La Jornada 28 de diciembre de 1996

Primera incursión oficial de la URNG en territorio enemigo

Blanche Petrich, enviada, Guatemala, 27 de diciembre Ya están aquí los mandos medios y los responsables de la seguridad de los comandantes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), quienes aterrizarán mañana por primera vez oficialmente en su país.

Dos de ellos, ``camuflajeados'' con traje y corbata y un portafolios del que escapaba la antena del teléfono de campaña, penetraron lo que en otros tiempos sería territorio enemigo, el Palacio Nacional, entre soldados de la guardia presidencial y policías, y llegaron al corazón del caos en la oficina de acreditaciones para la ceremonia oficial.

Los esperaba una funcionaria: ``Dígame, oficial''. Responden muy serios: ``Venimos a ver dónde se sentarán los comandantes''. Y con toda la formalidad del caso, se les dio la información solicitada. Dos pisos más abajo, en el patio central del edificio que los viejos llaman el Guacamolón, terminaba de ensayar una orquesta el himno oficial de los acuerdos de la paz, con sones llenos de trombones y tambores.

Casi a la misma hora, en una colonia popular, en la Plaza de los Guajitos, medio centenar de combatientes de la URNG, desarmados pero uniformados y con pañuelos azul celeste, el color que han elegido como símbolo de su reinserción, realizaban su enésimo ensayo de trabajo político, un mitin ya no tan sorpresa, con discursos y repartición de volantes en los que llaman a la población a poner su grano de arena para hacer posibles los acuerdos que dentro de 48 horas se firmarán bajo la consigna de pacificar Guatemala.

Pero fuera de las esferas donde se mueven los funcionarios que acuden al Palacio Nacional a tramitar detalles de última hora en torno a la histórica ceremonia, y de los desbalagados grupos del movimiento popular que conforman la Asamblea de la Sociedad Civil -que fue el tercer interlocutor de las negociaciones de paz-, pocos conceden tanta carga histórica a los acuerdos de paz, que juntos ya conforman todo un tomo, como la que le otorga Susan Jonas, académica estadunidense.

``Esta puede ser como la revolución democrática de Jacobo Arbenz, pero puesta al día, sin reforma agraria'', dice.

Socióloga y politóloga ``a lo latinoamericano'', sin la rigidez de la academia estadunidense, Jonas es estudiosa del tema Guatemala desde hace 30 años, autora de algunos textos ya clásicos para la región, como Guatemala, un plan piloto para el Hemisferio y Guatemala, una historia inmediata, o el más reciente La Batalla por Guatemala.

A pesar de considerar los peligros de que el acuerdo de paz no evite el desenlace que tuvo para El Salvador -un proyecto económico neoliberal, la marginación de las esperanzas y el fortalecimiento de la derecha-, Jonas expresa que en esta coyuntura guatemalteca no sólo caben los pronósticos del desastre:

``Hay huecos peligrosos en los acuerdos. Obviamente en lo socioeconómico no hay un plan para el futuro. Y el empleo es el talón de Aquiles. Guatemala tiene una mezcla de desempleo abierto y subempleo de 66 por ciento, según el PNUD. Es un índice explosivo. Por eso la fórmula para Guatemala tiene que ser diferente de la de El Salvador y Nicaragua''.

-¿Puede ser diferente?

-Está el aprendizaje. Hay que aprender de lo bueno y lo malo. Lo bueno es la desmilitarización. Lo malo fue que los acuerdos socioeconómicos fueron boicoteados por el sector privado. Pero Guatemala sí tiene posibilidad de no ser neoliberal. Hasta el Banco Mundial está recomendando aquí reforzar el sector estatal.