Cuando los meritorios y sufridos lectores de estas líneas las recorran con la mirada, se estará efectuando en Roma el congreso nacional de Refundación Comunista (RC), cuya importancia política y teórica trasciende en mucho el ámbito de ese partido y de Italia misma.
De RC, en efecto, que tiene el 11-12 por ciento de apoyo electoral a escala nacional, depende el gobierno de centroizquierda dirigido por el ex democristiano Romano Prodi, que sin los comunistas no tendría mayoría en las Cámaras. Además, el principal partido del bloque que apoya a Prodi, el Olivo, es el Partido Democrático de Izquierda (PDS, según las siglas italianas) que teme que RC le quite su apoyo en la izquierda tradicional aprovechando el desgaste que al PDS le provoca el proponer y sostener una política antipopular (RC no forma parte del gobierno ni de la mayoría sino que, la sostiene o no, según cada medida que Prodi proponga). Ese temor a depender de un sector comunista colocado en la oposición lleva al PDS a sabotear a Prodi y a buscar marginar a RC cambiando el sistema electoral para que aquélla no tenga representación parlamentaria o logre unos pocos diputados y, sobre todo, a buscar una alianza con la oposición derechista y hasta fascista, a fin de remplazar el apoyo externo comunista a la mayoría de centroizquierda por un apoyo externo ultraconservador. Prodi, por lo tanto, espera que RC crezca a costa del PDS para sostenerse y para que la derecha no avance. De ahí que lo que está en juego en este congreso de RC --sostener o no al gobierno Prodi y, en caso de hacerlo, cómo y hasta dónde-- tenga una importancia política nacional.
También tiene, sin embargo, importancia teórica, porque la discusión, en pocas palabras, plantea si hoy es posible una alternativa al sistema actual y, por lo tanto, al gobierno del ala constitucional y moderada y europeísta de la gran industria y de las finanzas o si sólo es posible una oposición dentro del sistema o, peor aún, una integración en el mismo y en el gobierno (tal como hace el PDS) para desempeñar en ellos el papel de freno a los peores excesos antipopulares.
La mayoría de RC quiere mantener la política de ``ni dentro ni fuera'' del gobierno, condicionando su apoyo puntual según cada medida. Pero tanto el PDS como la derecha del gobierno quieren acabar con lo que consideran una presión y un chantaje cotidianos. Por lo tanto, pueden muy bien acabar por cambiar de aliados si un ala de los ex democristianos fascistizantes o de los ultraconservadores les hace suficientes concesiones como para que osen incorporar a estos sectores a una mayoría gubernamental que, como resultado inmediato de ese cambio, perdería parlamentarios por la izquierda y, sobre todo, margen de maniobra entre los trabajadores, los cuales repudiarían un cambio hecho para agravar su situación económica, política y social. Por consiguiente, si en el congreso de RC no surgiese un ala que, con el pretexto de combatir a la extrema derecha aceptara integrarse al gobierno y, por el contrario, se mantuviese la independencia que le da a RC una importante renta de posición (es el sostén del gobierno, pero también es oposición al mismo), sería posible que el PDS, en su rápida evolución hacia la derecha, buscase imponer un cambio de alianzas que, como resultado inmediato, llevaría a RC a la oposición frontal, quizás reforzada por decenas de miles de ex miembros del PDS, pero aislada de todas las demás fuerzas.
La mayoría de RC trata de establecer un lazo entre la situación y las tareas actuales y la eventualidad antes apuntada sosteniendo que la alternativa se construye hoy impidiendo las peores medidas del gobierno (al cual sostiene) y construyendo así y con el desarrollo de la autoorganización y de autonomía de los movimientos populares, incluso con la mayoría de los Verdes, una nueva relación de fuerzas en la sociedad. La minoría (que podría obtener entre 10 y 20 por ciento de los votos en el congreso) dice en cambio que hay que salir de la mayoría antes de ser echados de la misma y que dentro del sistema no son posibles formas de autoorganización, islas económicas potencialmente alternativas y, cualquiera que sea el costo, incluso la desaparición del Parlamento, RC comunista debe lanzarse a la búsqueda de una alternativa política y social, apareciendo como la oposición de izquierda a la ultraderecha (o sea, el Polo Berlusconi-Fini), al centro conservador (el Olivo Prodi-Dini) y a la izquierda liberal (el PDS). Dentro de unos días sabremos por fin qué línea adopta RC, sentando un precedente para la izquierda española, griega y francesa, que siguen los debates con atención. También sabremos qué hace el gobierno con este incómodo aliado-adversario.