Desde 93, el canal por cable emite 20 horas diarias de programas con contenido católico
Claudia Herrera Beltrán /I En los últimos tres años, Televisa y la Iglesia católica han conformado una santa alianza electrónica mediante la cual el catolicismo ha conseguido superar los obstáculos que la ley le impone para transmitir sus mensajes doctrinales en forma permanente, al tiempo que el consorcio televisivo más importante de América Latina ha logrado incrementar sus niveles de audiencia y presencia pública.
La relación de la Iglesia católica con Televisa se dio desde antes, pero se consolidó el 1o. de noviembre de 1993, cuando Cablevisión -subsidiaria del consorcio- empezó a operar un canal de televisión por cable denominado Claravisión, el cual transmite desde Toluca durante 20 horas diarias una barra de programas de contenido católico.
La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público prohíbe a las iglesias ser propietarias o administrar medios masivos de comunicación, y aunque les permite difundir actos de culto público a través de la radio y la televisión, les pone como condición que estas transmisiones sean de carácter extraordinario y que antes de emitirlas los religiosos soliciten un permiso a la Secretaría de Gobernación.
Del primer impedimento legal el catolicismo se ha librado mediante su alianza con Televisa, y del segundo lo ha hecho valiéndose de los propios vacíos jurídicos de la ley, ya que ésta prevé sanciones que son de hecho inaplicables. La tardanza en la expedición del reglamento ha impedido que se conforme el órgano encargado de sancionar a los infractores de la ley.
En resumen, dice el sociólogo de la religión Bernardo Barranco, se trata de ``un ensayo tolerado por el gobierno, con el que está tentando a la opinión pública para ver hasta dónde tolera''.
Otra muestra de la alianza Televisa-Iglesia católica se vive en Yucatán, de alta influencia religiosa y donde, según informa el corresponsal Luis A. Boffil, el arzobispo Emilio Berlié tiene un programa semanal llamado En Familia. Dialogando con el arzobispo, que se transmite a través del canal privado Antena 2, también filial de Televisa.
Además, durante décadas la empresa televisiva ha sido la principal difusora en el país de actos católicos de culto público. Para nadie es un secreto la gran amistad entre Emilio Azcárraga y el último abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Shulenburg, ni tampoco lo es la emisión por el canal 9, durante casi dos años, de misas celebradas en ese templo mariano.
El secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Ramón Godínez Flores, ha admitido que por el momento la Iglesia no necesita pugnar por un cambio en la ley para poder adquirir o administrar medios de comunicación, pues ha señalado que esta labor les corresponde a los laicos.
En opinión de Barranco, la estrategia de comunicación de la Iglesia católica es comprensible debido a que esta situación discrecional ha contribuido a que las otras religiones queden al margen de la competencia por el mercado de la fe. Sobre todo porque el culto católico no sólo cuenta con el respaldo de empresarios devotos, sino con abiertos benefactores y hasta creyentes de que el mensaje divino puede generar ganancias.
Las que sí están interesadas en que esta situación cambie son las iglesias evangélicas. Sin contar con el apoyo de los concesionarios de la radio y la televisión, los grupos protestantes apuestan por conseguir sus propios medios de difusión, sabedores de que tienen de su lado los recursos económicos y la vasta experiencia de sus similares estadunidenses en la telepredicación.
Claravisión: las trampas de la fe
Claravisión pertenece a Televisión Comunal de México, un sistema de televisión por cable que representa Emilio Burillo Azcárraga, y que bajo la identificación del ``Canal de la familia'' inició sus transmisiones en Toluca, estado de México.
Claravisión se convirtió así en el primer canal de televisión en América Latina que vía satélite difunde una programación católica y en el único medio electrónico en México que transmite todos los días una programación inspirada en este culto.
Aunque Claravisión está apegada a la ley, pues oficialmente no es propiedad de la Iglesia católica, no sucede lo mismo con sus emisiones de carácter permanente.
El artículo 21 de la Ley de Asociaciones Religiosos y Culto Público establece que cuando las iglesias pretendan transmitir o difundir ``de manera extraordinaria'' actos religiosos, será necesaria una autorización previa de la Secretaría de Gobernación. Pero no menciona que las iglesias puedan hacer emisiones ordinarias, como las que Claravisión ha venido haciendo durante tres años.
Esto significa que, para acatar las disposiciones legales, Claravisión tendría que solicitar a Gobernación por lo menos un permiso al día para la emisión de sus rosarios y realizar gestiones similares para retransmitir misas desde la Basílica y el Vaticano.
``Independientemente de quién administre o no el canal, su contenido es absolutamente católico y, por lo tanto, Claravisión viola el espíritu de la ley'', afirma el sociólogo, y considera que este canal es un ``ensayo tolerado por el gobierno, con el que está tentando a la opinión pública para ver hasta dónde tolera, y así después definir con la Iglesia un posible terreno de entendimiento en comunicación''.
En ese contexto, Claravisión ha conseguido llegar a miles de suscriptores en el estado de México y a millones de hogares que captan la señal en el resto del país, Estados Unidos, Centroamérica y varios países de Sudamérica.
En Toluca, la señal de Claravisión llega a través del canal 3 y se vende como parte de un paquete básico integrado por 19 canales, mientras que en el resto del territorio nacional su señal se sintoniza en el canal 18 y se recibe por antena parabólica o bien se obtiene al suscribirse al sistema de cable local. Y a cualquier punto del continente americano, Europa y norte de Africa, sus emisiones llegan mediante el satélite Intelsat.
Para atraer a los televidentes, Cablevisión ha lanzado además una activa campaña de promoción. En las publicaciones católicas aparecen grandes anuncios que recomiendan sintonizar Claravisión, y en las oficinas ubicadas en Toluca cada mes se distribuye una programación impresa del canal.
Por ejemplo, la programación de noviembre incluyó, además de los tradicionales rosarios difundidos tres veces al día, programas como En el Magisterio de la Iglesia, Cristo Doliente, La Mujer en la Biblia, Movimiento Sacerdotal con María, y como especial figura una biografía del Papa Juan Pablo II.
La disputa por el mercado religioso
Cuando empezaron a multiplicarse los programas católicos en los medios masivos de comunicación, las iglesias evangélicas hicieron puntuales seguimientos de los mismos y protestaron ante la Secretaría de Gobernación. Pero con el tiempo cambiaron de estrategia.
Adoniram Gaxiola, vocero de la Secretaría de Comunicación Social de las Iglesias Evangélicas, define la nueva postura: ``no queremos que se cancelen las transmisiones, sino que se dé la misma oportunidad a todas las asociaciones religiosas de difundir actos de culto público y también de ser dueñas de medios masivos de comunicación''.
Para el líder evangélico las transmisiones de Claravisión están fuera de la ley y esto lo atribuye a la existencia de vacíos jurídicos. ``No hay necesidad de que católicos y protestantes sigamos en una cultura de simulación. Por eso es necesario que se planteen reglas del juego para no caer en un acto ilícito cuando se usen los medios de comunicación'', advierte.
La demanda de las iglesias protestantes de tener un mayor acceso a los medios de comunicación ya obtuvo una primera respuesta. A principios de enero, el presidente Ernesto Zedillo planteó a los evangélicos la posibilidad de analizar este tema en un amplio debate y, recientemente, los diputados del PAN se manifestaron por autorizar tiempo gratuito en medios de comunicación a las principales iglesias en proporción al número de fieles.
Acerca de la discusión sobre a quién convendría o no la apertura de los medios de comunicación a las iglesias, Gaxiola resume: ``algunos funcionarios y diputados del PRI nos asustan recordando que la Iglesia católica tiene poder económico y político que le garantizaría mayor espacio en los medios de comunicación, mientras que a los católicos les dicen que nosotros tenemos el apoyo de los dólares. Que no se nos proteja paternalistamente y se nos deje responder en la medida de nuestra capacidad y nuestras fuerzas''