Guillermo Samaniego
Soma Blues/ I

En América, en su calidad de esclavos en Estados Unidos, los afroamericanos de las zonas rurales en sus ratos libres se comportaban culturalmente como si habitaran aún su lugar natal. Las expresiones corporales de palmear, o las canciones de trabajo que en un principio eran interpretadas a capela, a menudo se acompañaban con elementos percutivos; aporrear un tronco, una sartén, un cazo, o cualquier otro objeto, pasaba a ser una manifestación de rebeldía, y de la preservación de sus raíces. Echar afuera el agobio de la pizca de esta manera socializada, en la soledad del camastro, en la oscuridad de la barraca o bajo la sombra de un árbol acompañándose de la guitarra o la armónica, fungía cual consuelo placentero al externar su abrumadora melancolía.

El soma, puesto en movimiento a partir de los acordes de los blues desde finales del siglo XIX o principios del XX, ya sea en los campos del delta del Mississippi, o en los burdeles de Storyvill en Nueva Orleans, respectivamente, han mostrado, en esa reunión indisoluble soma-blues, la fidelidad con su origen africano. El musicólogo inglés Paul Oliver lo dice así:

``Para el oído hecho al blues, lo que le impresiona es el modo de tocar, con las notas que gimen como lamentos de sus instrumentos de arco, el rápido rasgueo de laúdes y arpas, y la mezcla combinada de las líneas melódico-rítmicas cuando dos o más músicos tocan juntos. Y añade: ''...los blues usan instrumentos de cuerdas de una manera melódico-rítmica con un movimiento de dedos muy complejo" 1

Ciudades como Nueva Orleans, hacia los inicios del presente siglo, albergaron al blues del pianista solitario, o bien al de las primeras grandes bandas. Proveniente del ragtime, que a su vez contenía elementos armónicos e instrumentales de la música europea, este blues expresaba la monserga propia del vivir en una ciudad-puerto y de laborar amenizando la atención a la asidua clientela del burdel.

Al emigrar hacia el norte, a las grandes ciudades industrializadas, ya sea el blues-jazzeado, o el blues-eletrificado pasan a ser la manifestación del trabajar en la fábrica y del vivir en el ghetto. El binomio soma-blues cualitativamente se transforma, se diversifica, se enriquece en sus componentes sustanciales del canto, el baile, o en la sofisticación de los instrumentos musicales y en la manera de tocarlos. El ghetto pasa a ser el espacio socializador y bluesero. El poeta afroamericano LeRoi Jones dice al respecto: ``la entrada del negro en una situación social más complicada de autosuficiencia presentaba múltiples problemas sociales y culturales que nunca se presentaron a los esclavos. La música del negro empezó a reflejar esas complejidades sociales y culturales, y ese cambio''.

Interpretar los blues escapa a todo autocontrol del estado anímico de la ocasión, la puesta en escena de la subjetividad es por completo involuntaria, azarosa, irrumpe en el momento menos esperado. Junior Wells lo afirma: ``simplemente no puedo dejar de hacer lo que siento en todo mi cuerpo y alma... y hacer lo que tú quieras que yo haga. Que yo haga esto, es para que tú puedas decir: el blues me hace vibrar" 2

Los blues, originalmente como expresión manifiesta de la subjetividad del negro esclavo del sur de Estados Unidos, adquiere carta de naturalización expresiva por medio de un cuerpo; pesado, molido, llagado, vejado, sudoroso, oloroso, esclavizado, mutilado. Tocar la armónica y/o pulsar la lira bajo un árbol luego de la jornada, o afuera de la barraca que se habitaba, aligeraba, hacía más soportables tanto el cansancio propiciado por las exhaustivas jornadas labriegas, como las humillaciones racistas de los amos.

El sujeto afroamericano ocupa en el blues un espacio en primera persona: es cuando la subjetividad dialoga consigo misma. La colectividad en este caso, se hace presente en la manifestación personal cual oyente, cual interlocutora del cantante. Como tal, el blues devuelve aquello del orden de lo reprimido, lo olvidado, eso que los buenos modales no toleran, en su momento, tanto en el esclavo como posteriormente en el negro urbano depauperado: su subjetividad definitivamente borrada, o vilipendiada por los amos. Es una urgencia por llenar ese vacío y ubicarse en el centro de su personal proceder, de metamorfosearse en el sujeto de su propia historia.

Mirado así, el blues requiere ser caracterizado por sus significaciones: ``El blues dice el cantante Howlin Wolf es sinónimo de problemas. Cuando un hombre carece de dinero, de trabajo y debe ocuparse de una familia, cuando nada sale bien... Esto es lo que yo llamo blues: cuando nada sale bien'' 3

Desde esta perspectiva, lo apuntan Carles y Comolli en su extensa pero esclarecedora disertación: ``En consecuencia, los blues testimonian la situación alienada de los negros americanos, incluso en su acatamiento a los temas ideológicos dominantes, aun cuando en realidad los medios específicos del blues (su música, sus palabras, su tono) inviertan y vuelvan al revés en cierto modo esos temas: los sentimientos descritos por las canciones de moda para distraer de (y hacer olvidar) las duras realidades de la existencia, son también los que describe el blues, pero lo que en aquellas es valorización ideológica de los celos, del amor, etcétera, corresponde en éstos una cierta acción del sufrimiento, a la dificultad de dominar su suerte, al igual que el negro, al igual que el jazz, el blues está hecho a partir de ese conflicto nunca apagado entre lo que es impuesto y lo que es rechazado, entre las múltiples sobredeterminaciones socio-históricas de los negros americanos. Y a esta naturaleza dividida y conflictiva del blues donde la música negra, más propensa a ser laminada social e ideológicamente, debe volver periódicamente para reconstruirse''.

En la depre, exaltado, meditabundo, optimista, inquieto, apesadumbrado, colérico, explosivo, introvertido, impulsivo, ensimismado, o sea, sentimientos, sensaciones, opresiones, emociones, subjetividad corporeizada, encarnada, instalada en el hueso, tuétano permeado, soma blues, soma blues, everyday I have the blues.

Vibra vehiculizada, transportada, reflejada, expresada en un pasito para un lado un pasito para el otro, en un caminar cadencioso, en un atuendo elegantioso. Miles y su all blues de los 50, Hendrix y su blues de la red house de los 60, Miles y su new blues de los 80.

Algo se mueve por dentro de uno cuando se selecciona, como músico, tocar el blues y no otro género musical; las significaciones de una cotidianidad plagada de sucesos pasan a ser el principal asidero desde el cual y por el cual se genera el blues. Ante la pregunta de si la armónica es un instrumento sencillo para aprender a tocar, la respuesta de Junior Wells es: ``Esto no es fácil si tú no tienes una pequeña cosa en ti, una confidencia que tú puedas tocar. Esto no va a decir cualquier cosa por sí mismo; para hacer una canción, tú empujarás esto hacia afuera desde el botón de tu corazón''.

Sonny Boy Williamson II, Lightnin Hopkins, John Lee Hooker, marcando el ritmo, los tiempos, haciendo sonar los silencios con el pie sobre el entarimado, sobre el pavimento del sur de Chicago, en la legendaria Maxwell street. Sentir expresado, manifiesto, recurrente, al pulsar la lira, al aporrear el teclado, al aspirar y exhalar melancolía en la armónica bluesera, desde las entrañas, desde las arterias, desde los poros.

De qué pueden dar cuenta los blues, sino del sufrimiento, de la crítica mordaz de las injusticias y de los absurdos de este planeta? O'Higgins hace una inmortal denuncia de la muerte de Bessie Smith en su poema Blues para Bessie cuando en la parte inicial dice:

``Bessie Smith, la más grande de las primeras cantantes de blues,/ murió violentamente tras un accidente automovilístico/ durante una gira teatral por el Sur en 1937,/ los periódicos informaron que se desangró/ cuando el único hospital cercano/ le rechazó la atención médica de emergencia/ porque era una mujer negra''.4

Soma-blues con Dizzy Gillespie y sus cachetes a punto de estallar al dar la nota blue en el Palacio de Bellas Artes. Blues-somatizado, acto bluesero, al recibir el autógrafo de B.B. King en una casa de artículos fotográficos en Guanajuato; Soma-blues al oler el sudor más penetrante del sobaco de Koko Taylor al pasar junto a ella al término de su presentación de energía bluesera en un antro de Chicago. Blues-somatizado con Buddy Guy tocando su guitarra bluesera encaramado en la gayola del Auditorio Nacional. Soma-blues al concluir una sesión bluesera en la Universidad del Valle de México, bañado en sudor.

Notas

1. Paul Oliver, cita en: John Storrn, La música negra afro-americana, Edit. Víctor Leru, Buenos Aires, 1978, p. 216.

2. Junior Wells, Harp to Harp, entrevistado por Dave Helland: Rev. Dow Beat, Estados Unidos, Octubre, 1995, p. 27.

3. Philippe Carles, Jean Louis Comolli, Free Jazz Black Power, Ed., Anagrama, Barcelona, 1973, p.157.

4. Myron O'Higgins, Blues para Bessie, en: José Luis González, Mónica Mansour, Poesía negra de América. Ed. Era, México, 1976, p. 284.