Gerardo Valadez
Becas-crédito: por qué no

En las últimos meses, la mayoría de los estudiantes mexicanos de posgrado nos hemos manifestado en contra de una serie de medidas tomadas por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Así lo hemos hecho saber en diferentes foros de opinión pública. Aquí deseo expresar mi punto de vista acerca de las razones que motivan dicho rechazo. Son dos los puntos más preocupantes:

1) Por su bajo monto, las becas de Conacyt no cubren las necesidades de manutención del estudiante. Los montos mensuales de las becas de Maestría y Doctorado de Conacyt son inferiores a los salarios de un técnico fogonero especializado A y de un técnico en diseño gráfico del Cinvestav respectivamente, sin contar con que estos últimos cuentan con una serie de prestaciones y beneficios adicionales que por ley les corresponden y que han sido justamente ganados; 2) el hecho de que dicho apoyo económico, no sea en forma de una beca sino de un crédito, que el estudiante contrata al firmar un pagaré que lo compromete a reembolsar su <169>beca'' una vez finalizados sus estudios. Para tener derecho a la bonificación parcial del adeudo, el ex becario deberá duplicar el tiempo de su trabajo una vez obtenido el grado. En este sentido el Conacyt está actuando más como un organismo crediticio que como un impulsor de la investigación.

Alguien podría argumentar que el estudiante de posgrado es una persona privilegiada que recibe una capacitación extraprofesional; ésta le permitiría acceder a mejores niveles de vida al finalizar su formación académica y, que por lo mismo, debería pagar por ello. Este punto de vista es aplicable quizá a posgrados administrativos o de especialización comercial, pero es incorrecto cuando hablamos de posgrados en ciencia y tecnología, pues en este caso, el estudiante está comprometido de tiempo completo con su posgrado, es decir que durante tres a seis años, su único ingreso es lo que percibe como <169>beca''. En ese lapso desarrolla un proyecto de investigación original, el cual tiene todas las características de un trabajo formal, pues está constantemente supervisado y exigido de resultados. El producto de dicho trabajo es el conocimiento.

¿Cuál es la aportación del estudiante de posgrado a esta actividad? Yo estimo que no es inferior al 80 por ciento. Además de su trabajo en el laboratorio, desempeña otras actividades sin percibir ingresos extras: imparte clases, capacita a otros estudiantes y personal, realiza algunas funciones administrativas y su aporte intelectual dentro de los proyectos de investigación es altamente significativo. Deseo hacer un símil para entender la situación del becario de posgrado: hace algunos años se pretendió que los médicos residentes, quienes hacen gran parte del trabajo en los hospitales, reembolsaran los ingresos que perciben durante el desempeño de su especialización. Los médicos se opusieron, hicieron movilizaciones nacionales y un paro de labores. Se tuvo que dar marcha atrás a la absurda pretensión.

A diferencia del caso de los médicos residentes, en el que si su trabajo se interrumpe, se afecta directa y gravemente a un gran número de personas, el trabajo del científico en formación no tiene un impacto tan grande en México, al menos a corto plazo. Ello en mi opinión se debe a la escasa, por no decir nula vinculación que hay entre la investigación científica, la industria en particular y la sociedad en general. Al respecto me viene a la memoria una anécdota del doctor Manuel V. Ortega, científico ex director del Cinvestav y del Conacyt. Nos decía que hallábanse reunidos varios de los más reconocidos investigadores mexicanos cuando uno de ellos comentó: imagínense si en este momento ocurriera una catástrofe y muriéramos todos nosotros, se acabaría la ciencia en México. A lo que el doctor Ortega replicó: aun en el remoto caso de que todos los científicos mexicanos desaparecieran repentinamente, en México no ocurriría nada pues el impacto que los científicos mexicanos tenemos en nuestra sociedad es prácticamente nulo. Yo me pregunto, ¿qué ocurriría en Japón ante la misma situación hipotética?

Es por estas razones que yo, estudiante mexicano de posgrado y como profesionista titulado que cumple con las altas exigencias académicas y laborales del centro de investigación en el cual trabajo, me manifiesto contra la política restrictiva del Conacyt y pugno por que cumpla cabalmente con el cometido para el cual fue creado: ser el impulsor de la ciencia y la tecnología que México necesita.

El autor es estudiante de doctorado del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del I.P.N.