Según el doctor Atl, ``las artes indígenas son lo más mexicano de México'' y se lamenta de que no hayan sido valoradas; este pensamiento lo condujo a escribir el primer tratado sobre el tema, que acompañó una exposición que se llevó a cabo en 1921 con la curaduría de Jorge Encino y Roberto Montenegro. Hay que mencionar que unos años antes, Manuel Gamio había presentado la primera muestra de piezas prehispánicas con el objeto de demostrar que eran artísticas; llevó a cabo una encuesta que se hizo célebre por las respuestas que veían valor únicamente en las figuras con parecido al arte occidental y desechaban las diferentes. A esto Gamio le llamó ``fraude psicológico'' y reflexionó: ``para estimar tal arte con autenticidad es necesario que se integren la belleza de la forma material con la idea que ésta representa''. Estas consideraciones que expresó ampliamente desarrolladas en su obra Forjando Patria, publicada en 1915, tuvieron fuerte influencia en los creadores posrevolucionarios: Diego Rivera, Siqueiros, Orozco, Leal, etcétera.
Por increíble que parezca, desde las fechas mencionadas no se había vuelto a organizar una exposición de arte popular de todo el país y todas las épocas. Ahora, el antiguo Colegio de San Ildefonso, que se ha vuelto sede de las exhibiciones mas importantes --baste recordar Esplendores de 30 siglos y Dioses del México Antiguo--, presenta hasta el 30 de marzo del próximo año Arte Popular Mexicano-cinco siglos.
La muestra fue curada y seleccionada por verdaderos expertos como Olga Sáenz, Teresa Pomar, Ruth Lechuga, Ingar Johnson, Imelda de León, entre otros, lo que garantiza su representatividad y calidad. Está constituida por mil 200 piezas de diferentes ramas artesanales, épocas y entidades de la República. Ello nos permite apreciar maravillosos objetos de la época prehispánica, virreinal y contemporánea.
La maestra Sáenz, coordinadora del contenido de la exposición, explica: ``El objetivo es destacar los valores artísticos de las obras y acabar con `la vieja mentira' de que el arte popular no tiene creador. Está hecho por hombres, artistas de gran talla con nombre y apellido, y si no se tiene siempre la referencia es por descuido de los autores, por lo que se pone en la ficha `autor desconocido', pero no `anónimo''.
He ahí una idea fundamental que cambia la visión de estas manifestaciones extraordinarias del alma del pueblo mexicano, integradas por una rica herencia: como madre, sin duda, la prehispánica; pero con la fuerte presencia del padre europeo, y no hay que dejar de lado el legado asiático que nos llegó con la nao de China y el mundo africano que trajeron consigo los miles de negros que vinieron de esclavos, que se perdió en los brazos de indias y mestizas para tornarse en este país de múltiples tonalidades de piel y un sólo espíritu.
Este se ve reflejado en esas piezas artísticas provenientes tanto de colecciones públicas como privadas de la ciudad de México y de doce estados del país. La exposición está dividida temáticamente; tiene además una sala de introducción y otra dedicada a los premios nacionales 1996. Los temas de las distintas salas son deliciosos; algunos ejemplos: En torno a la casa y el fogón, La muerte !Catrina!, El retrato, espejo del mexicano, hasta llegar a nueve; todas igualmente atractivas.
Fascinan las piezas de barro, compitiendo el negro bruñido de Coyotepec con las adornadas figuras de terso color arena de Atzompa y las multicolores de Metepec; lo mismo sucede con la cerámica, el cobre, la madera, el papel, la piedra, la cera, el vidrio, los textiles, el oro y la plata. Cabe traer a la mente las palabras que expresó en 1520 el gran pintor alemán Alberto Durero: ``He visto las cosas de oro, de plata, de plumas y las elegantes vestimentas que le han traído de regalo al rey de las nuevas tierras doradas; en toda mi vida nunca había visto objetos que regocijaran tanto mi corazón; entre ellas hay extraordinarias obras de arte que me han hecho maravillar del sutil genio de los hombres de esas tierras lejanas''.
Seguramente hoy ratificaría esas palabras y se pondría sumamente feliz de saber que muchas de ellas las puede adquirir, entre otros sitios, en Fonart y hasta principios del año que entra en la bella casona decimonónica que tiene la Secretaria de Hacienda en la calle de Guatemala, bajo la dirección de la talentosa Juana Inés Abreu, en donde su presenta una exposición y venta de Gorky González, el genial ceramista guanajuatense, Premio Nacional de Arte que ha sabido reproducir las más bellas piezas de siglos pasados y crear nuevas que hacen la vida un deleite.
La visita a estos dos lugares tiene la ventaja de contar --a tiro de piedra-- con excelentes lugares para comer: atrás de Catedral, la siempre recomendada Casa de las Sirenas y por la fachada original de San Ildefonso, en la calle del mismo nombre, una sucursal del restaurante El Cardenal, con la misma buena comida de su hermano de la calle de Palma.