Fernando Benítez
Adiós para siempre
¿Qué hacer con el PRI?, se pregunta el siempre sagaz y bien informado Miguel Angel Granados Chapa. Nada; dejarlo morir, respondo.
Instrumento del peor despotismo, el PRI tiene 65 años, más del doble que los periodos dictatoriales de Santa Anna y Porfirio Díaz juntos.
Los asesinatos políticos de Colosio y de Ruiz Massieu debilitaron al partido en el poder. Oñate Laborde trató de darle algún oxígeno, y hoy también lo intenta su sucesor, Roque Villanueva; pero cuando se ha llegado hasta el asesinato por razones o sin razones políticas, el PRI está amenazado de muerte. Y casi nadie cree en su reestablecimiento.
El mismo Mario Ruiz Massieu ha confesado que los altos funcionarios reciben millones como premio a sus políticas, casi siempre impopulares, en un país con individuos que se encuentran en el nivel de sobrevivencia y que para no morir de hambre se hace ladrones y criminales.
El PRI desaparece a medida que la democracia avanza. Herido de corrupción, hoy podemos recordar una canción muy antigua que el pueblo cantaba a la emperatriz Carlota en las postrimerías de la intervención francesa y dice: ``Adiós Mamá Carlota. Adiós mi tierno amor... Adiós para siempre adiós''.