La Jornada 28 de diciembre de 1996

HACIA UNA META SOÑADA

Faltan pocas horas para la firma, el domingo próximo, del acuerdo final de paz en Guatemala y se suceden las ceremonias, las visitas ilustres o fraternas, los elogios o las críticas a la Ley de Reconciliación Nacional.

El presidente mexicano, Ernesto Zedillo Ponce de León, será el orador oficial del Grupo de Países Amigos que trabajaron por la paz, ayudaron a construirla y, en cierto modo, se transforman hoy en sus garantes.

El país hermano entra así en una nueva fase histórica ya que, como dijo su propio presidente Alvaro Arzú, más que de reconciliación se trata de conciliación, pues ya en el momento de la Conquista española la guerra entre los diversos grupos mayas era permanente y fue, precisamente, esa división entre quichés y kakchiqueles lo que favoreció a los conquistadores. La historia posterior del siglo decimonono es también la de la guerra civil entre liberales y conservadores, como en tantos otros países de la región y de nuestro continente, y la propia generosa acción unificadora de toda Centroamérica emprendida por Francisco Morazán fracasó en Guatemala debido a los fuertes intereses de los sectores terratenientes antiliberales, lo que provocó la división definitiva de los países del Istmo que tanto influyó sobre su inestabilidad interna y su debilidad ante las agresiones foráneas. La reconquista de la paz, cuando el pueblo derrotó en 1944 a la dictadura de Jorge Ubico, terminó en 1954 con la invasión del general Castillo Armas organizada por la CIA, la cual dio comienzo a la espiral sangrienta de represión, resistencia, represión aún más feroz, guerrilla y contraguerrilla, que ahora está por acabar casi junto con el siglo.

Hoy el problema será, como en El Salvador o en Nicaragua, el de la reconstrucción y el de la reinserción de quienes dejarán de tener como principal ocupación u oficio la supresión de sus adversarios. La suma necesaria para dar trabajo, vivienda y educación a los desmovilizados, y para reintegrarlos a la producción, se calcula en más de 2 mil 500 millones de dólares en lo inmediato, cifra que excede en mucho las posibilidades del Estado guatemalteco y lo ofrecido por los países amigos. A los rencores y prejuicios resultantes de decenios de violencia se agregarán así, presumiblemente, las dificultades creadas por la escasez de recursos, pues muchas de las promesas no podrán ser cumplidas.

La comunidad internacional, por lo tanto, tiene un importante papel y se puede decir que su intervención en el caso centroamericano (particularmente la mexicana, pero también la de las Naciones Unidas) ha sido posiblemente la única exitosa en más de medio siglo y permite al secretario general saliente de la ONU, el egipcio Butros Butros Ghali, cerrar de modo honroso su carrera diplomática.

Sobre los hombros del presidente Arzú recae hoy en particular la pesada responsabilidad de asegurar tenazmente la concreción de un viejo sueño tantas veces inalcanzado y de garantizar los acuerdos tan laboriosamente construidos. A` tout seigneur tout honneur... Como latinoamericanos conscientes de que la paz es indivisible debemos desearle firmeza y fortuna.