Carlos H. Avila Bello
II Congreso de Etnobiología

Organizado por la Asociación Etnobiológica Mexicana, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAMorelos) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, se llevó a cabo en meses pasados el II Congreso Mexicano de Etnobiología, bajo el lema ``El quehacer etnobotánico y la calidad de vida en México''.

La etnobiología es la ciencia que, en términos generales, estudia las relaciones entre los grupos indígenas o campesinos y los recursos naturales que aprovechan. Durante el Congreso, celebrado en septiembre, se presentó una gran variedad de trabajos arqueobotánicos, acerca de insectos y otro tipo de fauna comestible o ritual, manejo de recursos naturales por grupos indígenas y campesinos, plantas medicinales, farmacología, fitoquímica y biotecnología.

Un análisis somero del Congreso deja ver que las instituciones que mayor número de trabajos presentaron fueron, la UNAM (23.5 por ciento), UAM (12.6 por ciento), UAMorelos (11.4 por ciento) y el IPN (11.4 por ciento. Asimismo llama la atención la baja participación de tres instituciones teóricamente vinculadas a este tipo de estudios (el Instituto Nacional Indigenista, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias y la Autónoma de Chapingo). Del mismo modo, destaca que, de los 150 trabajos presentados, sin incluir las mesas redondas y de educación, 108 son de investigación básica, 40 de investigación aplicada y dos de transferencia de tecnología. Me parece que en el futuro los investigadores interesados en esta área de conocimiento deberemos buscar un equilibrio entre estos tipos de investigación, sobre todo por la presión que reciben los grupos indígenas para aumentar su producción y productividad.

En una de las ponencias, relacionada con la utilización de los recursos naturales para la elaboración de artesanías, se llamó la atención respecto a la importancia de legislar sobre el derecho de los grupos indígenas a la propiedad intelectual de sus diseños artesanales y sobre el uso de sus recursos naturales. También fue importante el llamado de atención que hizo Monserrat Gispert --que espero tomen en cuenta autoridades superiores-- en el sentido de que actualmente estamos importando dos alimentos (maíz y frijol), que fueron una aportación para el mundo por parte de nuestros astepasados indígenas y que siguen formando parte esencial de la alimentación de los mexicanos.

A varios de los asistentes nos llamó la atención que hasta el momento no se haya organizado un homenaje al máximo exponente e impulsor de la etnobiología en México, Efraín Hernández Xolocotzi (q.e.p.d.). Me parece que en el futuro la investigación científica en etnobiología tiene un papel muy importante que jugar, siempre que logremos un equilibrio entre los tipos de investigación que llevamos a cabo y se establezca un compromiso claro y participativo con las comunidades indígenas y campesinas del país; en este aspecto, me parece muy importante la lectura y análisis de dos artículos muy interesantes por sus conceptos, el de Mauricio Rosas Kifuri y el de Arun Agrawal. Finalmente, creo que el esfuerzo de las instituciones organizadoras y en especial la Asociación Etnobiológica Mexicana es muy loable; habrá que apoyarlo para que permanezca.