La Jornada Semanal, 15 de diciembre de 1996
En Tabasco: un jaguar despertado usted se refiere a la
experiencia de gobierno que compartió con un equipo encabezado
por Enrique González Pedrero. Esa experiencia supuso un golpe
de timón en su trayectoria como intelectual y escritora
justamente, este libro y los anteriores, sobre el tema Tabasco o
el tema México, constituyen también un testimonio de ese
viraje: son el durante de esa experiencia. Quisiera ir un poco
más atrás para preguntarle por el
antes. Existieron claras circunstancias personales que
la instalaron en Tabasco. Me gustaría que hablara sobre las
circunstancias de otra índole las intelectuales, las
literarias: las del espíritu: cómo se
construyó su disponibilidad interior para ese golpe de
timón?
Es probable que, unos años antes de irme a Tabasco, algo como una premonición me haya acercado a aquel territorio donde habría de vivir una de las experiencias más fuertes y perdurables de mi vida. No sé si se acuerda usted de una exploración que hice, a fines de los setenta y principios de los ochenta, alrededor de los orígenes del relato, analizando textos de narración oral nahua de la zona de Macayapan, muy cerca de Tabasco. Nunca me había interesado especialmente por los relatos arcaicos y, de repente, supe que tenía que ir a buscar por ahí los motivos más elementales, más profundos, del deseo de narrar. Me movía también, creo yo, una necesidad de aproximarme a la identidad mexicana en sus orígenes, en los sitios donde germinó la cultura más antigua de lo que después sería México.
Ahora bien, algo más me disponía al encuentro con Tabasco: un encuentro que se había ido preparando, a lo largo de muchos años, desde 1970, en sucesivas visitas y a través de la cercanía con Carlos Pellicer, que fue un introductor de privilegio a aquel paisaje y a su gente... La persona de Pellicer y su voz, tan profunda que parecía que hablaba por sí la voz de las selvas y las aguas de Tabasco. Había en la poesía suya, y de otra manera en la de José Carlos Becerra, una fuerza llena de esa energía, como de los orígenes, que caracteriza a Tabasco. Los poetas de Tabasco son poetas de los orígenes: son voces que lo remontan a uno a algo muy remoto.
Cuando volví a Tabasco, a mediados de 1982, tuve una sensación muy intensa al remontar el río Usumacinta: allí estaban esas iguanas enormes, apoyadas sobre los troncos caídos, entre la selva y el agua, que parecían parte del mismo tronco, parecían vegetales y a la vez eran pétreas, minerales... Y esa selva que cae a pico sobre Boca del Cerro, tan impresionante. Tuve la sensación de remontarme al principio de todo. Creo que eso me habitaba en aquel momento, cuandoempezó lo que ahora llamo "la experiencia de Tabasco". La fuerza enorme de aquella tierra y aquella inmensidad de agua me abrió la sensibilidad de otra manera, me puso en un estado de receptividad muy singular. A la vez, empecé a sentir que esa fuerza de la naturaleza también hablaba por las voces y las miradas de la gente, sobre todo de los campesinos y de los indios. Empecé a establecer con ellos una comunicación muy inmediata, muy directa, porque todo me impulsaba a abrirme a ese llamado que iba sintiendo, que me tocaba de una manera desconocida, muy intensa y muy esencial.
Me gustaría sabera asimismo la historia del durante. Cuáles eran las preocupaciones intelectuales y estilísticas del antes y cómo comenzaron a ser reemplazadas por otras preocupaciones? Se trata de una muerte y de un renacimiento? O se trata de un agotamiento y un descubrimiento?
Es díficil resumir ese proceso. La verdad es que he tenido que hacerlo, muy recientemente, en un prólogo que acabo de escribir para mis textos de ficción que va a publicar el Fondo de Cultura, y me cuesta reincidir ahora en ese tema. Me cuesta mucho situarme, desde este tiempo y este espacio donde me ubico hoy, en aquel otro tiempo y otro espacio imaginarios, tan distintos. Ahora, me reconozco y no en aquellos textos que desplazaban al infinito la probabilidad de narrar una historia lineal, con un principio y un término.
Cada uno de aquellos textos era un espejo que reflejaba a otro que reflejaba a otro. Se aludían entre sí, se entretejían, se infiltraban mutuamente. Había una dispersión deliberada de significados y una trasgresión de las fronteras de los géneros. Me gustaría que volviéramos a hablar de ello después, cuando aparezca ese volumen y usted haya leído ese prólogo, y tengamos más elementos para ahondar en lo que allí llamo "el duelo de mi ambivalencia" y que tiene que ver con mis dos identidades: la cubana de origen y la mexicana de adopción.
Puedo anticiparle, sin embargo, que cuando escribí Jardín de invierno (1978), tuve la certidumbre de haber llegado al término de un camino y haber agotado la necesidad de volver a recorrerlo.
Esa puesta en escena fue una especie de exorcismo que me liberó de muchos fantasmas. En 1980 se insinuaba ya otra cosa, la tentación de escribir un largo relato de relatos, una novela-crónica, de remontarme a los orígenes de la historiafamiliar y de poblar ese texto con una abigarrada secuencia de vidas y de muertes, de presencias y de voces.
Ahora estoy en eso: por fin ya estoy en eso. Pero, mientras tanto, a lo largo de los ochenta y en estos años recientes, me ocurrió Tabasco y las inquietudes, muy ubicadas en el tiempo de la historia, que me suscitó aquel encuentro tan sacudidor con "el otro México". Yo había pretendido abolir la realidad para sustituirla por espacios imaginarios. De repente, descubrí la magia a lo mejor efímera y engañosa, pero le aseguro que fascinante del deseo de llenar los huecos del mundo cotidiano, donde transcurren las vidas de todos. La necesidad de escribir se desvaneció y después tardé en recobrar el uso de la palabra. No me gustan mucho las grandes palabras pero a lo mejor habría en este largo viaje una especie de "muerte y transfiguración".
Me parece que Tabasco: un jaguar despertado es la sistematización del durante un durante compartido, el durante construido por muchos para volverlo un ahora un ahora para México: para el México que todavía se cree capaz de hacerse a la imagen y semejanza de un sueño posible. Quisiera que sintetizara los puntos básicos de la propuesta alternativa que circula por el libro: descentralizar, desconcentrar, aterrizar en lo local, desde adentro y desde abajo.
Lo que descubrí en Tabasco fue el desfase entre el país moderno y el país tradicional, siempre hecho a un lado, marginado, olvidado por las sucesivas modernizaciones. Me di cuenta de que había que encontrar alternativas para reconciliarlos, para que el país que a cada rato se pone botas de siete leguas y se lanza tras el futuro, acabe de entender que ese futuro no es viable si no aprende a incluir en su proyecto la persistencia de su pasado y a todos los que se han quedado afuera.
Y eso sólo puede intentarse con un modelo que tome en cuenta las realidades locales, las necesidades sentidas por la gente en las comunidades pequeñas, y que descentralice la toma de decisiones y la distribución de los recursos.
Cómo fue construyéndose conceptualmente la propuesta básica del libro: gobernados que hablan y construyen su agenda de necesidades, gobernantes que escuchan y construyen su plan de gobierno? Cuál es la historia intelectual de esta propuesta (de Vasco de Quiroga a Frank Tannenbaum)?
La propuesta de Frank Tannenbaum, en los años cincuenta, era muy lúcida, muy sensata, pero fue desoída: México necesitaba realmente una filosofía de las cosas pequeñas. Era una propuesta de asumir la realidad de las mayorías, en vez de perseguir las fantasías de las élites. En lugar de escuchar esa propuesta, se cayó en la trampa de un desarrollismo desatado y en un descuido catastrófico de la vocación de autosuficiencia de las pequeñas comunidades. En Riqueza de la pobreza, González Pedrero recordó, a fines de los setenta, la obra de los pueblos hospitales de Vasco de Quiroga, allá en el siglo XVI. Y señaló que había mucho que aprender allí. Pocos gobernantes han entendido la importancia de organizar eficazmente las cosas pequeñas para que puedan funcionar las más grandes: Lázaro Cárdenas fue de esos pocos. A fines de los años setenta, Gabriel Zaid buscó en Schumacher el autor de Lo pequeño es hermoso los fundamentos de su crítica a las ofertas "faraónicas" de Progreso y de su argumentación en favor de un progreso "a la rústica y por su cuenta" entre la población más pobre.
La propuesta alternativa cuestiona la estructura misma del Estado mexicano el pacto entre los sectores del partido de Obregón, Cárdenas y Calles? Cuáles serían los riesgos de aplicar la propuesta a nivel nacional y qué salidas alternativas vislumbra?
Me parece que el pacto entre los sectores, que fue el sostén del sistema durante muchas décadas, está muy desgastado y quizás agotado en algunas de sus articulaciones, que en otra época fueron eficaces. Se fundaba en un verticalismo que ya resulta inoperante. La sociedad civil ha ido ocupando espacios, lenta pero persistentemente, y reclamando que se la escuche en la toma de decisiones. Cada vez hay más consenso en torno a la necesidad de configurar un pacto social más amplio, que tienda vínculos horizontales entre los diversos espacioslocales y regionales y entre los múltiples sectores sociales. Democratizar la vida nacional no es un riesgo; al revés, acaso representa la única garantía de estabilidad para el país, lo único que nos garantizaría un acceso viable, en condiciones menos precarias, a esa globalización que, dejada a sus propios mecanismos, suele traer más padecimientos que beneficios.
La propuesta alternativa, conduce naturalmente a una suerte de neosocialismo autogestionario?
Esta propuesta es aplicable dentro de la economía de mercado. Para ser más precisos, tendríamos que hablar de una economía social de mercado: un modelo donde la superación de la pobreza se coloque en el centro y se busque una redistribución más justa de los beneficios del desarrollo. Una propuesta de esa índole debe apoyar consistentemente a la economía popular, en el campo y en las ciudades, y promover la autosuficiencia y la autogestión. No supone un super-Estado empresario sino un Estado capaz de buscar, con la mayor eficacia, el bien común.
Al mismo tiempo, una parte del proyecto alternativo Tabasco, como sugiere en el libro, fue expropiado y adulterado por el Programa de Solidaridad. En qué consistió esta expropiación y adulteración?
No es precisamente eso lo que digo. Sugiero que es probable que la administración federal haya utilizado algo o mucho de aquel proyecto en el diseño de ese programa, sobre todo la participación de los pobladores en obras de bienestar público. Y me refiero a la diferencia entre articular esa participación dentro de un diseño de desarrollo integral y democrático, o inscribirla dentro de un proyecto de remiendo, disperso y fragmentario, de los múltiples agujeros que abrían las medidas económicas adversas a la distribución equitativa de los beneficios del desarrollo o bien usarla para promover la popularidad presidencial y con criterios electoreros.
Acerca de las élites conocemos las ideas que Zaid expone en la obra De los libros al poder. Uno de los momentos sobresalientes de este libro es aquel que alude a los centros de construcción de élites: primero la UNAM, luego las universidades privadas nacionales, recientemente los institutos tecnológicos nacionales y las universidades extranjeras. Cuáles considera las fuentes alternativas, los otros espacios de formación que requiere México? Entre esos otros espacios es posible que pueda incluirse todavía a las universidades y a costa de qué cambios en sus propuestas?
Zaid ha reflexionado con mucho ingenio, es verdad, acerca de los mecanismos y los mitos que han privilegiado en el ejercicio del poder, a partir de 1946 cuando ocupó la presidencia un "chachorro" ilustrado de la Revolución, a universitarios provistos, en cierta medida, de una "patente de corso".
Sólo que, desde hace algunos años, las "patentes" que extendía la UNAM dejaron de ser bien vistas o de funcionar como "ábrete Sésamo": hoy son mucho más útiles las "patentes" de ciertas universidades privadas o de ciertas universidades extranjeras, sobre todo de Harvard.
Ahora bien, no olvidemos que la formación de conocimiento es la mayor inversión de los países desarrollados, y que la productividad generada por ese conocimiento está siendo ya el factor determinante en la competitividad de las empresas, pero también de los países. Analistas como Peter Drucker nos han mostrado a esas nuevas élites del futuro: los poseedores del conocimiento. El 95% de la investigación y el desarrollo se realiza en países desarrollados, que protegen mucho el uso de la tecnología.
Cómo vamos a enfrentar ese desafío si hay tantas deficiencias en nuestra educación básica? Es fundamental descentralizar y consolidar pequeños centros eficaces de educación superior y de investigación. Asegurar el acceso generalizado a una educación de calidad en los niveles básico y medio es requisito para un ejercicio más consciente de la ciudadanía. Yo sí creo que la educación, así concebida, puede ser un vehículo que facilite una cultura democrática.
Cuál es su lectura de la izquierda mexicana contemporánea y del futuro de esa izquierda, justo ahora, cuando un tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, dirige al PRD?
Me parece que la izquierda ha venido arrastrando (desde los tiempos de los dogmatismos y las sectas, favorecidos por la clandestinidad y las represiones de otras épocas) una tendencia a la rigidez, la intolerancia, la pulverización y las rencillas internas. Creo que el PRD se enfrenta hoy, en la medida en que antes fue un frente amplio, a la aparición de algunos de esos síntomas en un organismo que es joven, pero que heredó males antiguos, y que trata de sacudírselos. Si el nuevo dirigente del PRD lo consigue y logra consolidar ese partido, creo que habrá logrado algo muy importante. En un país como el nuestro, no parece viable una democracia que no cuente con una opción congruente a la izquierda del panorama político. Habría que ver, también, en qué medida esa opción tendría que moverse un poco más hacia el centro para volverse, entre los electores, opción real de gobierno.
Cuál es el después el ahora inmediato y el futuro de Julieta Campos?
Parece que empiezo a buscar de nuevo, después de tantos años, los caminos de lo imaginario: parece que pretendo reencontrarme con esa escritura que no argumenta, ni demuestra, ni razona, ni prueba nada: que no aspira a modificar lo real sino en tanto que lo reinventa en lo imaginario. Quiero decirle con esto que he comenzado a escribir aquella novela que me propuse alrededor de 1980 y que se me quedó tantos años en el tintero o en la máquina de escribir. Porque me resisto todavía, hasta cuándo?, a la computadora y sus redes de tentaciones, a sus cantos de sirenas, incluyendo, por supuesto, la inefable Internet. Qué quiere usted? Soy de una generación que todavía, a veces, siente placer por el trazo que va dejando la pluma sobre una hoja blanca.