptaron los indígenas de toda la región, con su unión de Indígenas, Negros y Pobres de América Latina y después hicieron suyas las organizaciones sindicales de todo el Cono Sur, las cuales coordinaron y unificaron sus esfuerzos.
La estrategia de negociación de adeudos que pueda responder a la capacidad real de pagos, por supuesto, varía según los países y las diferentes economías, pero el concepto es el mismo: los deudores saben que deben pagar y quieren hacerlo pero ponen por encima de los beneficios de los banqueros el mercado interno, las fuentes de trabajo nacionales, los intereses sociales y el desarrollo e, incluso, el mantenimiento de la capacidad de ahorro nacional y de pago de impuestos, para no depender tanto de los capitales extranjeros.
Esta respuesta multinacional a la multinacionalización de la economía y al carácter internacional de la gran finanza debería ser tomada en consideración por los gobiernos nacionales porque la creación de una gran organización continental de las clases medias podría estimular la resistencia de los campesinos y los obreros y aumentar aún más las ya altas tensiones sociales.