Somos ya 93 millones de mexicanos, de los cuales 50 por ciento se encuentran en ocho estados: México (12.85); Distrito Federal (9.31); Veracruz (7.39); Jalisco (6.55); Puebla (5.07); Guanajuato (4.82) y Michoacán (4.25). Lo anterior de acuerdo con los resultados definitivos del Conteo de Población y Vivienda 1995.
Las cifras de población son útiles, no sólo para conocer nuestra realidad, sino también para la toma de decisiones en materia de política económica y social. En 1992 el INEGI realizó la encuesta nacional de la dinámica demográfica, cuyos datos circularon ya el año pasado. El conteo de 1995 usó ``la enumeración exhaustiva (propia de los censos) y la encuesta en una muestra de la población''. El mismo marcó un hito en materia de información, ya que sus resultados se conocieron a sólo 18 semanas de haberse levantado.
En primer lugar, la población creció en cinco años 12.15 por ciento, una tasa promedio de 2.3 por ciento anual. Esto es, casi 10 millones de habitantes, un promedio de 2 millones más por año. Lo que nos permite inferir que seremos más de 100 millones al finalizar el siglo.
En relación con las entidades, se observan diferencias sustantivas que se explican por los niveles de desarrollo y la profundidad de la pobreza extrema.
Es así que el estado de México, por ejemplo, tiene un crecimiento promedio de 3.6 por ciento, con casi 2 millones de habitantes más que en 1990. Mientras que otras entidades presentan tasas de crecimiento muy inferiores como es el caso de Oaxaca, cuyo aumento promedio es de 1.3 por ciento, equivalente a 204 mil 700 habitantes, o de Zacatecas (0.9 por ciento). En Quintana Roo su población creció 7.4 por ciento, o sea 210 mil 200 personas.
Quintana Roo, con una población flotante alta, tiene en los centros turísticos de Cancún y Cozumel --éste en menor medida-- su polo de desarrollo fundamental. Prueba de ello es que el municipio de Benito Juárez, donde se encuentra el 44 por ciento de la población del estado, es el que muestra la tasa más importante de crecimiento de la población, y lo mismo sucede con Baja California.
El caso del Distrito Federal es distinto, apenas creció 0.5 por ciento, debido entre otras cosas a que su densidad de población es muy alta (5 mil 660 habitantes por kilómetro cuadrado), en comparación con la del resto del país. Y porque si el problema del desempleo se ha reflejado en alguna entidad, es en la capital del país, lo que ha obligado a que la gente busque oportunidades de vida en donde las haya. En la república, en Baja California --por la vecindad con Estados Unidos-- o en los centros turísticos como Cancún o Acapulco. Además la migración interna llega a la periferia de la ciudad de México, a los municipios conurbados del estado de México. Por ejemplo, en Ciudad Netzahualcóyotl, viven más oaxaqueños que en la ciudad de Oaxaca.
Por medio de la distribución poblacional por entidad federativa y tamaño de localidad de residencia, visualizamos mejor los dos Méxicos: por un lado, en el estado de Nuevo León, con una población parecida a la de Oaxaca --ligeramente mayor-- el 81.79 por ciento de su población vive en localidades mayores de 100 mil habitantes, 48.08 por ciento en localidades de más de 500 mil. Unicamente el 7.05 por ciento de su población vive en localidades menores a 2 mil 500 habitantes.
En contraste, en Hidalgo solamente el 9.94 por ciento viven en ciudades mayores de 100 mil habitantes y el 52.43 por ciento en localidades inferiores a 2 mil 500. En Oaxaca sólo 7.51 por ciento vive en localidades mayores de 100 mil habitantes y el 56.6 por ciento en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes. El 80 por ciento de la población vive en localidades menores a 20 mil habitantes.
Lo anterior muestra lo heterogéneo que es México, las dificultades que implica lograr niveles óptimos de satisfacción de necesidades esenciales de la población, y la urgencia de equilibrar las políticas de población con la económica y la fiscal.