La Jornada 18 de diciembre de 1996

CEESP: no hay liderazgo para el cambio estructural

Humberto Ortiz En México no hay un liderazgo político que encabece las reformas estructurales y asuma los costos de los cambios, advirtió Raymundo Winkler, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

Juzgó que, ``desgraciadamente'', el presidente Ernesto Zedillo no reúne todavía la fuerza política suficiente para llevar adelante las transformaciones que requiere el país. ``Le faltan cuatro años para ver si es capaz de juntar ese apoyo político'', remarcó el titular del CEESP, órgano de consulta adscrito al Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

Hombre egresado del Politécnico, que no tiene empacho en hablar de los temas más delicados y cuya opinión es ineludible en las decisiones de importantes empresas, Winkler estableció que la nación ya no puede estar esperando ``a que se dé el milagro económico en la próxima década'', y destacó que un crecimiento de 4 o 5 por ciento durante 1997 es, si no mediocre, cuando menos insuficiente para responder a los reclamos sociales.

En entrevista consideró que el estado de derecho en materia económica es letra muerta en México, pues no hay garantías jurídicas para la inversión ni para resarcir equivocaciones que lesionan a los hombres de negocios, y aseveró que simplemente el sistema judicial no opera.

Al respecto, postuló el imperativo de dar garantías a los capitales productivos externos e internos, con un bien definido marco jurídico que proteja derechos de propiedad, y que así ``ya no tengan que sobornar a jueces ni hacer trampas''.

Winkler subrayó que, en este sentido, el gobierno federal ``nos cuesta mucho'' frente a la creciente pobreza de los mexicanos. Remarcó que el país no puede darse el lujo de que 25 de cada 100 pesos de riqueza producida vayan a sostener el aparato de Estado. Son recursos, denunció, que ``se desvían y no se sabe realmente cuál es su uso''.

El director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado estimó que para crear los millones de empleos que demandan los mexicanos, es preciso crecer a tasas anuales de 7 u 8 por ciento.

Un tanto pesimista, dijo que no alcanza a ver esas cifras en la perspectiva de lo que resta del sexenio.

``¿En qué tiempo deben alcanzarse?'', se pregunta, y responde: ``¡Cuanto antes! Esto debe ser ya una realidad...''

Para lograr tales niveles de desarrollo Winkler pugna por llevar adelante, hasta sus últimas consecuencias, el proceso de cambio estructural entendido, primero, como la creación de un auténtico marco institucional que estimule la eficiencia del aparato productivo, ``y aquí el Estado tiene que ser agente de cambio, de modernización, lo que hasta ahora no ha hecho''.

Consideró que hay una gran indefinición en lo relativo a derechos de propiedad, como base importante del estado de derecho en la parte económica, que significa celebrar contratos formales e informales entre agentes económicos.

Insistió en que si no existe la certeza de que esos convenios serán cumplidos fielmente, entonces se presenta la inseguridad jurídica.

``Es uno de los signos del subdesarrollo económico y político del país. Durante muchos años los contratos en México no tuvieron importancia. Los acuerdos se arreglaban, se negociaban. En una economía cerrada, intervencionista como la que tuvimos en muchas décadas, los contratos no eran importantes, sino la relación, el contacto, la corrupción, las componendas...''.

En la actualidad, con una economía de mercado, abierta, global, ese marco institucional no sirve y ``necesitamos uno de a deveras, donde el estado de derecho sea una realidad''.

Citó el ejemplo de los préstamos bancarios e inquirió cómo reactivar el crédito si quedara en cartera vencida, sin posibilidad de hacer valer ninguna garantía para demandar y embargar.

``Muchos analistas se quejan de que el costo del capital en México es muy caro, de que el margen de intermediación es elevadísimo. No podía ser de otra manera. Si tú vas a hacer un préstamo pero desconoces la posibilidad de que lo vayas a recuperar, lo menos que puedes hacer es fijar una prima de riesgo altísima''.

En consecuencia, Winkler reitera que no existe la certeza jurídica que permita resarcir una equivocación.

Comentó que muchos países han solicitado a México que establezca seguridades a la inversión extranjera, que firme acuerdos internacionales donde se comprometa a respetarla. ``Mucha gente dice que esto es una aberración, que vamos a someternos a tribunales internacionales. ¿A cuáles? ¿Al del poder de la firma de López Portillo que estatizó la banca...?''.

El director del CEESP se manifestó también por privatizar empresas públicas para que desarrollen su potencial y se conviertan en promotoras del crecimiento y generadoras de riqueza, como el petróleo y los ferrocarriles.

Cuestiona incongruencias como que los aranceles hayan sido derrumbados, frente a un marco regulatorio, institucional y fiscal que ``quedó en el último vagón''.

Marco laboral inflexible y costoso

Raymundo Winkler está convencido de que en México no existe un programa liberal, porque ``se quedó a la mitad y todavía no se implanta como debiera''. Y es que, argumentó, todavía faltan reformas en materia fiscal, desregulatoria y laboral.

Se explica esta indecisión porque en México ``no ha habido un liderazgo político que encabece esas reformas y que acepte sus costos. La gente cree que se pueden hacer cambios de esa magnitud sin costos, sin lesionar intereses, de manera suavecita, indolora...''.

--¿Zedillo es el líder que esperaba el país?

--Yo creo que ha hecho buenas reformas, pero desgraciadamente todavía no reúne la fuerza política suficiente para llevar adelante otras, aunque todavía no acaba su sexenio. Le faltan cuatro años para ver si es capaz de reunir ese apoyo político...