Estéril, certificar la lucha antidroga, considera México
Ismael Romero Por razones de imagen y por cuestiones políticas, México debe seguir colaborando en el combate contra las drogas, pero sin aceptar ninguna actitud que condicione la cooperación o que se le quiera certificar su trabajo, declaró el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de la República, Fernando Solana.
El ex canciller consideró fundamental que Estados Unidos deje a un lado la idea de certificar el esfuerzo que hacen los paí-ses en contra del tráfico de drogas, y que todos asuman que existe una corresponsabilidad.
Solana opinó que a pesar de todo el esfuerzo de las naciones, la guerra en contra del narcotráfico se está perdiendo. Y que en nuestro caso, esto ha ido en detrimento de la salud y de la estabilidad de algunos aspectos del Estado mexicano.
Por ello, consideró oportuna la celebración de la reunión de las Naciones Unidas respecto a una nueva estrategia para combatir el tráfico de drogas, la cual ha sido impulsada y promovida internacionalmente por México.
Al referirse al tema de las certificaciones, el legislador comentó que Estados Unidos es el principal consumidor de drogas en el mundo, y que muy probablemente ese consumo genera no menos de 150 mil millones de dólares al año.
Con esa cuota de consumo, añadió, se crea otra cuota de problemas enormes en diversos países. Aunque reconoció que el problema es de todos, dijo que el motor principal de la producción y el tráfico de drogas es el enorme consumo que se está dando en el mundo.
La Organización de las Naciones Unidas, ejemplificó, ha estimado el valor total del consumo de drogas en 500 mil millones de dólares anuales. Se trata de 2 por ciento del PIB mundial. Y la mayor parte de esos recursos se queda en los mercados financieros de los países más avanzados, incluyendo Estados Unidos.
El resto se reparte entre los países productores, como Colombia, Bolivia y Perú o países de tránsito, como México, observó Solana.
El legislador mencionó que, a veces, Estados Unidos reconoce el papel que juega en el problema, pero que lo olvida a la hora de certificar.
Por un lado, dijo, es política de imagen. Pero es tan grave el problema de las drogas en Estados Unidos, que allá se les hace fácil echar la bola al otro lado de la cancha.