La Jornada 24 de diciembre de 1996

Monte Albán y Mogote, en riesgo por el avance urbano

Angélica Abelleyra Considerada la zona arqueológica más antigua de Oaxaca, donde también se desarrolló ``el más temprano'' sistema de escritura calendárico de Mesoamérica, San José Mogote ha sido explorada e investigada escasamente durante los últimos 20 años por especialistas de la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Es hasta ahora que, luego de 12 meses de intervenciones a cargo del Fondo Nacional Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el pasado 30 de noviembre fue ``entregada'' en una primera etapa a los pobladores de esa región, ubicada 15 kilómetros al norte de la capital, en el valle de Etla.

Mientras la entidad cuenta sólo con ocho arqueólogos para un cúmulo de 3 mil 500 sitios registrados en los valles centrales, San José Mogote corre un riesgo similar al que enfrenta actualmente otra área prehispánica vital de Oaxaca: Monte Albán, por causa del crecimiento incontrolado de vivienda sobre el sitio y sus alrededores.

A decir del director del proyecto, el arqueólogo Enrique Fernández, una medida para evitar la densificación en San José fue la compra de algunos predios; pero, más allá de eso, indica que el reto será ``integrar a la comunidad en la conservación y administración de su patrimonio y elevar sus niveles de vida. Si logramos eso vamos a dar un paso muy importante, porque es la fórmula que se va a seguir en muchas zonas del país: que la gente vea al patrimonio como un recurso''.

El también responsable del subproyecto de arqueología histórica en el ex Convento de Santo Domingo insiste: ``Oaxaca es el segundo estado con más zonas arqueológicas en el país, y ante la existencia de sólo ocho arqueólogos para 81 mil kilómetros cuadrados de superificie donde puede encontrarse legado prehispánico, la única salida para que no nos ganen la destrucción y el deterioro es hacer participar a la gente''.

Mogote es una palabra que los lugareños usan para señalar popularmente los montículos prehispánicos. Además de su antigüedad, indica Fernández, su importancia radica en contar con información sobre las sociedades nómadas que 1500 años antes de nuestra era dejaron de ser cazadoras-recolectoras y decidieron asentarse y cultivar.

Explica que es ``muy probable'' que hacia el año 650 antes de nuestra era estuviese en este lugar la gestación de una serie de sociedades parecidas a la de Mogo- te --Dainzú, Huijatzoo-- que deciden establecer Monte Albán 150 años después. De hecho, abunda, de esa época datan algunas piedras grabadas que son el antecedente inmediato de los mal llamados Danzantes de Monte Albán.

Además, señala que antes de fundar ese centro ceremonial zapoteca los habitantes de Mogote mantuvieron relaciones comerciales y de intercambio con la zona nuclear Olmeca, de tal suerte que el sitio se convierte en uno de los pocos con esa presencia. Entre el acervo cuentan con jades procedentes de San Lorenzo (Veracruz) y La Venta (Tabasco). En suma, un legado ``excepcional'' y un Museo Comunitario (una ex hacienda porfiriana) ``que ya quisiera el Museo de Berlín o cualquier otro''.

Desde fines de la década de los 20, San José Mogote fue reportado por Ignacio Bernal, eminente arqueólogo mexicano. Más de 60 años después, un equipo nacional interviene en ese gran montículo de 40 hectáreas. Trabajaron en un mapeo intensivo de la zona y en la restauración de dos edificios: el Principal --con 100 metros de base por 16 de altura, algo similar en tamaño al zócalo de Oaxaca-- y en el Juego de Pelota, que son los que se exhibirán al público. En total, Fernández calcula unos 4 mil metros cuadrados de elementos arquitectónicos a exhibirse. Además, realizaron la compra de terrenos para ``evitar la densificación de la población sobre el sitio''. El objetivo a largo plazo será integrar a los lugareños en la conservación.

Para empezar, los arqueólogos involucraron a la población --cerca de 150 familias que habitan en la parte sur-- en las labores para recuperar el sitio. ``No queremos indemnizarlos ni quitarlos, sino integrarlos en tareas de conservación y cuidado de las piezas. Ellos están muy orgullosos de tener una zona arqueológica y un museo magnífico en el que han intervenido abuelos, hijos y hasta nietos. Se muestran contentos porque tienen empleo y les entra dinero indirecto por los visitantes. Debo señalar, además, que el gobierno estatal hará un plano regulador de desarrollo para mejorar las condiciones de vivienda y del agua, que es muy mala''.

--¿Por qué hasta ahora se interviene en San José?

--Porque se da la oportunidad. Mogote fue estudiado por el arqueólogo Kent Flannery y su equipo de la Universidad de Michigan de 1960 a 1982. Había sido descubierto hacia finales del siglo pasado por el viajero Constantine Richards; luego fue estudiado por Ignacio Bernal y García Pimentel, pero es hasta ahora que los ar-queólogos mexicanos hicimos más ruido y se decidió que la comunidad debía participar de los beneficios. Con los 3 mil 500 sitios en Oaxaca hoy somos cuidadosos para pensar y sopesar las áreas que deben descubrirse. Antes, el trabajo de los arqueólogos era hacer hoyos, sacar información e irse. Y el patrimonio, ¿cómo se conservaba, quién lo restauraba? Las cosas cambiaron