Pablo González Casanova
Las autonomías
En Sacamch'en de los Pobres, oficialmente llamado San Andrés Larráinzar, las representaciones del gobierno federal y del EZLN llegaron a un acuerdo unánime, no sólo en uno sino en dos documentos sobre ``Autonomías de los pueblos indios''. Los acuerdos allí logrados tienen un amplio y profundo significado desde el punto de vista de México, de América Latina y a nivel mundial. Las implicaciones de los acuerdos son muy importantes para la antropología, el derecho constitucional y la ciencia política. Quienes deseen referirse a este tema, sin prejuicios, deberán necesariamente compenetrarse del contenido de los mismos. Si lo hacen, descubrirán que se trata de acuerdos que logran, entre otros objetivos:
1. Incorporar el más moderno concepto de autonomía a la solución de los problemas indígenas y al proceso de democratización. En efecto, hoy desde las más distintas disciplinas, como las neurociencias, la computación, la informática, la administración, el concepto de autonomía es parte de la construcción de conocimientos y realidades, y del tipo de sistemas sociales, culturales, económicos y políticos más eficaces para adaptarse a los cambios contextuales e internos y generar o crear nuevas relaciones humanas y con el medio ambiente. Cualquier especialista o estudioso que esté al día en el desarrollo científico o de avanzada, sabe perfectamente el alto nivel de eficacia que han revelado tener los sistemas y subsistemas con autonomías.
2. En los acuerdos se logró no sólo pensar global, sino localmente. Se pensó en la historia y situación de las minorías étnicas, y en la historia de México; también en la indoamericana y la iberoamericana. Los acuerdos enfrentaron al etnicismo como forma de pensar y actuar. Lo hicieron de dos maneras: impidiendo cualquier camino que lleva a las ideas de ``pureza étnica'' o de ``racismo de los pobres'', que tantos estragos hacen hoy en Europa central y en otras partes del mundo, y rechazando cualquier lógica que lleve a la creación de ``reservaciones indígenas''. La solución a estos problemas resultó muy clara: la cuestión indígena o india afecta a todos los pueblos de origen colonial que conservan sus lenguas y tradiciones, o parte de ellas, y la solución a sus demandas exigen formas de organización, y derechos, que representen sus identidades y sus diferencias culturales y lingüísticas; pero ninguna solución será válida si los indios de México se separan de los demás pueblos y ciudadanos. Al contrario: los indios de México deben integrarse a los sistemas de participación y representación para el gobierno local, estatal y nacional, en todos sus niveles y en todos sus poderes. En su actuación no sólo tendrán derecho a defender sus diferencias e identidades como indios, sino sus afinidades como ciudadanos mexicanos y como seres humanos, y estos últimos como seres políticos que piensan y actúan con una visión a la vez local, nacional y universal. La oposición a toda estructura o institución etnicista, excluyente de otras etnias, es tan clara como el rechazo de un sistema de ``reservaciones''.
3. Los acuerdos de San Andrés Sacamch'en lograron el planteamiento de un Estado con autonomías que es muy distinto del Estado español. Cualquier imitación --si acaso la hubo-- fue descartada. Como han observado destacados especialistas mexicanos y españoles, las autonomías en un régimen federal tienen que ser muy distintas de las autonomías en un régimen unitario como el español. En los acuerdos de Sacamch'en se tomó como base el municipio para plantear el problema de las autonomías de los pueblos indios. Al hacerlo no sólo se consideraron las más antiguas tradiciones de las comunidades indígenas, ni sólo las experiencias de los comuneros y los municipios que arrastran desde el siglo XV, o las más recientes del ``municipio libre'' que atraviesa los movimientos históricos de nuestro tiempo. A esas experiencias se añadió el hecho de que dos entidades federativas, Oaxaca y Chihuahua, cuentan ya con una solución institucional y constitucional en materia de reconocimiento de ``usos y costumbres'' de los pueblos indios, que es base de un régimen de autonomías con respeto a los derechos humanos.
El acuerdo de Sacamch'en fue muy preciso en determinar la combinación de las autonomías municipales con las autonomías regionales. Si la redistritación de municipios, formulada democráticamente, puede ser un paso muy significativo para que los habitantes de este país precisen los límites geográficos de sus unidades municipales y políticas, las autonomías se plantearon como el derecho de dos o más municipios de articularse para la solución de problemas comunes, sociales, culturales, económicos, administrativos, políticos. En el caso de los pueblos indios, las unidades autónomas servirán para resolver problemas lingüísticos en la educación, la salud, la justicia, siempre con la idea de que indios y no indios tendrán el derecho expreso de articular municipios y acciones comunes en formas autónomas, esto es, dispondrán de la facultad necesaria para determinar problemas y programas, y para asignar a los mismos recursos y personas en función de las prioridades que cada pueblo considere y con los responsables a quienes cada pueblo dé su confianza. Los acuerdos sobre las autonomías abrieron así posibilidades de desarrollo democrático para los pueblos indios y no indios, y para que el sistema federal mexicano avance. Son una garantía contra los fueros autoritarios y para el fortalecimiento democrático de la unidad nacional.
La Cocopa actuó como representante del Poder Legislativo. Sus integrantes realizaron la proeza histórica de superar una lógica meramente partidaria y de representar tanto al Poder Legislativo como a los ciudadanos y pueblos de México indios y no indios. Sus esfuerzos tienden a acabar con las herencias coloniales y racistas más arraigadas: inician una nueva etapa en la democracia municipal, en la democracia federal, en el equilibrio de poderes y en la creación de un Estado multiétnico y democrático de México.