No olvidemos que la exposición organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en los marmóreos espacios de el Palacio de Bellas Artes, lleva signos admirativos e interrogativos al mismo tiempo: ¿Buñuel! la mirada del siglo.
A partir de esta inquietante ambigüedad, también trazaré en este texto una doble visión del cineasta aragonés. Una primera recogerá --entre admiraciones-- opiniones y pensamientos. Otra, a cargo de don Luis y sus amigos, nos mostrará su mirada con familiar e interrogante espontaneidad. Comencemos refiriendo --evidentemente entre imaginarias admiraciones--, aquellas magníficas líneas que alguna vez le dedicó la crítica universal: ``Fue un hombre que escondía una infinita ternura bajo una aparente crueldad, un hombre intransigente y comprensivo al mismo tiempo, un hombre honesto, fiel a sí mismo, a su arte, a sus ideales, a sus amigos''.
Apoyan esta caracterología ciertos hechos, entre otros, su rechazo a la dictadura de Primo de Rivera que lo alejó de España y de sus compañeros universitarios (García Lorca, Dalí, Alberti) en 1925 y su incorporación al surrealismo hacia finales de aquella década. Movimiento artístico y moral a propósito del cual declaró: ``Yo creo en la libertad total del hombre, pero he encontrado en el surrealismo una disciplina a seguir que me ha hecho dar un gran paso hacia adelante --maravilloso y poético-- en el campo del arte''. (Un perro andaluz y La edad de oro, 1928 y 1930 respectivamente). En otra ocasión, bajo idéntica inspiración, añadió: ``Estoy en contra de la moral convencional, los fantasmas tradicionales (Je suis athée, grace ˆ Dieu), los sentimentalismos... Para mí la moral burguesa es la anti-moral porque se funda sobre tres injustas instituciones: religión, patria, familia.''.
A partir de esta ideología, Buñuel --entre admiraciones-- definió su concepción del cine: ``La cinematografía es una arma magnífica y peligrosa, si es un espíritu libre quien la maneja. Es el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emociones, de los instintos. La cinematografía parece haber sido creada para expresar la vida del subconsciente... Yo siempre le he demandado que no sólo recoja aquel mundo fantástico y misterioso sino también el real''. (Los olvidados). Hasta aquí las admiraciones.
Recogeremos ahora los interrogantes que Max Aub (París 1903-México 1972) nos ofrece en su libro Conversaciones con Buñuel (Aguilar 1984/85) y que nos otorga a través de 45 entrevistas con familiares, amigos, colaboradores, otra visión existencial, a mi entender, más auténtica del cineasta aragonés, nacido en Calanda, bajo el signo de Piscis, el 22 de febrero de 1900 y muerto 83 años más tarde en la ciudad de México, después de haber realizado 31 memorables filmes, desde Un perro andaluz, hasta Ese oscuro objeto del deseo (1977).
Pero retornemos al libro de Max Aub para transcribir la respuesta que le dio don Luis a Carlos Velo acerca de la siguiente cuestión:
``¿Cómo llevar las relaciones públicas de un director a una altura que desconcierte a la plebe de periodistas seudointelectuales?''. ``¿Entonces su película no quiere decir nada?''. ``Mi película quiere decir lo que usted quiera''. Es el principio número uno.
Ahora, el segundo principio es: ``¿Le molesta a usted la película? ¿Le ofende profundamente? ¡Qué maravilloso, es lo que yo quería! Esas dos cosas las ha manejado Buñuel maravillosamente. ``Yo no sé lo que dice mi película''. ``Yo tampoco lo sé''. ``A mí no me interesa''. ``Bueno, pero usted ha querido decir...'' ``Yo no he querido decir nada. Usted es el que está diciendo''. Es una pragmática buñuelera estupenda.
Otra es la que se refiere a los premios. ``¿Tengo un premio? No me interesa... Yo no he mandado mi película a concursar, la habrá mandado el productor o habrá llegado allá''. Es que sabe de los jueces, de los premios y del mecanismo de los premios, que todo es profundamente amoral y profundamente burgués, y profundamente equivocado, ¿no