La Jornada 27 de diciembre de 1996

En Nochebuena, auge del mercado negro en el Reclusorio Norte

Pascual Salanueva Camargo Desde una de las mesas del comedor 1, de los dos que en día de visita ocupan solamente los presos pobres y sus familiares, los entrevistados sonrieron al escuchar que por lo menos durante la Nochebuena cenaron de lujo, pues según el menú dado a conocer por la Dirección General de Reclusorios, degustaron, ni más ni menos, que un suculento pavo.

-¿Cuál pavo? La mayoría de nosotros no pudimos siquiera probarlo, pues a la hora de la repartición, los cocineros y responsables de servir la cena se quedaron con la mayor parte, y nosotros solamente nos quedamos mirando -exclamó uno de los internos.

-No podemos negar ni afirmar que hubo suficientes pavos para todos nosotros, pero en el comedor lo que se vio fue que los que estaban sirviendo la cena, en cuestión de minutos escondieron las partes del pavo, y de repente las raciones se habían acabado, por lo que ni siquiera quienes comen diariamente del rancho pudieron probarlo. Y no se diga los que comen de lo que les lleva su familia, pues ellos ni siquiera pudieron olerlo -intervino otro.

Entrar al Reclusorio Norte no costó ningún trabajo; sobre todo los días 24, 25 y 26 de diciembre, las puertas se abrieron de par en par para todos aquellos que quisieron visitar a sus familiares presos. Sin embargo, a partir de la llamada ``aduana de personas'', los custodios comenzaron a pedir para su refresco.

La mayoría de los visitantes, al saber de antemano que en ese reclusorio está prohibido el color beige, fueron vestidos preferentemente de azul y colores oscuros, lo cual no impidió que los custodios les aseguraran que el color negro estaba prohibido.

Quien esto escribe visitó ayer ese reclusorio sin violar el reglamento, y al intentar despojarse de su chamarra negra y dejársela encargada al mismo custodio que le había hecho la observación, éste le respondió que todo se podía arreglar con unas cuantas monedas. Más adelante, a unos cuantos metros del patio central, otro de los custodios hizo el mismo señalamiento: ``no puede pasar con esa chamarra negra'', por lo que fue necesario entregarle otros dos pesos.

Ya en el comedor 1, los entrevistados denunciaron que es falso que la corrupción, la venta de drogas y alcóhol se estén erradicando, y manifestaron que desde la mañana del 24 de diciembre, en los cinco restaurantes que existen en el Reclusorio Norte -tres de los cuales son utilizados por los llamados padrinos- se vendió la cerveza a 20 pesos, en tanto que una botella de brandy Presidente podía ser adquirida en 300 y una de simple alcóhol de 96 grados, en 150 pesos; asimismo, las de whisky o cognac tuvieron un valor de mil 500 a 2 mil pesos.

Aquellos que prefirieron las drogas, según su capacidad económica, pudieron adquirir una estopa empapada de thinner en cinco pesos, o bien un cigarrillo de mariguana en 15, en tanto que los chochos o reinas, que no son otra cosa que pastillas psicotrópicas que hasta hace algunos meses costaban cinco pesos, ese día costaron 15 pesos.

Pero si lo que sobraba era dinero, como es el caso de los padrinos; el pase o sobre de cocaína aumentó de 150 a 200 pesos, que pagaron sin ninguna objeción. Según los entrevistados, la víspera de Navidad, ``quien no andaba borracho andaba drogado''.

Señalaron que, a diferencia de lo que en reiteradas ocasiones ha afirmado el director general de Reclusorios, José Raúl Gutiérrez Serrano, la corrupción no ha disminuido en ningún momento. Pusieron como ejemplo que la misma mesa donde se efectuaba la entrevista tenía un costo de cinco pesos, así se consumiera o no refrescos, café o alimentos.

Y aunque el reglamento interno establece que pasar lista es una obligación de todos los presos, si no se desea hacerlo, con sólo entregar a los custodios de uno a 15 pesos -según la importancia económica del preso- se salva ese obstáculo; para hablar por teléfono hay que pagar de uno a dos pesos, pero si lo que se quiere es tener una visita conyugal, cuesta 500 pesos, aunque esto, explicaron, se debe a que la demanda aumentó a partir del 24 de diciembre, pero ya no hay reservaciones sino hasta después del Año Nuevo.

Por su parte, en un comunicado de la Dirección General de Reclusorios se informó que ``en un ambiente de paz y alegría transcurrieron los días 24 y 25 de este mes en todos los reclusorios y penitenciarías del Distrito Federal, donde más de 56 mil personas se dieron cita para visitar a sus seres queridos internos y celebrar juntos, en los horarios permitidos, la Navidad Blanca, que recuerda el nacimiento de Jesús de Nazaret''.