La Jornada 13 de diciembre de 1996

Caja negra
Pablo Gómez

Sólo con los votos del partido oficial, antier se aprobó el presupuesto federal de 1997. Para el próximo año, el presidente Zedillo calcula gastar más de 38 mil millones de pesos en las llamadas erogaciones adicionales, ahora tituladas provisiones salariales y económicas, es decir, el ramo 23: la caja negra del presupuesto.

Estos gastos significarán el 12.3 por ciento de todas las erogaciones programables del gobierno federal y el 78.5 por ciento de todas las inversiones físicas que habrá de hacer centralmente la presente administración durante el año próximo. Además, aquella cantidad representa el 303 por ciento de lo que se destinará a superación de la pobreza.

El ramo 23 del presupuesto es el instrumento de reparto de dinero según las necesidades políticas del Presidente de la República y del partido de éste. El principal programa de este ramo es el salarial, que no solamente sirve para sufragar los aumentos de sueldos de los servidores públicos, sino para pagar los bonos y demás percepciones ilegales y secretas (o sigilosas) de los altos funcionarios gubernamentales.

El año pasado, se erogaron cerca de 13 mil millones de pesos directamente desde el ramo 23, es decir, sin pasar por ninguna secretaría de Estado ni organismo paraestatal, lo cual indica que ese dinero no se destinó a los aumentos de sueldos de los empleados, sino a otros gastos, entre ellos, los apoyos extraordinarios y extralegales a los gobernadores.

Otro de los renglones más ocultos del ramo 23 es el de los ``gastos especiales'', que están incluidos en diversos programas, de los cuales no se da cuenta específica.

La caja negra del presupuesto, para 1997, además del ``programa salarial'' por más de 23 mil millones, contiene otros programas, tales como el de seguridad pública, con cerca de 2 mil millones (el 75 por ciento del presupuesto de la Procuraduría General de la República, el cual es aparte); el de ``modernización de los sistemas contables'' con cerca de mil millones; el de ``desastres naturales'', con 2 mil 300; el de partidos políticos (Istituto Federal Electoral aparte, el cual tiene casi 3 mil millones) y ``gastos asociados'' (cualquier cosa que eso quiera decir) con mil 700; el de compensación de variaciones en los precios internacionales, con más de 3 mil millones; el de ``fortalecimiento de la coordinación hacendaria con entidades federativas'' (además de las participaciones a estados y municipios), con 4 mil 750 millones y, finalmente, la partida secreta del Presidente, denominada ``erogaciones contingentes'', con 200 millones, la cual ha sido disminuida desde 650 millones que tuvo asignados en 1996.

El ramo 23 ha sido fortalecido en el presupuesto aprobado para 1997, mientras el de ``superación de la pobreza'' ha disminuido en 4.6 por ciento en términos reales, educación pública se reduce en 7 por ciento real y las aportaciones federales para servicios educativos en los estados también lo hace en 0.7 por ciento.

La caja negra seguirá siendo utilizada para gastos políticos, tanto aquéllos que se expresan en sueldos y gastos especiales, como en las transferencias a los gobernadores.

Uno de los programas con mayor objeto político es el 4 mil 750 millones para los gobernadores, el cual, a diferencia del ramo relativo a la coordinación fiscal (más de 87 mil millones), se reparte con absoluta discrecionalidad por el Presidente de la República: nunca se ha sabido cuánto le toca a cada gobernador.

La partida secreta, disminuida para 1997, sigue en el presupuesto. ¿Para qué quiere el Presidente 200 millones de pesos adicionales a los 921.5 millones asignados a su oficina? La respuesta es: para erogaciones secretas. ¿Cuáles pueden ser éstas? Jamás se ha dado la menor pista por parte del gobierno. Pero, como sabemos, el secreto presupuestal va mucho más lejos que la partida secreta.

Cuánta falta hace en México una Cámara de Diputados independiente del poder Ejecutivo.