La Jornada 27 de diciembre de 1996

JUSTIFICA EL PROCURADOR OAXAQUEÑO LAS ACCIONES EN LOS LOXICHAS

José Gil Olmos, enviado/ II, Los Loxichas, Oax. Mientras en esta región los hombres andan ``huidos'' en el monte cada vez que anochece, ante el temor de ser aprehendidos por los judiciales --a quienes acusan de tortura y amenazas de muerte en su afán por encontrar a las bases del Ejército Popular Revolucionario (EPR)--, el procurador de Justicia del estado, Roberto Pedro Martínez Ortiz, asegura que las cabezas del grupo armado están en la ciudad de Oaxaca y ya se les investiga para ser aprehendidos.

El procurador señala que desde hace 10 años se tienen antecedentes de que en esta región zapoteca las autoridades municipales encubrían a gente armada que en una ``purga'' asesinaron a más de 200 personas. ``Pero no lo investigábamos porque no había denuncia y cada vez que íbamos no encontrábamos nada''. Pero ahora sí se investiga y sólo falta ubicar a algunos cabecillas del movimiento armado, señala.


Delfino, uno de los indígenas zapotecas
detenido el pasado 28 de noviembre,
acusado de pertenecer al EPR.

Foto: Ana Isabel Patiño

Los habitantes de la región y los detenidos en el penal de Ixcotel afirman que desconocen la existencia del EPR y que las acusaciones que hay en su contra en declaraciones ministeriales, son producto de la tortura a que fueron sometidos por los judiciales, entre ellos ``gente extraña, blanca y que no hablaban español'', quienes portaban una gorra azul con las letras ``FBI'' en amarillo.

Tal versión es rechazada por el procurador, quien dice que, efectivamente, uno de los judiciales llevaba una gorra con las siglas del FBI que le obsequió un agente de esa agrupación de Estados Unidos.

Con este temor, desde hace un mes algunos hombres de Los Loxichas prefieren andar ``huidos'' en el monte. En el momento en que el sol cae detrás de las montañas de la Sierra Madre del Sur, prefieren ocultarse y dejan a sus familias hasta la mañana siguiente. Preocupados por la cosecha de café y frijol, durante el día están pendientes de los vuelos de helicópteros y aviones que preceden al siguiente operativo de judiciales y soldados, que están acantonados en un campamento a la entrada de San Agustín Loxicha.

Pero otros zapotecos de la sierra que están aún más escondidos, no alcanzan a tomar previsiones. Como los de la comunidad de Magdalena, quienes afirman: ``Sabemos que cada tres semanas los soldados vienen por la noche. Rodean la comunidad y en la mañana los judiciales reúnen a todos en la cancha. Traen una lista y preguntan por algunos. Hablan por radio y luego se llevan a los que les dicen. Por eso tenemos miedo''.

De septiembre a la fecha, la Liga Mexicana de Derechos Humanos (Limedh) ha registrado más de 135 detenciones de habitantes de esta zona, aunque han dejado en libertad a la mayoría. En los operativos participan judiciales estatales y federales, además de tropas del Ejército Mexicano.

Angélica Ayala Ortiz, coordinadora de la Limedh en Oaxaca, asegura que al menos en los casos de 38 detenidos, acusados de participar en las acciones del EPR en el estado, las autoridades violaron sus derechos humanos, ya que fueron sometidos a torturas que sólo se habían aplicado a los guerrilleros de la década de los 70: choques eléctricos en los testículos, intentos de asfixia, persecución con perros y amenazas de ser arrojados desde un avión o un helicóptero.

Habla también de la posible existencia de cárceles clandestinas y de la participación, en el operativo del 7 de noviembre, de ``gente extraña'', y recuerda que desde hace meses el gobierno de Oaxaca tiene un convenio de colaboración con el FBI para preparar a sus agentes policiales.

Pedro Santiago Enríquez, Gaudencio García Martínez, Prisciliano Enríquez Luna y Roberto Antonio Juárez, presos en el Centro de Readaptación Social de Ixcotel, confirman en entrevista que esa ``gente extraña'' los torturó al ser aprehendidos el 7 de noviembre en San Agustín Loxicha.

El indígena zapoteco Pedro Santiago recuerda que la madrugada de ese día se encontraba en la casa de su suegro cuando llegaron los judiciales y lo esposaron:

``Cuando me capturaron me empezaron a pegar y de ahí me llevaron a la cancha de basquet y me subieron a una camioneta. Ahí me tuvieron un rato esposado y luego me subieron a otra camioneta de tres cuartos (de tonelada), donde había otros compañeros detenidos, y me llevaron hasta la desviación de la Sirena Loxicha. Me tuvieron un rato y luego me bajaron en un sitio abandonado. Ahí me desvistieron y amarraron las manos y los pies y me empezaron a torturar. Me taparon la cara con una toalla mojada y me empezaron a echar agua en la boca y en la nariz sin poder respirar. Fueron como dos horas. También me torturaron con toques eléctricos en los testículos y en diferentes partes del cuerpo. Entre los policías había dos que no hablaban español'', afirma.

--¿Cómo eran?

--Eran altos y jóvenes, tenían uniforme azul, lentes oscuros y llevaban una gorra con otras letras amarillas: una F, una B y una I... No hablaban español. Fueron los que me pusieron un trapo en la cara y me echaron agua. Oía que hablaban entre ellos pero en otra lengua.

``A mí también me echaron agua con el trapo en la cara --interviene Roberto Antonio Juárez--, y cuando me la quitaron escupí el agua que tenía en la boca. Lo salpiqué en la cara. Entonces se quitó los lentes y vi sus ojos azules''.

Gaudencio García Martínez, suplente del presidente municipal de San Agustín Loxicha, también fue detenido por esos hombres. En su testimonio, entregado a la Limedh, señala: ``Como a cinco kilómetros abajo del pueblo, rumbo a San Bartolomé Loxicha, me bajaron de la camioneta y me empezaron a torturar. Me pusieron un trapo mojado en la boca y me vaciaban agua sucia, luego me echaban tehuacán en las narices apretándome los testículos. Me preguntaban por las armas''.

``Después me llevaron a otro lugar llamado San Martín, ahí me pusieron una chicharra en los testículos, en el ombligo. Luego me dejaron descansar, pero me decían que llegando a Huatulco me iban a aventar desde el aire al mar. Cuando llegamos ahí me acusaron de haber participado en el ataque de La Crucecita el 29 de agosto. Durante un día y medio me dejaron sin comer. Después me subieron a una avioneta y me llevaron a Oaxaca. En el aeropuerto un judicial federal, como de 50 años, me dijo que él estaba enterado de todo lo que pasaba en Loxicha, de Felipe Martínez Soriano, de Camacho Solís, de los maestros y del FAC-MLN. Me preguntó por la comandante Gloria, de Aguila 1 y de Willy. Todo esto hasta llegar a Ixcotel.

``Ahí estuve una hora y después me llevaron a la Procuraduría de Justicia estatal. En una celda me preguntaron por las armas y como a las cinco de la mañana del día 9 me subieron a una avioneta, ya en el aire me dijeron que tenía diez minutos para lanzarme. Estaba esposado y arrodillado entre cuatro judiciales. Llegando a México, en la entrada del Reclusorio Sur los aduaneros me amenazaron, dijeron que había como 2 mil delincuentes y que me iban a violar. Al otro día me llevaron para tomar mis huellas y me dijeron que me regresaría a Oaxaca. La tortura fue insoportable, uno prefiere morirse a seguir viviendo''.

Contrario a estas acusaciones, el procurador Martínez Ortiz sostiene que no se han violado los derechos humanos de ninguno de los detenidos. ``Son inverosímiles las denuncias de tortura y de violación de derechos humanos porque los golpes dejan huellas y todos los detenidos han tenido un examen médico y no hay ninguna prueba'', afirma, y agrega que la vigilancia y los operativos efectuados en Los Loxichas para detener a los presuntos miembros del EPR son justificados por la implicación de las autoridades municipales que desviaron recursos públicos para otros fines.

No obstante, Angélica Ayala, coordinadora del Limedh, dice que en este caso se conjuga una serie de circunstancias en las que, por un lado, el Estado necesita demostrar eficiencia y control sobre la situación de Oaxaca, y por otro, hay gente que tiene viejos resentimientos y se quiere apoderar de la comunidad y aprovechar los bosques que ahí existen.

Sin embargo, advierte: ``El Estado piensa que con la represión se van a terminar estos pueblos, sin hacer ruido. Pero en estos momentos la unión de este pueblo sólo está en repliegue porque están muy lastimados, pero van a seguir resistiendo''.

``Si existen movimientos armados, no lo sabemos. Si existen entre la gente de ahí algunos que han optado por el movimiento armado, creemos que tendrían razones para hacerlo. Nosotros no estamos a favor o en contra, pero vemos que la falta de respuesta por parte del Estado para resolver esa situación de pobreza, podría haber influido para que se tomara esa decisión''.