EN NEZA, VIDA EN EL FILO DE LA NAVAJA
Julieta Lozano/ASIC Por cuatro láminas y un pedazo del estado de México, 20 familias arriesgan la vida habitando una zona federal, sobre un ducto de gas y bajo cables de alta tensión.
La necesidad de una vivienda condujo a 50 personas a una zona federal de Petróleos Mexicanos en Nezahualcóyotl; ese mismo apremio los aprieta entre el cielo cruzado con cables de alta tensión y la tierra inyectada con tuberías de gas.
Veinte familias se han asentado en ``tierras de Pemex'', en Nezahualcóyotl --``sí, somos paracaidistas''--, en un lodazal repleto de desechos, vidrios y cáscaras con hongos, conocido como la calle Cariño.
Cariño, un camellón terregoso en la colonia Benito Juárez, es ahora una reserva federal convertida en pequeña colonia. Resortes de colchón por puertas, llantas por bardas y hoyos por drenaje, los hogares parecen esperar un soplido para derrumbarse. Sus dueños --tianguistas, veladores y obreros-- entran y salen sin temor de alterar el precario equilibrio de las paredes de lámina.
Conscientes de su calidad de invasores --``¿Ve los postes? Aquí, por lógica, es zona federal''--, todos ellos decidieron concluir su éxodo por cuartos rentados del Distrito Federal, aquí, en este asentamiento.
``No, nosotros no fuimos engañados, nosotros sí sabíamos que aquí no se podía, pero la necesidad...'', explica Amalia Rosas, peladora de nueces de 48 años; ``si tuviera donde vivir y cosas mejores, me iba''.
El agua: ``Nos la regalan''. La luz: ``Me da mi vecino''. Gas: ``Tenemos tanques''. Y drenaje: ``Nosotros trajimos los tubos''. El tubo de drenaje termina en una fosa de un metro cuadrado a ras del suelo, cubierta con una loza de azulejos; ahí se despide un fétido olor y se observan opacas burbujas cafés.
Esta fosa se encuentra entre los postes previsores de Pemex, en la mitad de la calle, y sobre la tapa los niños se paran, se rascan los brazos y juegan.
Pero además de los amenazantes postes de la paraestatal, tres torres de electricidad de 50 metros con cables de alta tensión aumentan aquí el peligro.
Diez años atrás, las autoridades de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Compañía de Luz y Fuerza (CFE) intentaron reubicar a los colonos de Cariño --``nos explicaron el peligro, y sí nos dio miedo, no tanto por el gas de abajo, sino por los cables que se menean con el viento''--, pero resultó inútil. La primera generación nacida en Cariño juega futbol entre el lodo utilizando las vigas de la torre de alta tensión como portería.
Y si se llama a la central de Pemex con el número telefónico indicado para emergencias, el operador en turno, Francisco Trujillo, explica: ``Si hubiera una fuga de gas en Cariño, llamo por radio a los compañeros y ellos acuden y cierran la válvula.
``Ya se les dijo del riesgo a los paracaidistas cuando llegaron, hace diez años, me consta. De suerte a mí nunca me ha tocado una emergencia, aunque son demasiados viviendo encima de los tubos en tierras de Pemex'', concluyó.