La Jornada 28 de diciembre de 1996

Garantías a líderes rebeldes, tema vital, advierte Gaspar Ilom

Blanche Petrich /II y última Están listos los parámetros para que la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca se convierta en partido político. Buscará ``elevar'' la participación política popular, acreditar el valor de instrumentos como la política electoral de cara a la población y, desde luego, competir por el poder en el terreno electoral.

Así lo expone a La Jornada Rodrigo Asturias, el comandante Gaspar Ilom, uno de los cinco jefes político-militares de la URNG. De ser considerado por el presidente Alvaro Arzú el principal y más confiable interlocutor entre la guerrilla y el gobierno, Ilom es hoy un hombre rechazado frontalmente por los círculos del poder guatemalteco.

Y todo se debe al secuestro perpetrado en octubre por la Organización del Pueblo en Armas (Orpa) -dirigida por Asturias- de Olga Alvarado Novella, perteneciente a una de las poderosas familias guatemaltecas. Este incidente, en pleno proceso de paz, significó la caída en desgracia de Gaspar Ilom, al punto de que todavía se desconoce si estará presente en la ceremonia de la firma de la paz, prevista para el 29 de diciembre en ciudad Guatemala.

-Guatemala vivió durante décadas el espíritu de la guerra fría y alimentó una ideología anticomunista, pero por otro lado el movimiento popular ha registrado una reactivación en los últimos años. ¿Qué representa esto para la transición en la que ahora se encuentra el país?

-Justo el momento mas difícil para el movimiento revolucionario de Guatemala fue el de la guerra fría, porque estuvo aislado de todo el mundo y tuvo en contra la fuerza de Estados Unidos, sin tener ningún apoyo del campo socialista.

El hecho de que hayamos logrado sobrevivir a esa situación nos abrió una perspectiva diferente; nos ayudó a permear en la percepción de la sociedad. Los sectores recalcitrantes anticomunistas se mantienen, pero ya no poseen la influencia y el poder de antes y hasta han tenido que revisar esas posiciones.

-¿Qué se puede prever para el futuro de ustedes ahora que regresarán a Guatemala?

-Hay que aclarar que la URNG siempre ha estado, está y estará en el interior del país. El que nosotros por la negociación estemos fuera no quiere decir que seamos exiliados, que seamos una fuerza que se sustente en el exterior. No, nuestro sustento real está en el campo, en las ciudades y en el movimiento popular de Guatemala.

Lo que corresponde ahora, y lo estamos viviendo muy conscientemente, es la fase de transición de la lucha armada a la lucha política; nos estamos preparando para esa fase desde hace varios meses, como URNG.

Primero, ha sido analizar esa situación a nivel de toda la militancia, y a partir de ahí cuál es el instrumento político con el cual vamos a actuar y cómo vamos a actuar. Creo que no se pueden fijar etapas tan definidas, de decir que al momento de la paz ya va estar lista toda la estructura de la URNG. Lo que sí va a estar listo es toda la concepción y todos los parámetros para poder avanzar en esa dirección.

Está definido que la URNG se convierta en una fuerza, en un partido político. Está definido que ese partido sea la expresión unificada de todas las fuerzas que integran la URNG. Esto supone un salto de calidad, en consonancia con las nuevas condiciones.

-¿De participación electoral?

-Sí, de participación política que incluye por supuesto lo electoral. Siempre decimos esto porque para nosotros la lucha política no es sólo la electoral. La lucha política pasa por una elevación de los niveles de participación popular.

Entonces hay que hacer un trabajo de envergadura para que la gente salga de los efectos del terror y tenga credibilidad en estos instrumentos de participación que se han desacreditado mucho. Hay que lograr que la gente participe más electoralmente. La solución está en que voten tres veces más de los que sufragan tradicionalmente y que bajen los niveles de abstencionismo, de cerca de 60 por ciento.

-Es conocido que en la URNG hay una larga historia de rupturas y sectarismos, ¿cómo se piensa superar esto?

-Esta historia es muy larga. A partir de 1979, que tomamos conciencia de que ninguno de los grandes proyectos (FAR, EGP, PGT y Orpa) por sí solo podía impulsar la revolución, sino que era necesario hacerlo en conjunto, y a finales del 1979 se iniciaron los primeros contactos que culminaron con una firma de unidad en noviembre de 1980. Esto provocó, al no existir suficiente madurez en algunas organizaciones, reacciones en contra de la unidad, debido a visiones estrechas y a intereses particulares que veían que la unidad desplazaba esas condiciones.

De 1980 a 1984 se dio una etapa muy crítica y es a partir de la fusión de la comandancia general que se supera la etapa de posiciones particulares de cada organización. Desde ese momento siempre se trabajó en función del consenso. A partir de 1984 se logró una política más unitaria.

Así que cuando comienza a producirse el cambio de los gobiernos militares a los civiles, si no hubiera habido esa unidad entre las fuerzas revolucionarias, habrían ocurrido nuevas confrontaciones y fracturas. No hubiera sido posible hacerle frente a las grandes ofensivas militares si no hubiera habido un grado de coordinación y de apoyo mutuo como el que se había generado.

Tampoco podríamos haber entrado al proceso de negociaciones para la paz sin ese grado de unidad. Esa es la base para avanzar y enfrentar las nuevas dificultades.

-¿Existe ese proyecto común?

-Sí, absolutamente consensuado.

-¿Es difícil para quien está acostumbrado a la lucha armada incorporarse a un proceso democrático?

-Es un proceso de desarrollo y hay que decir que en la lucha militar siempre ha habido un proceso de planificación, de incorporar, de discutir. Entonces existen elementos muy importantes de vida democrática, por lo que no es extraño para un combatiente de la URNG expresar sus opiniones.

-¿Es un riesgo?

-Sí, pero creo que no hay nada en la vida que valga la pena que no sea un riesgo. Nosotros, los que hemos hecho la guerra durante 30 años, hemos corrido enormes peligros. Ahora también los vamos a correr. Nada en la vida está garantizado. Todo se conquista. No nos asustan los desafíos.

-Para lo que hasta ahora fue la guerrilla ¿qué expectativas y limitaciones representa el acuerdo de la reinserción?

-Es un tema esencial y, al igual que todos los demás, forma parte de un eje para que el conjunto pueda funcionar. Cualquiera de ellos que no funcione vulneraría el conjunto de la negociación.

Hemos recogido muchas experiencias de otros países. Donde no ha habido la suficiente atención se generaron problemas posteriores por incumplimiento o por el diseño mismo de la realización.

Debe verse como un tema esencial y no verlo como un tema de trámite. Hay que ver las condiciones de seguridad política y personal de todos los integrantes de la URNG, para que puedan vivir plenamente. Y esto pasa por una figura política que le dé sustento