Los que se fueron ``no hacen falta'', pero estuvieron en boca de todos
Ismael Romero y Ciro Pérez Silva Alberto Juárez Blancas, líder de la CROC, camina aprisa, huye de los reporteros.
--¿Qué opina de los desprendimientos en el PRI? --le pregunta uno de éstos.
--Son unos malagradecidos y correlones --responde, agitado, el dirigente obrero.
Una valla humana, de seguridad, impide a los periodistas avanzar. El priísta se escabulle, y detrás de él uno de los hombres cercanos al nuevo líder partidista confía:
``Ya habló con Humberto Roque y le ofreció a éste que no se irá del PRI''.
--¿Se va la CROC del PRI? --le había preguntado otro reportero al jerarca de la central.
--Yo no sé quién inventó eso --dijo con desenfado--. Yo no lo he dicho.
--¿Se mantiene en el PRI?
--Claro, por eso estoy aquí.
Estuvo ahí, efectivamente, porque hubo negociación previa.
Juárez Blancas y Roque Villanueva hicieron amistad en el Banco Obrero. Un diputado, amigo de ambos, ayudó a restablecer el contacto. El croquista estaba enojado con el partido. No había querido hablar con nadie. Pero con Roque sí, y en el encuentro prometió a éste que seguirá en el partido.
Condena a deslealtades
En el auditorio Plutarco Elías Calles, Juárez Blancas había escuchado las palabras que para él y para quienes han puesto en duda su militancia priísta, subrayaron quienes hablaron ante los consejeros partidistas.
Primero, Yolanda González Hernández, dirigente estatal en San Luis Potosí:
``... se nos han separado algunos, quienes entienden la participación y la convicción ideológica, no como un ideal y como una meta, sino como un fin para lograr sus muy particulares intereses.
``A la hora de las definiciones, nuestro partido, y aquí está presente, se queda con los priístas de conciencia y de voluntades firmes, con los que saben de la solidaridad a la hora de los triunfos, y no recurren a las deslealtades en las circunstanciales derrotas. (...) Los que sólo se van, no nos hacen falta''.
Ex dirigentes nacionales, gobernadores, senadores y diputados aplaudieron a González. Y repitieron cuando Beatriz Paredes, a nombre del sector campesino, dijo:
``Es el tiempo en que militantes y dirigentes pasarán por un conjunto de encrucijadas, habrán de ratificar convicciones y lealtades y desechar oportunismo y desesperanza.''
Y fue más fuerte el aplauso, cuando, en su discurso final como dirigente, Santiago Oñate mencionó:
``En más de un caso, ustedes lo saben, la adversidad electoral se incubó en la deshonestidad, la deslealtad, que para nuestro partido tuvieron algunos individuos que usaron nuestras siglas para propósitos distintos a los del servicio a las causas de las mayorías.''
``¡Así es!'', se escuchó un gritó entre los asistentes.
Tocó el turno a Humberto Roque. Este recordó a un viejo priísta de Torreón, Guillermo Reynaga, su primer contacto en el partido. ``Cuadro dedicado y servicial, hombre de entrega partidista'', calificó. Con el índice de su mano izquierda llevado al sector derecho del auditorio, agregó:
``Vocación de servicio, generosidad y lealtad que para algunos resulta incomprensible o, peor aún, poco redituable.''
El mensaje a quienes ya se fueron y a los que se quieren ir, no quedó ahí.
El coahuilense advirtió que no se cambiarán principios de cohesión por atender ``voluntarismos individuales'', y que en el PRI se valora el potencial individual de sus militantes y no está urgido ni a la caza de ``obsesivas individualidades''.
Al final del acto, ese fue el tema del día.
Se queda Osorio Palacios
Atrás había quedado el emotivo reconocimiento que los priístas tributaron a Santiago Oñate. Largo aplauso. Fuertes abrazos. Palabras de aliento que lo siguieron hasta que ocupó su lugar entre los ex presidentes del tricolor, Pedro Ojeda Paullada, Jorge de la Vega Domínguez, Rafael Rodríguez Barrera, Gustavo Carvajal Moreno, Lauro Ortega, María de los Angeles Moreno, Alfonso Martínez Domínguez, Adolfo Lugo Verduzco y Genaro Borrego.
Sólo Fernando Ortiz Arana no estuvo con ellos, pues ocupó un lugar en el presidium. Fue él quien tomó la protesta a Humberto Roque Villanueva y a Juan S. Millán, quien repite en la secretaría general del PRI --se comentó--, debido a la petición que Fidel Velázquez, líder de la CTM, hiciera al presidente Ernesto Zedillo y al nuevo dirigente del partido.
Roque Villanueva y Millán despidieron de mano a la mayoría de los consejeros. Y a la salida, los comentarios:
``El problema de la gente que se ha salido del partido quedó atrás'', afirma Juan José Osorio Palacios, quien de paso anuncia que hoy será elegido nuevo líder de la mayoría priísta en la Cámara de Diputados. ``La mayoría de los coordinadores me han manifestado su apoyo.''
--¿Y Héctor Hugo Olivares? --pregunta un reportero.
--Yo creo que usted no está escuchando lo que digo --responde el diputado obrero.
Y nuevamente, la gente cercana a Roque Villanueva, aparece: ``Nunca hubo la idea de que Héctor Hugo se quedara. Ese fue un acelere de su gente. El se va a venir al partido, en un puesto importante, al igual que Rosario Guerra y otros más''.
--¿Garantiza Humberto Roque que ya no salgan más priístas? --pregunta otro reportero al dirigente capitalino Roberto Campa Cifrián.
--El ha planteado muy claramente su posición. Vamos a hacer un esfuerzo por mantener la cohesión del partido. El PRI es un partido con puertas abiertas y nos interesan más los que llegan, que son muchísimos.
--¿Qué opina de los priístas que se salieron del partido? --toca el turno a Agustín Basave, presidente de la Fundación Luis Donaldo Colosio.
--Creo que son naturales (las salidas) en estos momentos de transición, de turbulencias. Creo, sin embargo, que el partido es mucho más que eso, más que los ex militantes que renunciaron a él. Un partido de millones de militantes no se puede reducir a estas renuncias.
--¿El cambio de dirigencia en el PRI, evitará la salida de más priístas? --se le pregunta más tarde a Oscar Espinosa Villarreal.
--Habrá que reforzar al partido, lo que no quiere decir que tenga que ver eso con las decisiones personales de algunos, y afortunadamente, muy contados casos.
La profesora Elba Esther Gordillo intenta eludir a los periodistas. Les pide que la disculpen, por esta ocasión.
--¿Va a seguir en el PRI? --le pregunta uno de ellos.
--¡Cuándo he dicho que me voy! --encara--. No hay que ser.
--¿Qué opina de los que se van? --insiste otro.
--Yo lo que opino es que tenemos que ver hacia adelante y convocar a todos, con el PRI y con la sociedad, por México.
Los saludos terminan en el auditorio. Y Humberto Roque es llevado, casi en vilo, por una corte de guaruras y diputados hasta el salón de actos del edificio principal. A su paso por la explanada, una multitud lo ovaciona. En el edificio principal, saluda a sus compañeros de diputación.
Más tarde, sostiene su primera reunión de trabajo. Acuerda con Juan S. Millán, Juan José Osorio Palacios, Héctor Hugo Olivares y Rosario Guerra. Al final se retira a su casa, a comer con la familia, no sin antes citar a su equipo a las siete de la mañana del lunes para iniciar temprano la nueva responsabilidad.
En un comedero, los miembros de la burbuja de San Lázaro, trasladada ahora a Buenavista, evalúan la jornada dominical: se subrayó la presencia de la mujer (hablaron dos de ellas en el acto), la reunión de Consejo Político Nacional fue ordenada y civilizada, habló tanto el que se fue como el que llega, y no se recurrió al acarreo . Llegó el que pudo y como pudo