El doctor Rafael Baquero (n. Bogotá, 1940), investigador del Departamento de Física del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, nos dice que entre otros aspectos, llamó la atención la posibilidad de medir los campos magnéticos de cada órgano del cuerpo, que son extremadamente débiles, y saber si un órgano está sano. Esto es posible, dijo, porque el campo magnético del órgano sano es diferente del que no. Agregó asimismo que con base en la superconductividad se pueden desarrollar instrumentos que pueden captar campos magnéticos extremadamente débiles (mientras que el campo magnético de la Tierra es de medio Gaos, los del cuerpo oscilan entre una millonésima y una mil millonésima de Gaos. Un susurro en una discoteca).
``La superconductividad prometió un gran mundo, incluso un poco fantasía en ciertos momentos'', señala. Desde el descubrimiento de este fenómeno, explica, ha ido aumentando la temperatura a la que un material se hace superconductor. ``En los setenta se descubrieron los materiales A-15 de alta temperatura como el niobio3-german.
``En mi estancia posdoctoral en Canadá participé en la investigación de esos materiales. En esos años se desarrolló una teoría microscópica de la superconductividad electrón-fonón muy exacta y contribuí al desarrollo de la primera solución de las ecuaciones en el rango de la temperatura de cero grados a la temperatura crítica. Sin embargo, llegaron los ochenta y las famosas aplicaciones tecnológicas no aparecían porque la temperatura seguía siendo muy baja (lo máximo eran 23 grados Kelvin). Entonces se empezó a pensar que eso era inútil y se cerraron muchos programas de superconductividad. Sólo los profesores eméritos de los grandes laboratorios, que tienen tema libre de investigación, podían dedicarse a la superconductividad".
De este modo, el físico Karl Alex Müller del laboratorio de IBM en Zurich descubrió en 1986 un nuevo superconductor a una temperatura mucho más elevada (30 grados Kelvin) y surgió una nueva esperanza.
Baquero, quien ha realizado importantes contribuciones para el desarrollo de la actividad científica en la Universidad Autónoma de Puebla, al grado de haber sido nombrado huésped distinguido de esa ciudad, comentó que desde hace diez años ha planteado que la interacción tradicional electrón-fonón en los planos de cobre-oxigeno explicaría esencialmente el fenómeno de la superconductividad.
Recientemente, dijo, he intentado pasar de una teoría descriptiva a una predictiva de la superconductividad, ``así podríamos producir nuevos materiales por simulación y predecir a qué temperatura van a ser superconductores'', acotó el físico.
Por otro lado, comentó que también se ha interesado en la física de interfases. ``Al juntar dos materiales uno crea un mundo nuevo''. A principios de esta década, agregó, predije que existirían materiales no magnéticos que al juntarlos darían magnetismo en la interfase. Hace dos años se demostró experimentalmente que eso era cierto; empero, se trataba de una predicción cualitativa y era necesario calcular el momento magnético de interfases no magnéticas. ``Después de siete años de búsqueda, esta mañana hemos podido elaborar un método que nos permite demostrar y realizar este cálculo.
``Volviendo sobre los superconductores, creo que va a haber superconductividad a temperatura ambiente, aunque no en el tipo de materiales como la perousquita''.
--¿Qué materiales podrían tener esta propiedad a temperaturas más elevadas?
--La idea que se exprese en este momento no va a ser tomada muy en serio, pero he pensado que en la interfase entre aislantes, que tienen fonones de muy alta frecuencia y semiconductores dopados podrían existir superconductividad a temperaturas críticas altas. Esto, más que una predicción es parte de mis sueños; pero Einsteín decía que la clave de todo es la intuición, concluyó el científico.