Francisco Vidargas
Renacentro

El destructivo terremoto de ``Santa Marta'' del año 1773 acabó con Santiago de los Caballeros de Guatemala, capital de Centroamérica; una nueva ciudad fue fundada tres años después en el Valle de la Ermita, 28 kilómetros al oriente de la primera villa. Se escogió ese lugar por encontrarse más retirado de los volcanes ``destructores'', sin embargo las catástrofes naturales han sido mayores ya que su asentamiento se localiza encima de la falla del Motagua. Bien recordaba Luis Cardoza y Aragón en su magistral Guatemala, las líneas de su mano, cómo ``los volcanes mantienen en constante zozobra al país'', mientras que los terremotos ``se olvidan por temporadas y vuelven a sentirse en diferentes zonas''. La capital guatemalteca ha sufrido diversos movimientos telúricos, siendo los más violentos los de 1917, 1918 y 1976.

La nueva población fue trazada por el ingeniero Luis Diez de Navarro, bajo la supervisión del arquitecto real Francisco Sabatini. El estilo arquitectónico predominante fue el neoclásico, sin embargo conservó muchos elementos decorativos barrocos, sobre todo en edificaciones religiosas como la iglesia de San José (concluida en 1783) que presenta pilastras serlianas en su fachada. En general, debido a los antecedentes sísmicos, las construcciones se levantaron con muros gruesos y alturas bajas. Las técnicas para el cerramiento de templos, originalmente a base de bóvedas con arcos de medio punto y cañones corridos, además de cúpulas de media naranja, pasaron al uso de techos de teja alfarjes y artesonado.

El crecimiento espacial de la nueva capital se vio supeditado principalmente a los factores económicos, políticos y sociales, siendo los periodos evolutivos más decisivos los de la Independencia (1821), de las reformas liberales (1871), del régimen militar de Jorge Ubico (1931-1944) y de la revolución agraria de octubre (1944). A mediados del siglo XIX contaba con 50 mil habitantes distribuidos --señala el historiador Julio César Pinto Soria-- ``en media docena de barrios especializados en determinadas actividades artesanales''. Hoy cuenta con más de 2 millones de habitantes.

En en Centro Histórico de la ciudad de Guatemala se alternan valiosos ejemplos arquitectónicos coloniales, neoclásicos, art déco, funcionalistas, neocoloniales y eclécticos, además de nuevas construcciones que han alterado bruscamente la fisonomía urbana.

El Instituto de Antropología e Historia ha clasificado 2 mil 569 edificaciones monumentales, pese a ello el proceso de deterioro de la zona es generalizado, propiciado por la especulación inmobiliaria, el abandono habitacional, la invasión del comercio informal, el intenso tránsito vehicular y los altos índices de contaminación visual y ambiental.

Con el fin de resolver paulatinamente la problemática urbana, el actual Plan de Desarrollo Metropolitano pretende convertirlo en una zona ecológica e histórica. Para ello el Departamento del Centro Histórico y su Consejo Consultivo han trabajado el proyecto Renacentro, con el cual intentan llevar a cabo la recuperación integral de inmuebles, la divulgación de los valores históricos y artísticos, además del fomento a proyectos habitacionales. Paralelamente se trabaja con cuidado en la modernización administrativa municipal, en la asistencia técnica gratuita a propietarios de edificios catalogados y principalmente en la actualización del marco legal, para lo cual han estudiado otros casos regionales, sobre todo el colombiano.

Como proyectos prioritarios contemplan el rescate de los barrios tradicionales de San Sebastián, La Recolección, La Merced, El Sagrario y San José con sus inmuebles monumentales; la recuperación de las plazas Morazán-Simeón Cañas y de la antigua Parroquia Vieja, junto con el Parque Colón; la revitalización de ejes tradicionales de la zona 1 y de las avenidas Centroamérica y de los Arboles; así como el proyecto peatonal de la 6a. avenida, la más comercial y degradada del centro.

Por último, el pasado 17 de noviembre inició la jornada de Rescate de fachadas del Centro Histórico de la capital, con el apoyo de la municipalidad, del Ministerio de Cultura y Deportes y empresas privadas. En ella participan 200 estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos quienes, asesorados por expertos realizan trabajos de reparación, limpieza, tratamiento de hongos y pintado de fachadas antiguas de gran valor histórico.

En estos tiempos, en los que las ciudades latinoamericanas buscan afanosamente el espejismo de la modernidad, perdiendo con ello valiosos fragmentos de su memoria cultural, resulta alentador que surjan nuevos proyectos que defiendan y revaloren nuestras singularidades.