Podría tardar semanas resolver la toma de la embajada, dicen fuentes peruanas y japonesas
Oscar Camacho Guzmán, enviado, Lima, 25 de diciembre La crisis de los rehenes tomó, en esta Navidad, un nuevo giro que colocó en un punto de virtual ruptura las relaciones diplomáticas entre Perú y Uruguay, provocado por una presunta negociación entre el gobierno uruguayo y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), la cual terminó en la liberación de dos emerretistas presos en Montevideo, y la posterior puesta en libertad del embajador de Uruguay, Tabaré Bocalandro, por parte del comando que dirige Néstor Cerpa Carpolini, en Lima.
En paralelo, este día fue liberado el primer secretario de la embajada japonesa, Kenji Hirata, de 34 años, al parecer por problemas de salud, pues fue retirado en silla de ruedas por personal de la Cruz Roja. Junto con él salió el obispo de Ayacuyo, Juan Luis Cipriani, quien había llegado seis horas antes.
La liberación de Hirata es la segunda en 24 horas, tras la liberación del embajador uruguayo Bocalandro. La otra novedad fue la presencia, en la residencia del embajador japonés, del obispo Cipriani, considerado amigo personal de Fujimori, y a quien se le permitió la entrada para oficiar una misa y recibir la confesión de los rehenes.
Por su parte, el presidente peruano Alberto Fujimori se comunicó hoy con el papa Juan Pablo II, el primer ministro de Japón y el presidente de Corea del Sur, para darles a conocer que su gobierno ha establecido nuevos canales de diálogo y abierto una ronda de negociaciones con el comando del MRTA, y reiterándoles la garantía de que hará todo su esfuerzo para que la liberación de los rehenes se logre por la vía ``pacífica'' y ``sin que corra sangre''.
El gobierno peruano ha reiterado que no accederá a las peticiones del comando, de liberar a 450 integrantes del MRTA que se encuentran presos, pero no ha dicho si aceptará la otra exigencia del grupo rebelde, que demanda mejorar las condiciones carcelarias ``infrahumanas'' en que se tiene a sus compañeros presos.
A una semana de que el MRTA se posesionara de la residencia del embajador Morihisa Aoki, la crisis de los rehenes se perfiló como un problema cuya solución no se vislumbra cerca, según opinaron no sólo analistas y políticos locales, sino incluso el primer ministro de Japón, Ryutaro Hashimoto, en la conversación telefónica que sostuvo con Fujimori, consideró también que aquélla ``tardará en llegar''.
Mientras, en las últimas horas hubo una danza de números respecto de los rehenes y una presunta salida subrepticia de emerretistas de la residencia del embajador. Así, el martes pasado la Cruz Roja dio a conocer que quedaban 140 rehenes, y hoy precisó que el número exacto es de 104. Grupo en el que aún se encuentran como rehenes dos secretarios de Estado, cinco congresistas, cinco integrantes de la Suprema Corte de Justicia y 25 jefes militares, entre otros.
Asimismo, trascendió que un número que fluctúa entre uno y cuatro emerretistas habría escapado subrepticiamente de la residencia del embajador, confundidos con el grupo de rehenes que fue liberado el martes anterior.
Ante la previsión de que el conflicto se prolongue, se redujo a casi la mitad el número de casi 200 periodistas que llegaron a este país para cubrir los acontecimientos. Para los que se mantienen aquí, la Navidad los tomó instalados en las calles aledañas a la residencia del embajador, en donde improvisaron cenas de Nochebuena con la clásica chocolatada peruana.
Pasada la Nochebuena, este día se presentó a la residencia del embajador japonés la hija del presidente Fujimori, Keiko, considerada primera dama, quien llevó viandas y 20 pavos para las personas que se encuentran en poder del comando.
Empero, la llegada de la hija del presidente se convirtió en un ``golpe'' para algunos periodistas que, en la lucha por la ``nota'', se acercaron al automóvil negro blindado. Incluso, uno de ellos, el fotógrafo del periódico La República, Alex Ramón Morales, terminó con el pie fracturado al pasarle encima la llanta del auto de Keiko.
Relaciones tensas Perú-Uruguay
El gobierno de Perú retiró a su representante diplomático encargado de negocios, Efraín Saavedra, en respuesta a que horas antes las autoridades de Uruguay dejaron en libertad a dos emerretistas presos desde 1995 en Montevideo, a cambio presuntamente de la liberación del embajador uruguayo Tabaré Bocalandro por parte del comando armado.
El diferendo comenzó cuando en Montevideo el Tribunal de Apelaciones revocó una resolución judicial previa, que había decretado procedente la petición del gobierno peruano para que los dos emerretistas presos en Uruguay fueran llevados a Perú para ser juzgados.
Al decretarse en forma negativa la solicitud de extradición, los dos integrantes del MRTA, Luis Alberto Samaniego y Sonia Gora Rivera, fueron excarcelados, ``libres de todo cargo''.
Cuatro horas después, a las seis de la tarde del 24 de diciembre, el MRTA dejó en libertad --sin explicación alguna como ha sucedido en anteriores liberaciones, cuando se han leído sus comunicados-- al embajador de Uruguay en Perú, Tabaré Bocalandro.
De inmediato, las autoridades peruanas ordenaron al jefe de la misión diplomática en Uruguay, encargado de negocios, Efraín Saavedra, regresar a Perú.
Y es que la decisión uruguaya fue considerada en este país como ``egoísta e inconsecuente'', así como una presión externa al gobierno de Fujimori para que acepte poner en libertad a los 450 emerretistas presos en las cárceles peruanas, tal y como lo demanda el comando que mantiene tomada la residencia del embajador japonés en Lima.
De acuerdo con el diario El Observador, de Montevideo, la liberación de Bocalandro se hizo a través de una negociación directa entre los emerretistas y las autoridades de Uruguay, por la vía telefónica.
Sin embargo, apenas puesto en libertad, y cuestionado sobre esta versión, el embajador uruguayo negó haber hecho alguna llamada telefónica a su sede diplomática para pedirle al gobierno de su país que negociara su salida a cambio de la libertad de los emerretistas presos en Uruguay.
Sólo quedan 104 rehenes: Cruz Roja
El martes pasado, la Cruz Roja informó que el número de personas que fueron puestas en libertad por el MRTA ese día era de 225 y que en el interior de la residencia quedaban 140. Hoy, sin embargo, el mismo organismo humanitario internacional aclaró que luego de haber hecho un recuento y un censo de los retenidos, pudo determinar que ya sólo quedan 104 rehenes.
No obstante, los 104 rehenes que aún están en poder del comando del MRTA que encabeza Néstor Cerpa Carpolini, conforman un grupo de primera importancia para la negociación del MRTA.
De acuerdo con la lista difundida por la Cruz Roja, entre los rehenes que permanecen en la residencia del embajador están dos ministros de Estado del Perú: el de Relaciones Exteriores, Francisco Tudela, y el de Agricultura, Rodolfo Muñante; cinco congresistas; cinco integrantes de la Suprema Corte de Justicia, incluido el presidente de la misma, Moisés Pantoja; doce funcionarios del gobierno; tres empresarios nacionales y 25 jefes militares y policiacos, entre quienes están el encargado de la Dirección Nacional contra el Terrorismo, Máximo Rivera Díaz, y el subjefe del Estado Mayor, José Rivas Rodríguez, además de diversas personalidades.
Al mismo tiempo, versiones periodísticas, que citan fuentes de inteligencia del gobierno peruano, propalaron que durante la salida de los rehenes, el martes pasado, hubo una ``fuga subrepticia'' de entre uno y cuatro integrantes del comando que tiene tomada la residencia del embajador. Versión que no fue negada ni confirmada por el gobierno peruano.
La versión cobró fuerza cuando el gobierno peruano dio a conocer una lista en la que sólo se consignan 221 nombres de personas que salieron el martes, al tiempo que la Cruz Roja mantenía la información de que de la residencia del embajador salieron, ``contabilizadas una por una'', 225 personas.
Mensajes de Fujimori
El contenido de la conversación entre el primer ministro japonés y el mandatario peruano fue dado a conocer aquí en Lima por varios despachos de agencias internacionales, que citan declaraciones del funcionario de Japón durante una entrevista realizada en Tokio.
Según los despachos de esas agencias, Alberto Fujimori explicó a su contraparte que su gobierno mantiene abierto un canal de diálogo con el MRTA y que ``funciona''. En esa conversación, Fujimori reiteró que la vía pacífica será el camino por el que se buscará la solución a este conflicto y, ante ello, el primer ministro japonés expresó que la solución a la crisis de los rehenes tardará en llegar.
Bajo el mismo tenor fue la comunicación telefónica que mantuvo Fujimori con el presidente de Corea del Sur, Kim Youn Sang, a quien le expresó que ``se está haciendo todo para resolver la crisis sin que corra sangre''. Asimismo, se indica que Fujimori le confirmó a su homólogo que ya hay diálogo con el comando del MRTA, al expresar su optimismo de que ``la actual ronda de negociaciones será exitosa''.
En el mensaje dirigido al papa Juan Pablo II, Fujimori expresó: ``Su Santidad puede estar seguro que proseguiré haciendo mis mayores esfuerzos para procurar que este problema se supere por la vía pacífica'', al tiempo que le agradeció el haber rechazado con toda energía ``los medios de coacción, crueles e inmorales, utilizados por los terroristas''.
Entre tanto, la prensa local difundió un artículo del escritor peruano nacionalizado español y ex candidato a la presidencia de este país, Mario Vargas Llosa, en el que hace severos cuestionamientos tanto a Sendero como al MRTA, lo mismo que al gobierno de Fujimori.
Luego de criticar y condenar los actos de terrorismo de Sendero y del MRTA que han costado la vida a miles de personas, Vargas Llosa asevera que en su lucha contra estos grupos armados el gobierno de Fujimori ha incurrido en el terrorismo de Estado, al utilizar el método generalizado de la tortura, las desapariciones y los asesinatos desembozados, como los de alumnos y profesores de La Cantuta.
Asimismo, cuestiona al gobierno el haberle mentido a los peruanos con el engaño de que su gobierno había terminado ya con el terrorismo y con estos grupos, que ahora evidencian que eso era sólo una acto de propaganda oficial.